La participación de los Jóvenes Católicos en la Revolución de Abril y la publicación de su periódico “Diálogo” durante la contienda bélica, estuvo precedida de un agitado enfrentamiento entre ellos y la alta jerarquía eclesiástica, lo que constituyó un escándalo dentro de la Iglesia.
Juan Bolívar Díaz Santana, quien presidia el movimiento denominado Coordinadora de Organizaciones Juveniles Católicas, recuerda que la desavenencia estalló el 24 de marzo, cuando en la capital se celebraba el Congreso Mariano y Mariológico Internacional y la alta clerecía excluyó a estos grupos del encuentro involucrando, en cambio, a los cursillistas de cristiandad que “estaban de moda”, y eran considerados “agentes de la fe”, “salvaguardas del peligro”.
Los otros eran muchachos progresistas orientados por sacerdotes de avanzada como Manuel Ortega, Santiago Hirujo, Sergio Figueredo y otros. Leían las obras de Pierre Theilard de Chardin, Emmanuel Mounier, Karl Rahner, cuestionaban la construcción de la basílica de Higüey mientras el país vivía en la pobreza extrema. Para “amortiguar la vergüenza de este santuario”, los obispos y el nuncio auspiciaron la creación del barrio Villa Nazareth en aquella ciudad.
Debido a la marginalidad del elevado clero, que incluso se prestó a asistir a una recepción que les ofreció el Triunvirato, transmitida por televisión, los Jóvenes celebraron un acto público paralelo a la asamblea de los mitrados, en el salón “Don Bosco”, y convocaron a los purpurados, entre los que se encontraban Manuel Larraín, Francisco Clavel, Raúl Silva Henríquez y los nativos, dirigidos por Octavio Antonio Beras.
Entre los convocantes de la manifestación simultánea estaban Vivian Mota, “la más atrevida de esa generación”; Miguel Ángel Heredia, Rafael Andrés Brenes Guridi (Cholo), Martha Olga García, Naya Pereyra, Freddy Ginebra, Bienvenido Brito, el propio Juan Bolívar y otros.
Mota, Heredia y Díaz fueron los oradores. Enardecidos, cuestionaron a la jerarquía dominicana, y el nuncio Emanuele Clarizio reaccionó molesto con el vigoroso discurso de Juan Bolívar, que contestó vehemente los argumentos del embajador del Vaticano. A la protesta acudieron miembros de la Juventud Obrera Católica (JOC), la Juventud Estudiantil Católica (JEC), el Movimiento de Unidad Dominicana (MUD), los dirigentes de la Coordinadora y otros católicos prácticamente adolescentes. Díaz contaba 20 años de edad.
Clarizio defendió la villa Nazareth y Heredia aclaró que a lo que se referían era a “la hipocresía de la Iglesia” y a la recepción del Triunvirato, recuerda Juan y comenta que el acto “se convirtió en una confrontación”. Silva Henríquez clamó: “¡Calma!”, apoyó a los jóvenes y les solicitó disminuir la intensidad de los aplausos. Consideró incorrecto que se les relegara.
Corrió después el rumor de que algunos dirigentes serían expulsados de las organizaciones católicas. Beras llamó a Juan Bolívar. “Fue paternal, me puso el anillo para que lo besara, porque era muy ortodoxo”, recuerda. Lo invitó a sentarse, le llamó “Mi hijito” y le aconsejó: “Cógelo con calma”, despidiéndolo con un “Que Dios te bendiga”.
Rafael Andrés Brenes Guridi (Cholo), dos años mayor que Juan Bolívar, coincide con la narración. Estuvo en la protesta y en la Guerra Patria cuyo anuncio le sorprendió junto a Freddy Ginebra, Víctor Víctor, “el hermano Arturo, de La Salle” y el padre Antonio Camilo, en un retiro “Cara al viento”, que se realizaba en Jarabacoa. “Recogimos todos los radios para que no hubiera alarma y el domingo 25 de abril llegamos a Santo Domingo nerviosos, se decía que estaban tirando bombazos desde un barco, puse a mi madre a resguardo y salí a buscar a mis amigos de la JEC”, narra.
Agrega a los sacerdotes que orientaban a la Juventud Católica al padre Sergio Figueredo.
“Había un gran murmullo dentro del mundo católico cuestionando a la alta jerarquía, al Congreso Mariano Mariológico, la complicidad del clero con el poder económico y otros puntos aunque después, en la Guerra, se nos unió Clarizio. Se reunía con nosotros en Acción Social de la avenida Independencia”, sostiene Cholo.
Diálogo. Este periódico de los Jóvenes Católicos salió el 18 de julio pero desde antes los rebeldes muchachos estaban junto al pueblo y los líderes constitucionalistas. La publicación era ideológica, asevera Juan Bolívar, “no de noticias”, y se imprimía en la Isabel la Católica, en los mismos talleres de Patria y luego en los del Listín Diario.
“Surgió como necesidad de expresión política de las juventudes católicas, de rechazo a la intervención norteamericana” y a la acusación de que la refriega era comunista. Se vendía a cinco centavos y circulaba dentro y fuera del sector rebelde. El Consejo de Redacción lo formaban Rafael A. Brenes Guridi, Martha Olga García S., Juan Bolívar Díaz S., Vivian Mota Abreu y José Licha.
También se manifestaban a través de Radio ABC con el programa “Presencia”.
Planteaban el derecho a una información objetiva, exigían respeto al hombre perseguido, a su vida, su dignidad, celebraban la participación en la conflagración de algunos sacerdotes y se identificaban como revolucionarios que “aspiramos y luchamos por una transformación rápida de las estructuras sociales, políticas y económicas que permitan a todos satisfacer sus necesidades fundamentales”.
Exponían los valores de la Doctrina Social de la Iglesia, analizaban el marxismo, los documentos pontificios, aspiraban al diálogo, se declaraban abanderados de la justicia, condenaban la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) y felicitaban a la “gran masa de obreros desempleados y explotados” que marchaban a la par con la juventud estudiantil, los Jóvenes Cristianos “y marxistas amorfos y pequeños burgueses que tiemplan sus brazos en contra del desorden existente”.
Díaz Santana explica que con el tiempo fueron asumiendo posiciones más avanzadas y que el diálogo era el instrumento principal en sus demandas. “Nos reuníamos con el MPD y con el PSP” y fueron parte del “Comando Ideológico” en el que les asignaban conferencias “desde la perspectiva de los cristianos”. Promovían el acercamiento a los protestantes, tenían brigadas en el hospital Padre Billini en el que se destacó Fanny Sánchez, de la JEC, y distribuían comida. Los obispos los consideraban “comunistas”
A Diálogo lo financiaba el nuncio Emanuele Clarizio. “El que peleó con nosotros en marzo, en abril se dio cuenta de que estábamos en lo cierto”. Se convirtió en su amigo y dice Juan que esa amistad se mantuvo por siempre. Él lo visitó en el Vaticano en 1980 y Clarizio lo presentaba orgulloso.
Concluida la Revolución estos líderes católicos debieron salir del país al igual que algunos curas, “conscientes de que la Iglesia nos iba a reprimir”. Martha Olga y Miguel Ángel se fueron a Lovaina; Vivian Mota a Chile; Cholo y Naya a Madrid, Juan Bolívar a México, casi todos con becas que gestionaron los jesuitas.