Jóvenes enfrentan con arte la discriminación y la violencia

Jóvenes enfrentan con arte la discriminación y la violencia

Un escenario ofrece la posibilidad de explotar una carpeta inmensa de intenciones: divertir, aumentar la cultura general, crear conciencia sobre males que corroen a la sociedad, promover talentos o todo junto, como hacen los teatristas del colegio Claret, que usaron esos elementos para contrarrestar la discriminación y la violencia.
Los estudiantes llamaron la atención sobre el daño que acarrea esos flagelos. Escenificaron dos musicales que reflejaban realidades distintas pero con un punto de enlace, el respeto a la diferencia como eje de la sana convivencia.
Jóvenes actores que confesaron que el maltrato les ha tocado de cerca, como víctimas o como testigos, asumieron esa denuncia social para fomentar la conciencia sobre situaciones de las que las vivencias les han facultado para hablar.
En cada rincón. La actriz Maryan Hassán, de 15 años, enfatiza en que lo expuesto en las tramas está ahí latente en las calles, porque donde quiera que hay seres humanos puede haber violencia y discriminación.
El director del grupo de teatro, Benjamín de los Santos, explica que ambos temas están muy atados, puesto que uno puede llevar al otro, y aunque parezcan demasiado tratados, son un problema constante con el que lidia la población.
Incluso está seguro de que inciden en el auge de la criminalidad que aterra y abate a la ciudadanía.
En cuanto a los logros obtenidos en el colegio, asegura que la crítica social ha propiciado cambios y fomentado la igualdad.
Explica que las piezas fueron presentadas en Navidad como manera de recordar que es un tiempo de integración, en el que lo fundamental es la reconciliación, que choca con los excesos y el culto a la vanidad, pero aclara que el contenido es válido para cualquier época.
La actriz Claudia Moreno, de 16 años, tiene una fórmula contra esos males. “Cuando hay diferencia de pensamiento, la mejor solución es ignorar las críticas ofensivas”.
Identificar es clave. Como ejemplo de integración, la coreógrafa Shescid López reunió a niños de seis cursos, cuya actuación fue un llamado a la unión. Confiesa lo estresante que resultó, pero afirma que la buena causa pudo más.
En una de las obras entró a escena la chapiadora, esa versión moderna de la prostituta, que interpretó Emely Fabián y que definió su personaje como uno de los factores del debilitamiento que enfrenta la sociedad.
Sobre la forma de vender los argumentos para que luzcan creíbles, para que convenzan y puedan registrar los resultados deseados, el actor Enmanuel Manzano recuerda que la actuación implica vivir el momento, hacer que la gente asuma el personaje.
Está convencido de que solo de este modo lo puesto en escena tendrá sentido y transmitirá el mensaje.
“Una trama identifica si hacemos que la gente perciba el daño que acarrean sus acciones”, asegura.
Así, con esa mezcla de música y teatro, con situaciones jocosas y serias, este grupo expone una realidad que lacera a la sociedad.

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