Juan Bó Vs. Juan Bosh

Juan Bó Vs. Juan Bosh

Respondo a lectores que me que preguntan por qué escribo indistintamente Juan Bó, con la fuerza con que lo pronuncia el pueblo, así con tilde pese a ser monosílabo, al que cariñosamente el pueblo lo llamó El Ovejo, por la rizada cabellera blanca familiar desde la edad madura.

Y que también escribo Juan Bosch con las s y ch que le dan origen holandés, alemán y algo de francés al apellido; y delcatalán: “nombre habitacional de un lugar llamado Bosc(h), del latín tardío boscus ‘bosque’, de donde debe venirle el apellido a don Juan pues se sabe de su ascencencia catalana.

Conceptualizando políticamente hay un Juan Bó progre, ético, literato de avanzada, el hombre que sacrificó buena parte de su vida, dedicándola a la pedagogía democrática, a darle  a conocer al pueblo nuestra historia y lucha por la libertad y la democracia.

El intelectual que pese a ser autodidacta, desarrolló una carrera literaria y una formación sociológica e histórica que honra y prestigia internacionalmente a los dominicanos.

Juan Bó, el hombre austero que cuando la oligarquía y la jerarquía católica y sectores de poder de Estados Unidos se confabularon para derrocarlo de la presidencia de la República, por ser un ciudadano latinoamericano que defendía la independencia y los intereses de su región y sus pueblos, devolvió los muebles que había cogido fiao a la Curacao.

El Juan Bó al que pese a haber sido presidente de la República y tener una reputación que, como es típico, otros políticos habrían usado para enriquecerse, un  grupo de amigos tuvo que regalarle una casa, porque había entrado a la vejez sin morada propia.

Ese hecho, por cierto, evidenció la degeneración ideológica y política que ya corroía a los peledeístas, pues buena parte de sus dirigentes tomaban a burla la donación señalando lo pendejo que era El Viejo, pues había llegado a la vejez sin siquiera tener casa propia.

En vez de destacar la integridad del político que contrario a dedicarse a acumular riquezas a nombre propio o de testaferros, centró sus esfuerzos y tiempo en la educación política del pueblo.    

Y hay un Juan Bosch autócrata, egocéntrico, incapaz de hacer sinergia, alianzas para impulsar el desarrollo económico y social del pueblo.

 El Bosch que cuando la mayoría del pueblo votó por el cambio con Antonio Guzmán y el PRD en 1978, propuso que esa voluntad popular fuera usurpada por una junta de gobierno.

Esa propuesta de Bosch, que desde 1973 había formado al PLD, no prosperó porque la burguesía de Santiago, organizada en la Asociación para el Desarrollo, líderó una demanda nacional bajo la consigna ¡Respeto a la Voluntad Popular!, que puso fin a las pretensiones autogolpistas de Balaguer y al invento antidemocrático de Bosch.

Está el Juan Bosch que pese denunciar en 1990  un “fraude colosal” de Balaguer para robarle las elecciones de ese año,  apenas 6 años después, en 1996, se alía a Balaguer, el caudillo heredero del trujillato, para impedirle a José Francisco Peña Gómez, el más extraordinario líder popular dominicano de todos los tiempos, ser presidente de la República para entronizar a Leonel Fernández en el poder.

¿Cómo explicar esa doble conducta entre un Bó popular, democrático, honesto, educador cívico, y un Bosch que se confabula con el heredero o “cortesano” del trujillato, con toda su herencia tiránica, de saqueos, terror político y que incurrió en los más abominables crímenes cometidos a mansalva contra el pueblo dominicano?

Tengo la convicción, basada en los hechos y posiciones asumidas pública y objetivamente por el contradictorio binomio Bó Vs Bosch, de que esa doble personalidad fue un aborto del laberinto en que se debatió la vida del don Juan político, que debía ser pragmático, coger y dejar, ceñirse a las conveniencias coyunturales…

Y la personalidad del don Juan artista, el ser humano concentrado en la corrección con que debía hilvanar su prosa impecable para crear literatura, cuentística perfecta.    

Esa bipolaridad entre el creador centrado en la perfección de la obra humana, y las sinuosidades típicas del político, también humano, formaron esa tormenta perfecta que convivió en la personalidad del Juan que negaba al otro Juan.

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