Jóvenes: Ayer y hoy

Jóvenes: Ayer y hoy

A mi amigo Guido Féliz, en respuesta a su bien documentado artículo (en Atanay.com) donde se refiere a mi descarga sobre Un Dios famoso.

Mi preocupación o intención al escribir esa «descarga» era, muy sencillamente, destacar o insinuar la cercanía de Dios al hombre, en la lucha de este último por vencer sus demonios interiores, es decir, sus vicios.

Los vicios o adicciones actúan, en el individuo que no los ha «arrestado» todavía, es decir, no los tiene bajo constante vigilancia, como otros dioses o demonios a los que rinde culto el infeliz vicioso. Así entiendo yo el versículo del Éxodo que dice «No tendrás otros dioses delante de mi, porque yo soy un Dios celoso».

Y cuando hablo de los vicios de los hombres, no me refiero solamente a esos vicios que son claramente visibles hasta para cualquier distraído, como la glotonería, el cigarrillo, el alcohol, las drogas, y algún otro, si no también a ciertos deslices de nuestra mente que nos hacen caer en lo que algunos llamamos el pecado capital de soberbia.

Por ejemplo, me cuesta un constante esfuerzo admitir que son personas, seres humanos, iguales a mi, esos jóvenes que usan el pantalón un poco más abajo que como lo usaba Cantinflas, y enseñando hasta el calzoncillo. Y esos y esas que se enganchan unos aros en los labios, en la nariz y en otras partes del cuerpo, y los que se llenan el cuerpo de tatuajes.

Después de mucha brega interior concluyo, «arrestando» a mi demonio doméstico, que esos jóvenes no han tenido, probablemente, el hogar que yo tuve, ni la escuela que yo tuve, y crecen en un ambiente sin la disciplina y las expectativas morales del ambiente en el que yo crecí. Y que la sociedad de hoy tolera y hasta fomenta demasiadas ridiculeces, vulgaridades e inmoralidades. En fin… que Dios los ayude a ellos y a mi me perdone mi soberbia.

Un abrazo,

Tiberio Castellanos

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