Juan Bosch contó, en 1962, con la
comprensión del Presidente Balaguer

Juan Bosch contó, en 1962, con la <BR>comprensión del Presidente Balaguer

POR ÁNGELA PEÑA
Después que abandonaron el país, acosados por el pueblo que clamaba por un acelerado proceso de destrujillización tras el tiranicidio, Héctor y Petán Trujillo supuestamente regresaron a Santo Domingo y “saquearon los millones de dólares que dormitaban en los cofres del Banco de Reservas, con lo que dejaron el país exangüe en el plano financiero”.

La aseveración es tan reveladora como la afirmación de que tres antiguos exiliados antitrujillistas, miembros prominentes del Partido Revolucionario Dominicano, visitaban a Ramfis Trujillo y que, por otro lado, Joaquín Balaguer era entonces el protector del profesor Juan Bosch.

Los datos aparecen en el libro Final de ensueño en Santo Domingo, escrito por Fabio Rafael Fiallo, que describe el panorama político, social, económico, cultural de la República Dominicana desde la desaparición de Trujillo hasta los primeros años de gobierno balaguerista de 1966, aunque el mayor énfasis está puesto en el agitado periodo de 1961-1963. Fabio Rafael Fiallo es un prestigioso economista, nieto del doctor Viriato Fiallo.

Al PRD, asegura, “el poder no lo molestaba en absoluto. Al contrario. Ninguna incursión de la policía en su sede central. Ningún arresto de sus dirigentes. Ni heridos ni muertos en las manifestaciones. Incluso logró la hazaña de retransmitir su segunda manifestación en el parque Colón, el 16 de julio de 1961, en nada más y nada menos que ¡Radio Caribe!….”, expresa. Agrega que los dirigentes de esa agrupación “ponían un celo sorprendente en no enfrentarse al poder, en no irritar a los Trujillo o a Balaguer”. Los discursos, añade, fueron revisados con mucha atención y con mucha sensatez “para borrar cualquier palabra ofensiva con respecto al régimen”.

Apunta Fiallo que el PRD declaró abiertamente que se podía proceder a la democratización de las instituciones sin que tuviera que irse Ramfis, con lo que aportaba, a su juicio, “una ayuda al régimen en dos frentes diferentes”. Indica que de esa manera se establecía “disimuladamente una complicidad entre trujillistas y el PRD”. Y que “Basta ya”, la consigna de La Unión Cívica Nacional, contra “Borrón y Cuenta Nueva”, de los perredeistas, se perfilaba antes de finales de 1961 “como la alternativa a partir de la cual la República Dominicana iba a decidir su destino”.

Según Fiallo, el partido blanco “operaba ya en el terreno con una facilidad indiscutible. No hay que olvidar que había sido el gobierno de Balaguer, con el acuerdo de la familia de Trujillo, el que lo había invitado a volver al país… El ministro de Educación fue incluso a recibir al aeropuerto a los dirigentes y se le encargó la función de servir de intermediario entre ellos y el gobierno”.

Cita la transmisión de la alocución de Bosch por La Voz Dominicana y en cuanto a la conversación de los lideres del PRD con Ramfis, anota: “Los tres antiguos exiliados (Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo) visitaron a Ramfis Trujillo, primogénito del tirano y nuevo jefe del ejército y, en la amistosa entrevista, el Trujillo más poderoso se apresuró en comunicar todos sus números de teléfono a tan cordiales oponentes y les rogó que los utilizasen siempre que se viesen en peligro. Las relaciones entre el gobierno y el PRD eran, en resumidas cuentas, de lo más corteses”, enfatiza.

BOSCH Y TRUJILLO

El libro hace una extensa relación de la conducta de Bosch desde mucho tiempo antes de su partida al exilio hasta pasados los años 80. Tras declarar que en una lista de tres mil personas que los Trujillo planificaban eliminar no figuraba el profesor pues se le consideraba “no peligroso”, el culto y fino escritor manifiesta: “Además del eslogan “Borrón y cuenta nueva”, un periodo del pasado político de Bosch reforzaba la benevolencia de los trujillistas para con él: la postura que había adoptado en Santo Domingo antes de exiliarse a finales de los 30 no dejaba de tener ciertas zonas oscuras”.

Dice que en 1934, “cuando las víctimas del dictador se contaban ya por millares, Bosch apoyaba en la prensa la reelección de Trujillo” y que “un año más tarde, tras el descubrimiento de un complot destinado a derrocar al dictador, Bosch escribía un artículo controvertido, titulado “El sino de Trujillo”, en el que se apiadaría del tirano por los supuestos sacrificios personales que le imponía su condición de “Jefe”: los de tener que soportar sin descanso la carga, el peso, que representaba la dirección de la República Dominicana”. Como colofón, agrega, “en 1936, cuando el tirano decidió dar a la ciudad más antigua del continente el nombre de Ciudad Trujillo, Bosch afirmaría que no era Trujillo sino la ciudad la que se veía honrada con el cambio de nombre”.

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