SAN JUAN DE LA MAGUANA. El adolescentes que murió aplastado por un camión volteo el sábado pasado en el kilómetro 11 de la carretera San Juan-Azua se dedicaba a vender guandules y habichuelas desgranados, en fundas plásticas, para poder costearse sus estudios.
Johnson Langomas, de 12 años, fue aplastado al lado de uno de los 38 reductores de velocidad (policías acostados) que existen en los 136 kilómetros de la carretera Sánchez, desde Comendador y Elías Piña hasta Azua. En la vía hay un reductor cada 3.5 kilómetros, lo que se convierte en una odisea para los transportistas.
Cuando Langomas salía de la escuelita de Tanda Extendida que hay frente al muro donde perdió la vida, se colocaba junto a decenas de adolescentes y adultos que venden guandules, habichuelas, cocos de agua y frutas diversas a los conductores que transitan por allí.
Un parte del general de brigada licenciado Latif Miguel Mahfoud Rodríguez, director de la Regional Oeste de la Policía con asiento en esta ciudad, explica que la muerte de Langomas se produjo cuando el camión volteo marca Hyundai, blanco, placa Z506838, chasis KMCDB19CP2C014192, conducido por Francisco o Antonio Ferreras de los Santos, chocara con el jeep Mitsubishi, placa G072702, conducido por Wellington Manuel Severino.
El legista certificó que el adolescente murió por politraumatismo cráneo encefálico facial severo, trauma cerrado del tórax y fractura de la base del cráneo.
Prácticamente en todos los reductores menores y adultos asedian a los conductores y hasta golpean las puertas para que se detengan y les compren.