Juampa y Mariano Hernández CARNAVAL Y ARTE

Juampa y Mariano Hernández CARNAVAL Y ARTE

 

El arte es ilimitado en expresiones y materiales. El cuerpo humano puede ser sujeto y objeto, sustituir el lienzo, el papel u otro soporte, temporalmente llevar aplicados sobre la piel formas y colores.
Desde tiempos inmemoriales y en todas las civilizaciones, hay muchas maneras de realizar obras sobre el cuerpo y exaltarlo con distintos fines.
En el carnaval, el cuerpo entero es un territorio de arte que se transforma, física y sicológicamente. Se mueve, se detiene, marcha, baila, solo y más en grupo, al compás de la música o de ritmos interiores. Se le ponen capas pictóricas, adornos, accesorios, atuendos, vistosos siempre y extravagantes a veces. Esta metamorfosis suele corresponder a una identidad cultural, anclada en la tradición secular, pero frecuentemente enriquecida por la creatividad popular contemporánea.
Juampa, artista y humanista. Probablemente no hay en el carnaval dominicano una personalidad, un prosélito, un héroe del desfile carnavalesco, comparable a Juampa. Sus dotes y sus datos se recuerdan a cada momento: aparte de esa maestría “espectacular” – en sentido propio– : él, Juan Francisco Vásquez para el estado civil, es maestro universitario ilustrado y querido por sus discípulos. Su cátedra imparte las asignaturas como, por el ejemplo, su enseñanza de los disfraces faciales y corporales ha ido motivando e inspirando a incontables seguidores.
Juampa es oriundo de Cotuí, lo lleva en la sangre, lo tiene a orgullo. Hoy, en día, este polifacético profesional, solicitado, requerido, premiado, únicamente se dedica al carnaval de Cotuí, porque ese ha conservado, de manera excepcional su idiosincrasia, su autenticidad, su pureza.
Este año, el rostro y ya proverbial cráneo “rapado” lucieron una fiesta de diseños y de colores, aureolados por una inmensa construcción armoniosamente abigarrada.
Su traje entre cuello /collar de plumas llameantes y metáfora de follaje luminoso no era de fantasía, sino una epopeya visual al esplendor de la naturaleza. Es más, Juampa se convirtió en hechicero casi temible, en un shakespeariano bosque viviente… ¿Quién hubiera reconocido aquella máscara mágica centelleante?
Felizmente, allí estaba Mariano Hernández, el amigo, el fotógrafo, el artista, y su lente perennizó la transfiguración asombrosa. No nos cansamos de afirmar que, trátese de pintura, escultura, instalación, artes plásticas o populares, y del carnaval como categoría predilecta, su lente, ágil, experto e inagotable, los capta admirablemente, él se ha especializado en la fotografía de la escena carnavalesca, nacional y caribeña, y ese género le ha valido una muy bien ganada reputación internacional.
Así, el 27 de febrero, sus fotos de carnaval acaban de ser exhibidas por la Embajada Dominicana en Londres, una conmemoración que dicen inolvidable de júbilo, belleza y dominicanidad… Por cierto, entre las imágenes, no faltaban algunas, sobresalientes, de Juampa.
Es que la iconografía de Mariano Hernández posee una expresión y una fuerza poderosísimas.
En ella coexisten concentración y frenesí aunados, impronta del talento personal y sincretismo visual del tema carnavalesco… Las fotografías –él ha tomado millares, pues su archivo es incontable– y los videos sueltan aquella energía comunicante, correspondiendo real-maravillosamente a la exaltación vivida.
En pocas palabras, reportero y artista, testigo y creador, Mariano –¡su nombre basta para identificarlo!– produce una obra apasionante, que manifiesta a ambas personalidades, la suya y la de los protagonistas del carnaval.
Un proyecto apasionante. Ahora, Mariano Hernández, Juampa y decenas de artistas plásticos son los autores mancomunados de un proyecto extraordinario, a realizarse por primera vez en República Dominicana, y que podremos disfrutar permanentemente gracias a un libro. Suma evidentemente pintura y fotografía, y nueva vez Juampa es el héroe, el soporte, el instrumento en vivo de una idea brillante y empresa original.
Aquí, retornamos a la pintura corporal y a su índole de arte efímero, al través de un ensayo pictórico fugaz y lúdico, por tanto inscrito en las prácticas contemporáneas del arte “que-se-está-haciendo” según lo definen corrientemente.
A sugerencia de un miembro de su familia, inspirado por las metamorfosis del carnaval y también por una fisionomía radiante, Mariano invitó a artistas amigos –¡quien no es su amigo en el arte nuestro y caribeño!– para que ellos pinten al gran Juampa, su rostro emblemático, su cráneo lustroso, y, si lo deseaban, un gigantesco cuello de cartón…
El proceso se convirtió en un taller experimental, donde cada creador diseñaba y aplicaba pigmentos especiales, con total libertad, sobre una cabeza, más que consentidora, cómplice… Es una obra fugaz, que perdura el tiempo de la sesión pictórica, pero a mostrar y conservar:
Mariano la retrató con entusiasmo, dedicando cientos de tomas a cada una, a la inventiva de cada artista. Y Juampa no solamente “aguantaba” pinceladas, texturas, capas, grumos, a veces collages y ensamblajes, sino que obviamente los gozaba, desplegando su inconfundible sonrisa.
El resultado fascina por su riqueza de formas y coloridos, de significación y lirismo, gracias a temperamentos e iconografías diferentes… que solemos apreciar sobre papel y lienzo. Todavía es muy pronto para conocer a cada uno de los artistas -cooperadores, solidarios y perteneciendo a varias generaciones–, pero aparentemente son más de treinta. Una ínfima minoría no ha querido ceder su exclusividad.
Maestros y maestras han sido particularmente entusiastas… y, desde ya, podemos citar a Ramón Oviedo, que, sobre aquel soporte inusual, ha hecho probablemente su última obra, antes de dejarnos entristecidos con su memoria y su genio. Trazó motivos decorativos, ligeros y gestuales, poéticos y refinados, el blanco convirtiéndose en la huella del adiós. ¡Cuánta emoción y gratitud!
El arte dominicano siempre sorprende: Juampa y Mariano, en esta época de carnaval, nos llenan de felicidad, de los ojos al corazón, junto a nuestros pintores, en un proyecto, magnífico e irrepetible.

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