La encuestadora Asisa Research Group ha dado a conocer un estudio donde revela que “para los jóvenes (dominicanos), la política no interesa y en cambio la consideran una actividad negativa, que no sirve y de la que ni siquiera quieren hablar”.
No podemos negar que parte de los actores de la clase política dominicana ha dado suficientes razones para que la juventud se alejara de las esferas políticas partidarias y proselitistas de la manera en que lo ha hecho. Problemas nacionales no resueltos, indicadores sociales no satisfactorios, inexistencia de un régimen de consecuencias, la corrupción e impunidad son tan sólo algunas de las causas que han provocado el alejamiento de nuestros jóvenes de los escenarios políticos.
Es importante señalar que el ser humano es por origen y definición un “animal político” o “zoon politikón” como lo describiera Aristóteles en su clásica obra Política, pues somos políticos, ya sea porque nos acojamos a las políticas (procedimientos, normas, etc.) públicas, privadas, institucionales, orgánicas; sea porque participemos de ciclos de formación política o por participar activamente en estructuras político-partidarias.
En cada episodio épico de nuestro pueblo nos encontramos con jóvenes jugando papeles protagónicos, tal es el caso de nuestro padre de la patria, Juan Pablo Duarte Díez, quien antes a sus veintiséis años ya había fundado la Sociedad Secreta La Trinitaria y a los treinta y dos vio su sueño de independencia realizado.
Por su lado, Gregorio Luperón, nuestro otro gran padre de la patria, antes de cumplir los veinticinco años de edad ya había alcanzado su propósito de entregarnos la segunda República con el proceso de Restauración de nuestra soberanía e independencia del yugo español.
Como vemos, los dos dominicanos más grandes de nuestra historia encabezaron los procesos patrióticos más gloriosos de nuestro pueblo, pero lo hicieron desde el epicentro de la sociedad, no desde las ermitas.