Juan Bosch: a 61 años del golpe que truncó la primera democracia dominicana

Juan Bosch: a 61 años del golpe que truncó la primera democracia dominicana

El 25 de septiembre de 1963 marcó uno de los episodios más oscuros en la historia política de la República Dominicana: el golpe de Estado que derrocó al presidente Juan Bosch, apenas siete meses después de su toma de posesión. Este hecho no solo puso fin al primer gobierno democrático en más de seis décadas, sino que desencadenó una serie de eventos que sumieron al país en una etapa de inestabilidad y conflicto.

Bosch, líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), fue electo en diciembre de 1962 tras el fin de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Su gobierno se caracterizó por un enfoque progresista y socialdemócrata, con reformas orientadas a transformar el país desde sus cimientos.

Las iniciativas de Bosch se centraban en la transparencia gubernamental, la redistribución de tierras, la defensa de los derechos laborales, y la reducción de precios en la canasta familiar.

Además, impulsó la creación de escuelas y la mejora del sistema educativo, y trató de limitar el poder de los sectores oligárquicos y militares, lo que lo puso en conflicto con estos grupos.

Antes de ser exiliado, el profesor Juan Bosch escribió una carta que fue publicada el 26 de septiembre, donde reafirmaba sus principios de justicia social y democracia: “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social”.

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El compromiso de Bosch con la transparencia y los derechos humanos fue un sello distintivo de su gobierno. En la misma carta, aseguró: “En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones”.

En su mensaje final, Bosch también defendió la importancia de la libertad y el respeto al orden público: “Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad. Los hombres pueden caer, pero los principios no”.

Finalmente, el presidente depuesto dirigió un llamado al pueblo para proteger la democracia: “Nosotros podemos caer, pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo”, concluyó la carta.

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La madrugada del 25 de septiembre, un grupo de militares liderado por el coronel Elías Wessin y Wessin, con el apoyo de sectores conservadores, ejecutó el golpe que derrocó al gobierno de Bosch. Justificaron la acción bajo el pretexto de una supuesta infiltración comunista, en un contexto de Guerra Fría marcado por la influencia de la Revolución Cubana.

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El golpe interrumpió una democracia emergente y provocó una era de inestabilidad. El régimen provisional impuesto por los militares generó un fuerte descontento, que desembocó en la Revolución de Abril de 1965, un levantamiento cívico-militar que buscaba el retorno de Bosch al poder. Este conflicto culminó con la intervención militar de Estados Unidos.

Hoy, a más de seis décadas del golpe de Estado, Juan Bosch sigue siendo recordado como un símbolo de la lucha por los derechos del pueblo dominicano. Aunque su gobierno fue breve, su legado perdura en la historia del país, marcando un antes y un después en la búsqueda de justicia social y democracia.