¡Jóvenes: la Patria los necesita!

¡Jóvenes: la Patria los necesita!

FIDELIO DESPRADEL
Ninguna tarea que merezca el calificativo de grande y trascendente para la Nación y su futuro es posible realizarla si esta no es asumida, impulsada y llevada hasta sus últimas consecuencias por ustedes, la juventud dominicana. Mientras más pienso y me esfuerzo por contribuir a la construcción de una propuesta política alternativa, que cambie el rumbo del país, más me convenzo de ello. No ha habido una sola de las epopeyas patrióticas en la República Dominicana cuyos dirigentes y protagonistas principales no hayan sido jóvenes: Duarte, Luperón, Gilbert y sus respectivas generaciones políticas; Freddy Valdés, Josefina Padilla, Carmen Natalia Martínez, Juan José Cruz, Cocuyo Mieses y sus compañeros de ideales y práctica, eran todos jóvenes.

Manolo Tavárez tenía 29 años cuando se convirtió en el líder de lo más avanzado del país, entre 1959 y 1961; y 18 años cuando se involucró por primera vez en la lucha contra Trujillo. Minerva Mirabal se ha convertido en símbolo de las gestas libertarias y de la lucha emancipadora de la mujer a nivel mundial, y contaba tan sólo con 18 años cuando asumió sus primeros compromisos en la lucha contra la tiranía trujillista.

Lo mismo podemos decir de los Héroes de la Raza Inmortal (1959) y de toda la generación de la resistencia clandestina contra Trujillo.

Los coroneles Fernández Domínguez y Caamaño no pasaban de treinta años cuando entraron por la puerta ancha que la historia le reserva sólo a sus grandes arquetipos. Juan Miguel, Amín, Otto, Mazzara, Luis Parrish, Henry Segarra, Amaury, Orlando Martínez, Piky Lora… la lista es interminable.

Sin esa capacidad innata a la juventud de elevar su vuelo y hacer brillar la luz de los sueños e ideales, cuando todavía los demás no logran alzar el vuelo, ninguno de los grandes acontecimientos que han jalonado la rica historia del pueblo dominicano, habría sido posible.

A pesar de que hoy las virtudes innatas a ustedes, los jóvenes dominicanos, han venido siendo melladas y agredidas por la gran conspiración de silencio y por el permanente bombardeo de antivalores proveniente de las élites que han monopolizado el poder; a pesar de este pesado lastre, repito, es en ustedes, jóvenes dominicanos y dominicanas, donde descansa el espíritu y la fuerza para poder cambiar el rumbo fatal, que la coyunda entre el poder extranjero y las élites del país, le han impuesto a nuestra patria.

En la hora actual, jóvenes dominicanos y dominicanas, esta tierra, tan rica en historia y en bienes aportados generosamente por la naturaleza, necesita, nueva vez de su concurso. Hoy, cuando “malos dominicanos”, como los calificara Juan Pablo Duarte, han dañado la existencia de nuestra nación; cuando en medio de la abundancia que significa haber tenido el crecimiento promedio del Producto Bruto Interno más grande de toda la América Latina en los últimos 50 años, las élites económicas, sociales, políticas y eclesiales que han dirigido los destinos del país, han dañado la moral colectiva, han convertido en palanca de poder la corrupción y la impunidad, han impuesto un modelo dependiente e hipotecado la soberanía y el futuro de las generaciones presentes y por venir y han producido una polarización social que genera sin cesar, fortunas ofensivas en el ínfimo polo social de las élites, y pobreza, marginalidad y desesperanza, en la gran mayoría del pueblo dominicano; en el momento actual, repito, la patria los necesita.

¡Confíen en ustedes y confíen en los valores que se esconden en las entrañas del alma y la historia dominicana! ¡Recuperen su capacidad de soñar y de elevar el vuelo! ¡Recuperen el legado del que la naturaleza ha dotado a la juventud de toda la tierra, en todas las épocas históricas!

Y como uno de los objetivos en el que las élites han tenido el más resonante éxito ha sido el de borrar la memoria histórica de las presentes generaciones, hagan un supremo esfuerzo por reencontrarse con la historia reciente de nuestro pueblo, principalmente en los “años de luz”(1959-1965); allí podrán encontrar la fuerza para otear el porvenir con esperanza; y allí también, si lo observan con el ojo de quienes tienen la responsabilidad y obligación de colocarse a la altura de los arquetipos y dirigentes de pueblos, encontrarán también las lecciones de los errores que cometimos las generaciones de jóvenes que nos tocó dirigir en aquellos años de luz, los cuales ustedes no deben volver repetir.

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