Juan Bosch en el mundo

Juan Bosch en el mundo

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En 1958, mientras residía en Cuba, Juan Bosch sufrió más persecución de la dictadura de Fulgencio Batista: en marzo es apresado durante varios días por el servicio secreto de la policía cubana, acusado de colaborar con el movimiento de resistencia que, desde la Sierra Maestra y áreas urbanas, enfrentaba al tirano. Luego de recibir protección de la Embajada de Venezuela, viaja a Caracas. Allí se reencontró con viejos amigos y compañeros de lucha, como Rómulo Betancourt, presidente del país, y el novelista y ex presidente Rómulo Gallegos.
A mediados de noviembre del citado año, desarrolla, en la Universidad Central de Caracas, un ciclo de conferencias sobre el arte de escribir cuentos, que dio lugar a su celebrada teoría acerca de la técnica del relato corto. Entre los participantes en una de esas disertaciones de Bosch, había uno llamado Gabriel García Márquez, quien, en 1982, ganó el Premio Nobel de Literatura. Desde entonces, siempre solía llamar maestro a Juan Bosch.
Al año siguiente, el 27 de febrero de 1959, en el 115 aniversario de la proclamación de la Independencia dominicana, Bosch dictó, en el mismo recinto universitario, su conferencia sobre la dictadura de Trujillo. De ahí saldría el libro “Trujillo, causas de una tiranta sin ejemplo”. Otra obra escrita y publicada en Caracas fue “Simón Bolívar, biografía para escolares”, con prólogo de Rómulo Gallegos.
En 1960 se produjeron hechos que, además del desgaste del régimen de 31 años, contribuyeron a la caída de la dictadura: el atentado de Trujillo contra el presidente Rómulo Betancourt en Caracas, el 24 de junio, que motivó la decisión de la OEA de bloquear económicamente a la República Dominicana, en agosto; y el horrendo asesinato de que fueron víctimas las hermanas Patria, Minera y María Teresa Mirabal, vinculadas a la resistencia contra la tiranía. Así describía el propio Bosch las características de ese momento histórico, en carta pública dirigida al tirano desde Caracas, el 27 de febrero de 1961, y aparecida en el periódico venezolano La Esfera:
(…) Si Ud. admite que la atmósfera política de la América Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hay aire para usted, y emigra a aguas más seguras para su naturaleza individual, nuestro país puede recibir el 27 de febrero de 1962 en paz y con optimismo; si usted no lo admite y se empeña en seguir tiranizándolo, el próximo aniversario de la República será caótico y sangriento; y de ser así, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa (…).
Tres meses después, el 30 de mayo de 1961, Trujillo era ajusticiado. Para entonces, Bosch impartía clases en el Instituto de Educación Política en Costa Rica, recinto en el que se formaba a los jóvenes líderes democráticos de América Latina. El acontecimiento cambió todas las agendas. Ya el 5 de julio de 1961 llegaba al país el primer grupo de dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD): Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo.
Después de su largo y tortuoso exilio de 23 años, Bosch regresó a Santo Domingo el 20 de octubre de 1961, convertido en una destacada figura de las letras hispanoamericanas. Llegó con el mensaje de la concordia y de la necesidad de impulsar la transformación social, económica y política. Al final del discurso de ese día, afirmó:
“(…) Yo he venido aquí para pedirles esto y para servir en esto. Yo estoy dispuesto a hacer cuanto deba hacer, a arrodillarme ante quien deba arrodillarme, para que podamos sacar de mi humillación, si es imprescindible, una fórmula de convivencia democrática.”
Nunca perdió el aliento y la atmósfera de lo dominicano. Quizá por ello conectó tan rápidamente con su pueblo. Si a su regreso apenas se le conoce, un año después, el 20 de diciembre de 1962, era elegido Presidente de la República con más del 60% de los votos en las primeras elecciones libres celebradas luego del ajusticiamiento del sátrapa.
En su breve gobierno se sentaron las bases infraestructurales y conceptuales para realizar en la República Dominicana los cambios en las áreas económica, social, política, cultural y ético-moral. Toda la acción gubernamental -decretos, proyectos de leyes y ejecutorias oficiales- tenía esa dirección. Centenares de jóvenes fueron becados en universidades del exterior para especializarse hacia la industrialización del país. La Constitución promulgada el 29 de abril de 1963 —la más progresista y democrática de la historia dominicana— constituía, más que una Carta Magna, un auténtico programa de transformación nacional.

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