Jóvenes estudiosos del comportamiento violento de los hombres dominicanos plantearon la implementación de un modelo denominado desmonte de la masculinidad agresora.
Héctor Romero Morillo y Kirsy Santana son licenciados en trabajo social, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y han profundizado en la relación que existe entre la masculinidad dominicana y la violencia a través de estudios realizados en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).
Los planteamientos de Romero Morillo y Santana surgen ante el incremento de los feminicidios en el país que, según la organización Colectiva Mujer y Salud, a la fecha alcanzan las 105 mujeres asesinadas.
Sostienen que el incremento de los casos de feminicidios tiene su raíz en cómo la sociedad ha estado estructurada históricamente. Ponen como ejemplo que desde pequeño se le enseña a los niños que la forma de resolver las diferencias es por medio de la violencia y el ejercicio del poder. Esos niños reproducen los códigos aprendidos.
La sociedad dominicana les dice a los varones que son los fuertes, los que tienen que tomar las decisiones, la cabeza de la familia, los protectores y los proveedores, lo que los moldea hasta creerse que la autoridad se ejerce con violencia, no solo en contra de las mujeres, sino también en detrimento de los niños, de otros hombres y de la naturaleza, expresa Romero Morillo.
Dice que se hace necesario ese desmonte de la masculinidad agresora con la aplicación de otro modelo y las relaciones en las que prevalezca el amor, el respeto, la confianza, la solidaridad, respeto a las diferencias, la comprensión y la comunicación entre las parejas. En que los hombres no crean que sus parejas son de su propiedad.
feminicidas suicidas. Los trabajadores sociales atribuyen el que los feminicidas luego se suicidan a que cuando los hombres acaban con la vida de sus parejas sienten que su vida no tiene razón de ser, porque no existirá a la que tenían como la débil, en contra de quien ejercían poder y autoridad, a través del maltrato.
El modelo de desmonte. La experiencia del modelo de desmonte de la masculinidad agresora fue puesto en práctica en la fiscalía de la provincia de Santo Domingo, mediante un acuerdo con INTEC. Ese modelo fue montado por el doctor Ángel Pichardo Almonte.
En ese modelo, de manera voluntaria los hombres en proceso de justicia por violencia de género accedían a participar en ese programa. Allí se analiza la historia de vida de esos hombres, se ven los hechos que provocaron la violencia.
Regularmente sale el aspecto justificador de cargar la responsabilidad a un elemento fuera de ellos, como el que ella fue que me provocó, fue un empujoncito que yo le dí, fue por la bebida o me volví loco.
Ninguna de esas acciones, dicen Romero Morillo y Santana, justifican la violencia de los hombres en contra de la mujer,
Luego se tiene que dar el proceso de los hombres reconocerse como violentos para abordar otra forma de ejercicio de la relación entre hombres-mujeres, hombres-niños, hombres-hombres y hombres-naturaleza.
Dicen que el hombre no nace violento, sino que se aprehende a partir de los agentes socializadores como el hogar, los medios de comunicación, la sociedad en general.
Acumulación de emociones. Dicen que hace mucho daño el hecho de que los hombres sean formados con restricciones para expresar sus emociones, porque eso tiene una connotación de debilidad. Esa situación también afecta la salud de los hombres.
Expresan que las estadísticas hablan por sí solas. Por los hombres estar limitados cultural y socialmente a expresar sus emociones, un mayor porcentaje muere por problemas de infartos
También limitan el ir al médico porque socialmente se ha establecido que la enfermedad en el hombre es muestra de debilidad. Hay estadísticas también sobre la mortalidad por accidentes de tránsito, siendo los hombres los más afectados.
Responsabilidad del Estado. En la entrevista a los profesionales, realizada en la redacción de HOY, analizaron el por qué aumentan las cifras de feminicidios en el país.
Insistieron en fracaso de las políticas públicas desarrolladas hasta el momento. Entienden que debe haber una política de Estado de desobjetivizar a la mujer.
Asimismo, dicen que hay esfuerzos aislados dentro del Estado que son reactivos. Critican que no se trabaje en la prevención, en la educación, en la parte cultural, en los comportamientos aprendidos que son partes fundamentales para el desmonte de la masculinidad agresora.
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Cifras alarmantes
En lo que va de año, 105 mujeres han caído a manos de sus parejas, según cifras ofrecidas por la organización Colectiva Mujer y Salud. Las mujeres son asesinadas con armas de fuego y blancas, ahorcadas y con palos. La última víctima de esta semana fue Dahiana Josefina Santos, de 23 años, con cuyo caso suman 10 las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en los últimos cinco días.