Joven asesinado pidió
clemencia al policía

Joven asesinado pidió<BR>clemencia al policía

LLENNIS JIMÉNEZ
LA CALETA, Boca Chica
El policía que mató a Pascual Reyes González (Ronal) de un disparo en el pecho no tuvo piedad ante la súplica del joven, que con los brazos levantados le gritaba que no era delincuente. Por el contrario, luego de verlo caer, lo acribilló con otros tres balazos, según cuenta su madre bañada por el llanto.

Ronal, de 23 años, era más que el hijo consentido de Úrsula María González.

En su corta vida, el benjamín de la familia que estudió hasta tercero del bachillerato intentó alcanzar el éxito por medio del béisbol profesional.

Pero sus sueños se frustraron por culpa de una fractura en un brazo, lo que arrebató el contrato que lo pudo haber convertido en un hombre rico, y que lo obligó a conformarse con ser jardinero en el muelle de Boca Chica. La barrida de Monte Adentro lo vio caer con un agujero en el pecho y nadie pudo auxiliarlo cuando gritaba que necesitaba ayuda. Otra versión del vecindario afirma que el policía que lo sacó de este mundo decidió volver a atacarlo indefenso en el suelo y sin el mínimo arrepentimiento, le completó los cuatro balazos al hijo del encargado de mantenimiento de la estación de peaje de Las Américas, Félix Reyes.

La tétrica crónica la hace su madre nueve días después de la tragedia que le arrebató a su hijo menor, sepultado el mismo día que falleció una hermana de ella. Salió del cementerio el sábado y debió retornar el domingo a darle  sepultura a su vástago, sumida en el dolor que le comprime el pecho ante cada recuerdo que  asalta su mente al acercarse al altar del novenario preparado para el difunto.

En la sala de su casa, la madre de Pascual Reyes González (Ronal)    exhibe  dos cuadros con los salmos 31 y 37, implorando la protección de  Dios.

Trayecto a casa

Ronal falleció con el boleto de la pelota en la mano. Su  madre, que tiene seis hijos y  es hipertensa,   tiene  doble sufrimiento, por no  conocer la cara  del  policía que lo asesinó y   porque la Policía Nacional no le  ofreció una explicación. No ha podido volver a repartir la comida, sobre todo, el arroz que  se esmeraba en prepararle a Ronal. Su asesinato consternó a adultos y niños en la calle Juana Díaz. Además, la comunidad de La Caleta no quiere la dotación del cuartel  policial, porque estos alegadamente les quitan dinero.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas