Juan Bosch en el mundo

Juan Bosch en el mundo

-I-
Este jueves 30 de junio se cumplió el 107 aniversario del nacimiento del profesor Juan Bosch. Con ese motivo, se realizan diversos actos en su honor. Uno ellos será el “Coloquio Juan Bosch: pensamiento y militancia, a los 107 años de su nacimiento”, organizado por la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Expondrán: Euclides Gutiérrez Félix, Alejandrina Germán, Pedro Vergés y Juan Daniel Balcácer. Moderará el autor de este texto.
Quiero compartir con mis lectores, un fragmento del trabajo de mi autoría sobre Bosch, que aparece en la edición de su libro El pentagonismo, sustituto del imperialismo, realizada por Santillana Ediciones Generales, en su sello editorial Aguilar, en 2005.
Puerto Rico fue el primer lugar de exiliado de Juan Bosch, territorio al que llegó en enero de 1938. De Borinquen pasó a Cuba en enero del 1939. El Comité de celebraciones del Centenario de Eugenio María de Hostos lo contrató para que dirigiera, en La Habana, la edición de las Obras Completas del gran maestro y humanista puertorriqueño, el padre de su magisterio social y ético. En ese año fundó, junto a otros exiliados de su país, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para luchar contra el régimen tiránico en República Dominicana y los demás gobiernos dictatoriales del Caribe. Establecieron agrupaciones en los Estados Unidos de Norteamérica y en varios países del continente americano. En 1947 organizaron contra Trujillo la frustrada expedición de Cayo Confites, en la que, entre otros latinoamericanos, participó un joven estudiante de Derecho llamado Fidel Castro. Con las armas no utilizadas logró José Figueres que triunfara su revolución costarricense en 1948; fueron los mismos fusiles que, desenterrados en los años 70, ayudaron a derrotar el somocismo en Nicaragua.
En la Cuba de los años 40 y 50, Bosch realizó la más variadas actividades: fue editor de libros y periódicos, trabajó como visitador a médico, dirigió programas de radio, trabajó en publicidad, escribió en revistas y periódicos, publicó libros, ganó concursos literarios y de historia, participó en la elaboración de la Constitución democrática de 1940, pero también fue perseguido y, a raíz del asalto al cuartel Moncada al mando de Fidel Castro, en julio de 1953, fue encarcelado en la fortaleza La Cabaña, acusado de participar en esa acción revolucionaria. Pocos días después de liberado, en agosto de ese año, partió a Costa Rica acogido por el gobierno de José Figueres.
En abril del 1954, tras un frustrado atentado contra el dictador nicaragüense Anastasio Somoza, éste presionó, a través de las Organizaciones de Estados Americanos (OEA), al gobierno de Costa Rica para que obligara a Bosch a abandonar el territorio, con la denuncia de que el líder antitrujillista había organizado la acción. Bolivia sería su nuevo destino, donde conoció y palpó el terrible drama de los indígenas de Los Andes. De esta experiencia surgieron la novela El oro y la paz y el cuento “El indio Manuel Sicuri”. Meses después se traslada en tren a Chile, país en el que se relacionó con el mundo político e intelectual, especialmente con Salvador Allende. En el año y medio (1954-1955) que permaneció en Chile, publicó tres libros: Judas Iscariote, El calumniado, La muchacha de La Guaira y Cuba, la isla fascinante. Para sobrevivir, instaló en aquel país una fábrica de baterías para automóviles.
En diciembre del 1955, termina su fructífero periplo chileno. Regresa a La Habana, con escala en Argentina y Brasil. En 1956 se destaca su participación en el Congreso del Transporte, en Viena (Austria), en compañía de los exiliados dominicanos Ángel Miolán y Nicolás Silfa, con el objeto de denunciar la situación de terror que se vivía en República Dominicana y solicitar, a la vez, el bloqueo contra Trujillo. En ese año, se encontró, tanto en Bruselas como en París, con Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y miembro destacado de la llamada izquierda democrática latinoamericana, integrada, además, por Juan Bosch, Rómulo Betancourt, Luis Muñoz Marín, José Figueres y Juan José Arévalo, entre otros. Visitó Roma y Madrid, y viajó a Israel en busca de documentación para escribir su “David, biografía de un rey”.
“¿Cómo puede explicarse nadie que el biógrafo de David se quedara sin conocer la patria de su personaje?”, le escribió, desde Jerusalén, a su amigo Sergio Pérez, el 15 de noviembre del 1956.

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