Juan Bosch, a los diez años de su partida

Juan Bosch, a los diez años de su partida

Con su muerte el 1 de noviembre de 2001, Juan Bosch les estropeó ese mes y el de los demás años a muchas gentes. Ningún dominicano que conociera la trayectoria de tan insigne personaje, que se identificara con su proceder de político de primera y de ciudadano ejemplar ha quedado con ánimo de celebrar, como mandan nuestras costumbres caribeñas, el cumpleaños propio o el que un ser querido cumpla en ese mes. Tampoco ningún otro motivo.  A partir de la muerte de Bosch, noviembre se convirtió —para los dominicanos en referencia— en un mes de luto.

Y no es para menos. En Bosch teníamos a nuestra más elevada cifra. Era un portento de virtudes, desarrolladas todas en su máxima expresión.  Quizás la mejor definición que de él se aventurara a lanzar alguien la dio Virgilio Díaz Grullón. Con  la clarividencia propia de los artistas de su estirpe, don Virgilio lo definió como un hombre-multitud.

En Juan Bosch tenemos el maestro del cuento, género cuyo dominio lo sitúan entre los mejores del continente y el mundo. Además  al autor de novelas, poesías y biografías que si algún día dejan de leerse por su valor histórico se continuarán leyendo por su contenido literario.

Pero también tenemos al historiador consagrado que no se conforma con decir lo que pasó sino que explica sus causas profundas y las razones que motivaron las actuaciones de sus responsables, aunque en  ese propósito tenga que disentir de verdades sólidamente  arraigadas. Viene a cuento su  afirmación de que Gregorio Luperón no escribió la autobiografía que se le atribuye y el haber sacado a Gaspar Polanco del olvido al que nuestros historiadores lo habían condenado.

La economía fue otra de las disciplinas que dominó con maestría. Ahí quedan sus estudios sobre la inflación y las causas de la crisis mundial. También la sociología, cuyo conocimiento lo llevaron a avanzar una clasificación de los sectores sociales que componen nuestra sociedad.

Sin embargo, no hay actividad en la que descollara tanto como en la política. Su dominio de este quehacer lo llevó a convertirse en uno de los más grandes líderes que hemos tenido y a ser el único que ha fundado dos partidos que se convirtieron en las principales organizaciones del  país, y, cada una en su momento,  ha ejercido el poder político.  Además es autor de ensayos y tesis que han recorrido el mundo sobre la cabalgadura de los más variados idiomas, como es el caso de El pentagonismo, sustituto del imperialismo.

Si en algo consuela el haber perdido a noviembre como mes  de celebración  es  el criterio de que nos han quedado  las obras y el ejemplo de Juan Bosch como estímulos para ser mejores ciudadanos,  conscientes de nuestras responsabilidades sociales y deseosos en ser útiles. Esa, nos parece, sería una buena manera de empezar a recordarlo en el primer decenio de su fallecimiento.

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