Juan Batlle, M.D.

Juan Batlle, M.D.

Se conoce mi renuencia a premios, homenajes, reconocimientos y hasta condecoraciones, que porque aquí «se dan silvestres», vuélvense insustanciados o inorgánicos. La más alta condecoración del Estado, que honra los nombres de los fundadores de la República, se la ha visto a cada momento vapuleada desde el Poder, casi hasta la degradación. Mi renuncia no impide comprender que siempre habrá personas con méritos acumulados, a través de muchos años, para que se les reconozca y premie por sus aportes a la sociedad, sea en lo científico, religioso, cultural o artístico en sentido general, deportivo, empresarial o cívico.

Ese es el caso del Dr. Juan Batlle, M.D., médico neuroftalmólogo, a quien la Cámara de Diputados, honrándose al tenor del postulado del apóstol cubano José Martí, ha honrado justicieramente otorgándole un Pergamino de Reconocimiento, por iniciativa del diputado ocoeño Manuel Julio Pimentel, que recibió el doctor Batlle acompañado por su esposa Yolanda Logroño de Batlle.

El pergamino patentiza «los valiosos aportes del facultativo, tanto nacionales como internacionales, en la cirugía ocular», además de que ha desarrollado un ejercicio profesional «que ha dignificado a la clase médica dominicana, y exaltado el nombre del país durante más de dos décadas». Los diputados han reconocido también la destacada labor docente del doctor Batlle durante muchos años, como también «haber puesto al alcance de las clases pobres las más avanzadas técnicas de la oftalmología». Asimismo, el mérito de haber descubierto y ser pionero en la cirugía ocular mediante el uso de membrana amniótica humana deshidratada. de su sensibilidad profesional habla su labor en el Hospital doctor Elías Santana, de Los Alcarrizos, conocido como «de los americanos», convertido gracias a sus esfuerzos en el centro de atenciones oculares más completo para la gente pobre.

Por formación familiar tiene le Dr. Batlle una arraigada devoción cristiana. La práctica mediante la caridad. Cree que «es un ministerio poder ayudar a una persona pobre en momentos de necesidad». Sabe que «Cristo no quería que se hicieran saber sus milagros, sino que los hacía para ayudar a los que en El creían».

Egresado de la Duke University de Carolina del Norte, Estados Unidos, realizó estudios de post grado en el Bascom Palmer Eye Institute de la Universidad de Miami. En 1995 fue figura preponderante en la realización de la primera Encuesta Nacional de Ciegos y Diabéticos, que sirvió para emprender, junto con otros facultativos, un sofisticado programa de prevención de la ceguera en el país. Entre otras informaciones, la citada encuesta reveló que tanto como en otros países, aquí no es buena la distribución de médicos oftalmólogos, porque están concentrados en las ciudades principales. Como consecuencia, la mayoría de la gente de otras comunidades carece de atenciones en salud visual.

El Dr. Batlle preside el Banco Dominicano de Córneas que fundó hace varios años. Desde allí impulsa la creación de una cultura de donación de ese órgano, de suerte que las córneas de una persona fallecida hagan el milagro de que un invidente pueda recuperar la visión. Es creador de la Fundación Centro Laser y preside el Centro de Microcirugía Ocular y Laser. Ha dicho que descubrió el mundo de la prevención de la ceguera en la Fundación Oftalmológica de Santander, expandiéndose sus horizontes en el Instituto de Oftalmología de Londres, donde se dio cuenta «de que la prevención de la ceguera no era equivalente a la oftalmología».

NO ha querido el doctor Batlle, pero aún tiene tiempo para ser abeja reina en la colmena del servicio leonístico. Ha preferido mantenerse como afanosa abeja obrera, no para la elaboración de la miel que dulcifica paladares, sino en la de la miel del servicio que consuela, alivia y cura. Su ingreso al club de leones data de 1986. Diez años después recibió el Premio Dr. Enrique Lugo Silva como León Más Destacado del Año en su distrito. En su organización olvidada, si alguna vez o supo, de que «vale más un puñado de abejas que un saco de moscas», como dicen los persas, y que por olvidarlo se desentendió de la calidad para preferir la cantidad, el Dr. Batlle es un punto luminoso de prestigio y decencia personal.

Privilegiados mi familia y yo, desde hace varios años, con la amistad de la familia Batlle-Logroño, que nos honra y valoramos en su justa medida, compartimos con su núcleo familiar la satisfacción del merecido reconocimiento otorgado por los diputados a su padre.

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