POR ÁNGELA PEÑA
Podrá ser el más criollo de nuestros poetas, el que cantaba como los ruiseñores del bosque, inspirado tan solo por la naturaleza, como lo describía el sociólogo José Ramón López; el príncipe de nuestros vates populares, según Vetilio Alfau Durán o el poeta nacional que ha interpretado con más vigor la idiosincrasia de nuestras clases rurales, al decir de Joaquín Balaguer, pero Juan Antonio Alix, el que con mayor profundidad y gracia dejó el más rico acervo para estudiar la identidad y el habla popular del dominicano, no merece que una calle de Santo Domingo lleve su nombre porque es un ejemplo negativo del deber ser de un ciudadano, ya que se aprovechó de la política para lucrarse.
Así opina el historiador Santiago Castro Ventura luego de un prolongado y ponderado estudio de la conducta del llamado Cantor del Yaque, al que califica de cortesano. Aunque la impetuosidad de su lírica folklórica es indisputable, es harto deplorable que su genialidad artística fue puesta al servicio de una infame tiranía como la de Ulises Heureaux, significó el minucioso investigador y pediatra.
Manifestó que el distinguido costumbrista fue un adicto al ditirambo y a la dádiva de Estado, gacetillero de tanto por cuartilla, soplón de los nobles intentos de soldados de la Patria, cambiador de casaca cada vez que llegaba un nuevo gobernante. Pese a su inveterada práctica antinacional, para la clase dominante Alix ha sido el modelo ideal, partiendo exclusivamente de su destreza como decimero, soslayando el papel nocivo que jugó en eventos cardinales como la Restauración, los Seis Años de Báez y la tiranía lilisista, expresa Castro Ventura en un extenso trabajo titulado Juan Antonio Alix: Cortesano de Lilís.
Señala que después de implicado en la conspiración contra la Anexión a España, en 1863, prófugo, decidió entregarse y se convirtió en delator de sus compañeros, llegando a ostentar el rango de Teniente de la Reserva Anexionista. Denunció ante el intruso invasor, agrega, los planes de los valientes hombres de Capotillo. En esa época, según escribe el médico, comenzó Juan Antonio Alix su vergonzosa carrera de confidente y adulador que solicitaba prebendas o pago de servicios.
El cinco de mayo de 1864, apunta, suplicaba al Capitán General en Santo Domingo, desde Santiago de Cuba, que se le revalidara su empleo en el Ejercito Español donde deseaba sacrificarse contra los rebeldes pues, habiéndose perdido cuanto tenía y reducido a los quince pesos que le daban de sueldo, como Teniente, no podía ni mantenerse.
Luego de la salida de los españoles, sin inmutarse, volvió a convertirse en dominicano y publicó varias décimas en honor a los Restauradores. En los tiránicos Seis Años de Báez se cobijó bajo el baecismo, después sirvió al autoritarismo de Ignacio María González, escribe Santiago Castro.
Decimero de Lilís
Fue un lisonjero del tirano Ulises Heureaux y Castro Ventura publica sus cartas de adhesión con el anuncio de sus décimas, por las que le pasaba factura, enfrentando con ingeniosas espinelas a críticos y opositores del caudillo. El seis de febrero de 1896 le comunicaba al dictador: Ahí le mando ese buscapié que es de actualidad y convendría mucho largarlo por toda la República para que vean cómo progresa esto por acá y para que sepan que usted no está en el poder rascándose la mandarria.
Le aconseja a Lilís: Lea estas décimas con mucha atención, que encierran muchas cosas convenientes y son de oportunidad ahora que está este pueblo medio disgustado por varias cosas que han pasado y que usted no las ignora, según he sabido. Le comunicaba que el pueblo estaba triste, pero no por el arranque, refiriéndose a la crisis económica provocada por las famosas papeletas de Lilís, y concluía la misiva poniéndole precio al servicio: Estas décimas no las mandaré a imprimir hasta que usted no le mande una orden a Chichí Pastoriza para que me pague la impresión… Acuérdese que yo soy un gallo aquí para la propaganda. Posiblemente, para ese tiempo fue que escribió: Señores, no hay más que hablar/ ni andar con más cantaletas, / maldiciendo papeletas/ ni a este grande malestar./ Pues no dilata en llegar/ Lilís cantando alegría, / con buen oro en demasía/ y con giros igualmente / que tan pronto se presente/ se acabó la carestía.
