Jóvenes y reguetón
La vida de nuestros jóvenes está llena de vacíos de oportunidades

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En nuestra sociedad las medidas represivas y conservadoras siempre se justifican con la “supuesta defensa de la moral y las buenas costumbres”. Así aparece en el comunicado de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos del 6 de febrero para prohibir la difusión de once canciones de reguetón y rap. En las culturas no existen buenas ni malas costumbres.  Establecer esta discriminación es obviar y excluir la diversidad y los cambios continuos de la cultura que son parte de su esencia.

La antropología social en su análisis de la cultura excluye la referencia a cultura buena o mala, costumbres buenas o malas.

Tanto la música clásica como la popular en todas sus épocas, han sido y son el reflejo de su contexto social, al igual que todas las manifestaciones artísticas. La existencia de letras de canciones de reguetón con referencia a: consumo de drogas, violencia juvenil, violencia contra la mujer y erotismo se debe a su permanencia en nuestra sociedad en todos los ámbitos. La prohibición de las letras de once canciones no erradica los cimientos de la realidad expresada por ella. La vida de nuestros/as jóvenes está llena de vacíos de: oportunidades, espacios recreativos, alternativas educativas y fuentes de empleo. Estos son los factores que acrecientan la delincuencia, la violencia y el consumo de drogas. El contenido sexual  del reguetón no es un fenómeno nuevo en nuestra sociedad. El erotismo integra nuestra identidad afrocaribeña por ello su presencia en merengues, bachatas, baile de palos y baladas en toda nuestra historia.  El erotismo se encuentra en nuestra cotidianidad en: la forma de caminar, gestos, lenguaje, forma de vestir y de ser.

La violencia contra la mujer expresada en el uso de términos ofensivos y discriminatorios hacia ella está presente en la vida diaria. Muchos merengues, baladas y bachatas de décadas anteriores y actuales reproducen esta agresividad contra la mujer. Desmontar toda esta violencia presente en la construcción de la masculinidad supone generar cambios en los patrones de socialización de hombres y mujeres.

Nuestra sociedad debe romper con estas actitudes autoritarias y conservadoras que desconocen la realidad y la cultura juvenil y reprimen sus expresiones. Nuestros/as jóvenes deben ser una prioridad de Estado y de desarrollo de políticas claras dirigidas a cambiar sus condiciones de exclusión e inequidad. El reguetón y el rap deben ser incluidos en procesos educativos reflexivos y problematizantes en los centros educativos para analizar sus textos, contexto social y revertir su significado. Se debe estimular y apoyar los grupos de reguetón alternativos que existen en barrios y comunidades  y difundir su producción.

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