Jóvenes y alcohol

Jóvenes y alcohol

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Recientemente, el reputado siquiatra José Miguel Gómez publicó un artículo para expresar su preocupación por el aumento del consumo de alcohol entre los jóvenes dominicanos. Escribió que los fines de semana hay un incremento de esta bebida, que el alcohol es la puerta de entrada hacia el consumo de otras drogas como la marihuana, la cocaína, el crack y el éxtasis. También observó que la principal causa de muerte entre los jóvenes locales son los accidentes de tránsito, los cuales están directamente vinculados con el consumo de alcohol.

El artículo me llamó la atención porque se trata de un tema que igualmente me preocupa desde hace años, el cual relaciono, como otros observadores y estudiosos de los fenómenos sociales del país, con el machismo, con la violencia doméstica, con los peligrosos y abundantes accidentes de tránsito, con la pobreza, con el divorcio y otras rupturas familiares, con la deserción escolar y universitaria, con la vagancia, con enfermedades y con cierto desprecio hacia el trabajo como medio legítimo de ganar dinero que uno advierte en nuestro medio.

Todavía a mediados de los años setenta el consumo de alcohol era una práctica reservada a los adultos, particularmente a los hombres. Con el tiempo, sin embargo, esta práctica se ha universalizado. Ahora toman alcohol personas de todas las edades, desde la adolescencia, de ambos géneros y de todos los grupos sociales. Pero es particularmente grave que lo hagan los adolescentes y los jóvenes, los muchachos que debieran estar dedicándose a su formación como personas, al aprendizaje de valores y costumbres en el seno familiar y a la búsqueda de conocimientos para definir su vocación. El estudio Jóvenes-99, publicado en 1999 con los auspicios de la AID, UNICEF, Johns Hopkins University y Promoción de la Juventud, encontró que el 40% de los jóvenes dominicanos consume bebidas alcohólicas, proporción que sube con la edad y con la instrucción escolar. Destaca, además, que el 20% de adolescentes de 12 a 14 años consume alcohol, y que el consumo es prácticamente similar entre jóvenes de ambos sexos. Antes, en 1997, otros investigadores abordaron el tema “Prevalencia de consumo de alcohol y tabaco, y factores asociados, en empresas de zonas francas de Santo Domingo”.  Los principales resultados indicaron que existe una alta prevalencia de consumo de alcohol entre los trabajadores de zonas francas, los empleados que desempeñan labores riesgosas  consumen más que los otros y el 50% de los entrevistados presentaron tendencias al alcoholismo y un 25% tenía evidencias de problemas de alcohol.

 En el 2000 fue hecha otra investigación, titulada “Estudio Nacional de Conductas de Riesgo y Factores Protectores en Escolares”, que implicó una muestra de 2,023 estudiantes de secundaria. Las conclusiones consignan que el 81% de los estudiantes consumió bebidas alcohólicas alguna vez en su vida. El  alcohol, indican los especialistas en el tema, afecta el organismo en su totalidad, particularmente el sistema nervioso central. Su continuo consumo provoca dependencia, fenómeno que limita funciones importantes relacionadas con el cerebro. Todos conocemos amigos, parientes, vecinos, etcétera, que han tenido ante sí un porvenir brillante pero que el mismo ha sido truncado por una exposición temprana al consumo de bebidas alcohólicas. Hemos conocido muchachos y muchachas brillantes a quienes el alcohol les ha impedido utilizar sus habilidades e inteligencia, y todos sabemos de familias ejemplares que se van a pique porque uno de los cónyuges cae en el vicio fatal del alcohol.

Los estudiosos de los accidentes de tránsito como la principal causa de muerte en el país han planteado la incidencia del alcohol como una causa de primer orden. La violencia que tanto preocupa a los dominicanos tiene entre sus causas, según ha explicado el Procurador General de la República, el consumo de bebidas alcohólicas. Tan determinante es este hecho en todo tipo de violencia, que este funcionario ha planteado que se hace necesario establecer horarios para permitir la venta de estas bebidas. En resumen, las evidencias de los daños que el alcohol está provocando en la sociedad dominicana son conocidas por todos porque las tenemos ante nuestros ojos. Otra cosa es que no se quiera ver así. Quienes plantean que será difícil desarrollar una nación tan expuesta a “la bebida”, a los juegos y a la chercha que fomenta la vagancia, tienen razón. Se hace necesario ayudar a los jóvenes a alejarse del consumo negativo del alcohol, y esa ayuda puede provenir de políticas públicas que respondan a los intereses juveniles, de programas diseñados por organizaciones no gubernamentales, por iglesias, por clubes deportivos y culturales, por universidades y por las entidades empresariales. Si no lo hacemos ahora, si no escuchamos el campanazo del siquiatra José Miguel Gómez, dentro de unos pocos años podría ser tarde. Recordemos que el alcohol es responsable, en nuestro medio, de la epidemia de accidentes de tránsito, y es la puerta de entrada al consumo de drogas.

bavegado@yahoo.com

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