Todas sus misivas son de oferta de décimas con cobro y promesa de ponerlas a circular en todo el territorio de la República. Otras son pidiendo dinero. Motivaba su creación afirmando que largaría un torpedo para contrarrestar enemigos y disgustos. Si usted quiere verme contento, contésteme con prontitud, porque a mí no me agrada mucho que no me hagan caso, comunicaba Alix. Castro Ventura comenta en sus notas que Juan Antonio Alix alertaba a Heureaux sobre actividades antigubernamentales en Santiago.
Se autoproclamaba El cantor de Lilís, le pedía cincuenta estacas, dos billeticos de 25 para arreglarse el flusito y algo más,
que necesito, despotricando contra el culebrón del padre Nouel que le negaba dinero para la impresión de sus composiciones. Le recordaba ser de sus amigos viejos.
Alix, que había cantado décimas enaltecedoras a Juan Isidro Jimenes Pereyra, cambió el rumbo de su lira cuando éste cayó y lo mismo hizo con Lilís, luego de ajusticiado. Entonces se burló del que con tanto servilismo exaltó como El jefe más distinguido, El Ilustre ciudadano: En la puerta de la Iglesia/ Dicen que sale Lilís/ Preguntándole al que pasa/ Cómo se encuentra el país/ Y una vieja que lo vio/ Le dijo a ese condenado: / El país que tú has matado/ Y en tus manos se arruinó/ Un buen gobierno encontró/ que la gente buena aprecia/ Pero nunca lo desprecia/ como a tu maldito mando/ Que por esto estás penando/ en la puerta de la Iglesia.
Entonces, indica Castro Ventura, se dedicó a alabar a Morales Languasco y a Mon Cáceres, que sin empacho desarrollaron actividades que culminaron con la convención dominico-americana de 1907 que dio al traste con la soberanía nacional, en 1916.
Por todo este proceder, el doctor Santiago Castro Ventura entiende que debe eliminarse la calle que le rinde tributo al popular poeta. Juan Antonio Alix es un ejemplo negativo. Le sirvió a todos los gobiernos de turno, fundamentalmente a los autoritarios, con el único propósito de sacar beneficios personales. Es una pena que otros cantores populares, tal vez con una obra superior, estén en el anonimato porque no contaron con el aval para su difusión debido, seguramente, a que estaban vinculados a la verdadera realidad social del país, no tuvieron el apoyo gubernamental de Juan Antonio Alix y por eso se perdieron.
Entiende que su obra debe ser difundida y analizada, pero críticamente, sabiendo que no es un ejemplo a imitar. Juan Antonio Alix no debe considerarse como un buen modelo para el desarrollo de la dominicanidad y por tanto, no merece una calle, jamás.
Juan Antonio Alix
El Cantor del Yaque, del que dicen que nació en Moca, dejó una rica producción de más de tres mil décimas que distribuía en hojas sueltas y en copias manuscritas, muchas de las cuales se han publicado en libros. Era hijo de Félix Alix y María Rodríguez. Murió en Santiago de los Caballeros, viudo, el 15 de julio de 1918, a los 86 años de edad.
Además de sus décimas publicó Viaje de Gerardo Etanislao por la mayor parte de los pueblos de la República Dominicana. Sus espinelas son de corte político, religioso, social, romántico, amoroso, histórico y erótico, aunque estas últimas Balaguer las considera pornográficas. Fue en sus composiciones de carácter pornográfico, dice, que Juan Antonio Alix derramó, a manos llenas, la sal de su genio desenfadado. El gran poeta desciende a los bajos fondos de la ciudad, a los antros en que el río de la vida acumula sus heces milenarias y recoge sin ningún escrúpulo todo lo que se arrastra sobre ese muladar humano… Nos da siempre una visión grosera, pero exacta… .
Agrega que a nadie se le podría aplicar con tanta justicia, como a Juan Antonio Alix, la famosa frase que empleaba Flaubert para referirse a la fuerza con que el genio de Solá se levanta sobre las inmundicias que derramó en sus obras el patriarca del naturalismo: Es un coloso con los pies sucios
La calle
Como muchas otras de Alma Rosa, la calle Juan Antonio Alix, ubicada en el Respaldo que lleva el nombre de ese sector, no está rotulada en ninguna de sus esquinas. Pero pobladores de la vía tan antiguos como Ernesto González Sánchez y Vinicio Lora, dicen que desde hace alrededor de 20 años fue bautizada con el nombre del popular poeta. Anteriormente se le llamó Calle 12. Nace en la carretera de Mendoza y termina en la Francisco Segura Sandoval.