Pedro (nombre ficticio para proteger su identidad), de 17 años de edad, vio cambiar el rumbo de su vida en un abrir y cerrar de ojos. Sin proponérselo, mató de un machetazo a otro joven de 22 años en su natal Neiba, en medio de una acalorada discusión que pudo evitarse. Hoy forma parte de los 72 internos que cumplen penas diversas en el Instituto Preparatorio de Menores de San Cristóbal (Reformatorio).
De acuerdo con su propio testimonio, el día del hecho salió del liceo donde cursaba el primero de bachillerato y al llegar a su casa se enteró de que la víctima había sostenido un altercado con su progenitor, razón por la cual se dirigió a donde este para averiguar las razones del conflicto y fue en esas circunstancias que se vio obligado a actuar.
Se me alarmó y le tiré, acotó el interno con tranquilidad, al tiempo de precisar que su intención no era matarlo, sino averiguar las razones por las que discutió con su padre.
Dice sentirse arrepentido y espera recobrar su libertad para continuar sus estudios y dedicarse a trabajar en el área de sastrería, ebanistería o barbería, oficios que ha aprendido en el centro de reeducación. Lo importante no es de qué estoy acusado, sino a qué vine aquí; estoy claro en que vine a cambiar de mentalidad, a ser una nueva persona, menos impulsiva, dijo el interno sentenciado a cuatro años de prisión, de los que ya ha agotado dos años y cuatro meses.
Vía crucis. En su brazo derecho se observa una cicatriz. Según narró se la ocasionó un compañero de pabellón en el Centro de Atención Integral para Adolescentes en Conflicto con la Ley Penal (Najayo Menores), donde permaneció en prevención por 8 meses.
Yo estaba parado en mi celda con los brazos colgando de los barrotes y otro interno pasó y me cortó, por na…, por feo. sin motivos, dijo y agregó que la vida en Najayo es un infierno, donde el día menos pensado se arma un motín y donde los controles (supervisores de área) te caen a palos indistintamente si se pierde algún objeto.
Otros cuatro jóvenes contaron a La Esquina Joven su experiencia de vida, luego de caer en las garras de la delincuencia y los vicios.
Elvin (también es nombre ficticio) oriundo de Jarabacoa, fue condenado a un año por robo. Junto a un grupo de amigos se dedicaba al robo en viviendas.
El dinero obtenido lo usaba para comprar prendas de vestir y satisfacer el vicio de las drogas. Con 16 años de edad era consumidor de marihuana, mal que ha superado, gracias a las terapias y al tratamiento recibido en el reformatorio.
Solo le restan seis meses para obtener su libertad.
Ya yo sé lo que es coger trote y que es este mundo. Cuando salga de aquí quiero retomar mis estudios y trabajar, dijo Elvin, quien ocupa el cuarto lugar entre cinco hermanos. Sus padres son separados. Se crió con su madre.
A excepción del primer caso, los demás se criaron en familias disfuncionales.
Injusticia. Otro de los chicos que denominaremos Miguel, es de Azua. Tiene 17 años de edad y está acusado de violación sexual a una adolescente de 14 años.
Con mucha seguridad y firmeza dice que fue sentenciado injustamente, ya en realidad sostenía una relación sentimental consesuada con la menor.
La madre de la muchacha no me aceptaba como novio de su hija y se inventó todo eso de la violación para hacerme daño, detalló el chico condenado a dos años, de los que ha cumplido un año y cuatro meses. Según explicó en el expediente fue incluido también injustamente un vecino. Cuando ella terminó conmigo, se metió en amores con otro amigo. Ellos estaban en la habitación y yo en la sala usando la computadora y fueron sorprendidos sosteniendo relaciones, pero al final nos metieron a los dos en el caso, narró el menor que se hizo bachiller estando interno en el reformatorio.
Dentro de sus planes figura el ingresar a la universidad a estudiar derecho. Cada caso encierra una historia matizada por marginalidad, pobreza, falta de afecto y desorientación.
Los dos últimos internos por escuchar están acusados de robo en la vía pública y de asesinato, este último oriundo de La Romana, fue condenado a tres años por haber dado muerte a otro joven con una chilena (arma de fuego casera).
A raíz del caso, su madre tuvo que mudarse a San Pedro de Macorís junto a sus cincos hermanos.
Yo me defendí. A él le dio pa´ mi. Era un vecino del barrio y sin yo saber na vino con un grupo a darme y yo me defendí. Inclusive, la chilena la tenía uno del grupo que vino a agredirme y yo se la quité enfatizó al tiempo que su mirada se iba a lo lejos tratando de recordar el episodio.
Ya no quiero hablar más de eso, dijo, pero ante la insistencia de reporteros de Hoy por conocer mayores detalles del hecho, reanudaba la conversación.
Una vez nos fajamos en la escuela.., pasó el tiempo y creí que eso había quedado ahí, pero de repente él apareció con otros miembros de la banda Los King, a la que pertenecía, y pasó lo que tenía que pasar, dijo el chico, condenado a 3 años.
Rutina. Durante la entrevista, los menores contaron también sobre su rutina dentro del centro, que se inicia a las 6:00 a.m. y concluye a las 9:15 de la noche, hora fijada para dormir.
En la jornada hay tiempo para los estudios, las prácticas deportivas, ayudar en los quehaceres y ver televisión.
Los internos luego de tener determinado tiempo, pueden optar por visitar a sus familiares los fines de semana. Para ello es necesario agotar una serie de requisitos.
El centro tiene 12 talleres, donde los residentes aprenden ebanistería, sastrería, desabolladura y pintura, electricidad, mecánica y herrería, entre otros oficios.
Las frases
Elvin
«Ya yo sé lo que es coger trote. Cuando salga de aquí quiero retomar mis estudios y trabajar para ayudar a mi familia.
Miguel
«En este centro nos tratan como gente. Aquí recibimos formación religiosa y aprendemos diferentes oficios para poder insertarnos productivamente a la sociedad».
ZOOM
Emergencia
La administradora del Reformatorio, Rosa de los Santos, informó que un equipo de técnicos del Ministerio de Obras Públicas hizo un levantamiento de la situación del lugar y que están a la espera de que el presidente Danilo Medina disponga su intervención y reconstrucción. Dijo que debido a las condiciones deprimentes de la infraestructura, lo ideal sería demoler y levantar nuevamente.
Presupuesto
Se requiere un presupuesto estimado en RD$178 millones. La funcionaria dijo que las grietas y filtraciones son un peligro para los internos y el personal docente y administrativo. Reciben una subvención mensual de un millón de pesos del Ministerio de Salud Público. Aunque tienen capacidad para cien internos, hay 72.