Por las dos ventanas de la habitación de unos 15 metros cuadrados se sentía el tufo de la sangre que brotó del cuerpo de Pamela Florencio María, de 21 años, asesinada a cuchilladas sin que sus gritos de auxilio pudieran ser escuchados por sus vecinos, porque supuestamente le cubrieron la boca con ropa.
Su crimen, pasada las 12:00 de la medianoche del lunes, en la cuarta planta del edificio número 12 de la calle Respaldo San Juan en el sector San Miguel del kilómetro 8 y 1/2 de la carretera Sánchez, los vecinos se lo atribuyen a su expareja, cuya identidad no pudo ser determinada.
La joven laboraba en el departamento de comida del Supermercado Pola, en el kilómetro 8 de la carrera Sánchez. Allí se dijo que era una empleada servicial y muy educada.
Pamela tenía más de dos años en este empleo. Era oriunda de San Francisco de Macorís. Dos parientes llegaron a la escena del crimen el martes en la mañana, cuando el cadáver fue levantado, pero se marcharon sin dejar conexión, indican personas de la calle Respaldo San Juan.
Existe la versión de que el hombre, descrito como delgado, de poco hablar y de unos 30 años, se lanzó al mar Caribe, pero la Policía no ha reportado el suceso.
En la habitación donde ocurrió el crimen de Pamela, sin que nadie aparentemente se percatara, todavía ayer permanecía la sangre esparcida por doquier, ya seca. En el piso había ropa de la víctima que se empapó de sangre, y ropa encima de la cama, junto a una maleta azul.
En la cama también estaban vacías dos gavetas de un pequeño gavetero. En el diminuto dormitorio de la estudiante de bioanálisis, que utilizaba como cocina, con un tanque de gas de 25 libras, una estufa de mesa, un fregadero, dos sillas plásticas y un abanico, quedaron cuadernos, los libros de química, de biología 0-17 y de otras asignaturas.
En una parte del gavetero figuran cosméticos y pertenencias del cuidado y del aseo personal: resorcina, cremas, hisopos, desodorante, colonias y dos cepillos de pelo.
Declaraciones de los vecinos. Cecilia Santiago Montero, residente en la calle del hecho, expresó que la joven tenía como ocho meses allí.
Afirma que nunca había ocurrido un crimen pasional en la calle Respaldo San Juan. Señaló que la pena más reciente es el asesinato de su hijo, José Antonio Montero, a quien le quitó la vida un tal Oviedo “en disputa por droga.
Un hombre apodado Cidro dijo que en la noche del crimen, un amigo de Pamela la alertó diciéndole que su marido estaba frente a la mata de mango de la casa número 12.
Ella le respondió sí, yo lo vi”. Todos dicen que Pamela se veía organizada y estudiosa.