Salvador Allende lo dijo con énfasis: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. La juventud proporciona la gallardía para ser rebelde, luchar contra el sistema opresor y exigir justicia ante las desigualdades sociales. Hoy lo hace la juventud dominicana vestida de negro, un luto que carga el país completo por los atropellos y el mal uso de los recursos públicos que ha hecho, no un partido, sino un sistema político abusivo y desigual.
Aunque esta vez las protestas tienen un matiz más inclusivo y expansivo, no es la primera vez que la juventud se empodera del clamor social y sale a reclamar lo que está mal. Ya se hizo antes con la Marcha Verde en contra de la corrupción, años atrás de amarillo para mejorar la educación, pero más atrás se hizo en 1984 con la Poblada por el alto costo de la canasta básica.
Y si seguimos están las protestas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en los años 70, la Revolución de Abril de 1965, las conspiraciones contra la dictadura, las luchas contra la invasión de 1916, frentes contra la Anexión a España, los Trinitarios, Independencia Efímera, rebeliones en el Sur, los taínos y así sucesivamente. La juventud siempre lucha, siempre.
Esta vez la causa no es distinta a la de años anteriores, se reclama el orden y la defensa de la democracia, sin embargo, hay un ingrediente que cambia el panorama y nos lleva a una profunda y necesaria reflexión de lo que se quiere lograr con la demanda. El clamor apunta a la renuncia del pleno de la Junta Central Electoral por el mal manejo que han tenido antes, durante y después de suspendidas las elecciones del 16 de febrero ante incompetencias institucionales. No se trata de popi o wawawaaa, sino de dominicanos y dominicanas que demandamos un país mejor, y sabemos que se puede.
¿Dónde está el problema? Las causas sociales deben tener razón y pasión, sobretodo lo segundo. Si hacemos un ejercicio razonable de la petición de renuncia del pleno electoral, es posible que lleguemos a la fatídica conclusión de que la solución saldría peor que el daño actual y si la defensa gira en torno a la democracia, en nombre de ella no podemos caer en un limbo social. ¿Protestar? Sí, pero basando esas protestas en puntos coherentes y funcionales.
Los miembros del pleno de la JCE no deberían renunciar porque, en su defecto, entrarían sus suplentes que son, al igual que ellos, cuadros de partidos políticos y grupos de poder, por lo que sería igual o peor en ese caso. Además, si también se solicita la renuncia de todo el personal electoral, ¿quién organizará las elecciones en cuatro semanas? Los miembros actuales tienen 4 años montando los comicios y todavía, a última hora, hay líos por resolver, imagine lo que pasaría si llega un grupo nuevo que necesita tiempo para ponerse al día y hacer lo que se debe. La demanda debería estar en garantizar comicios diáfanos y luego exigir cambios contundentes.
Supongamos que sí, que el pleno y su comarca renuncie, entonces tendrían que ponerse de acuerdo todos los partidos, legisladores, empresarios, sociedad civil, universidades, organizaciones no gubernamentales, agencias internacionales y la opinión pública para elegir el equipo entrante. ¿Cuánto tiempo toma eso? Le aseguro que en cuatro semanas no se logra y las leyes establecen plazos para celebrar las elecciones, si eso se viola también se estaría violando la democracia en su máxima expresión que es la Constitución. En los gobiernos democráticos, como el nuestro, el voto es la expresión popular, por lo que necesitamos elecciones, y pronto.
Si este pleno renuncia, quienes lleguen serán peones del mismo paradigma rancio que nos tiene la vida jodidos. Entiendo y comparto el reclamo social, también estoy cansado del sistema imperante donde pululan los políticos que tenemos, pero siempre en orden y amparo en lo conveniente.
La juventud criolla, la de siempre, no está perdida ni distraída, estamos atentos a lo que pasa y puede pasar en nuestra tierra. No vamos a permitir que sigan dilapidando nuestros recursos, sin embargo, hago un llamado para que unifiquemos la lucha con criterio porque la pasión es fundamental para levantarnos, pero será la razón la que nos motive a seguir de pie, con el alma tricolor, en defensa de la patria. “Quisqueya, la indómita y brava, siempre altica la frente alzará”.