y III
Algo fundamental en un líder como Juan Bosch, que lo puso de manifiesto toda su vida, fue su actitud frente al cambio, la evolución; fue uno de los grandes secretos de su éxito. Se dio cuenta de la esencia del Partido Revolucionario Dominicano y lo que significó en la etapa del exilio contra Trujillo; estaba consciente de que era un partido de lucha contra la tiranía. Si se esperaban de él roles estelares en la etapa democrática había que transformarlo.
Llegó a la conclusión de que debían operarse cambios en su estructura orgánica y afianzar sus lineamentos programáticos. De ahí que cuando el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, en la noche del 25 de septiembre de 1963, mandó a decirle que había 12 oficiales dispuestos a llevar a cabo un asalto al Palacio Nacional, como contragolpe, respondió que en esas circunstancias la acción equivalía a suicidio; le advirtió que una vez saliera del país se coordinaría y organizaría la resistencia.
En efecto, Fernández Domínguez había de proyectarse como líder militar del movimiento constitucionalista de 1965, mientras Bosch fue su líder político e ideológico. La revolución, la intervención extranjera, la guerra patria de 1965 impactaron profundamente a Bosch.
Después de las elecciones de 1966 viaja a Europa, concretamente a España y Francia, donde amplió el instrumental intelectual que sentó las bases ideológicas y doctrinarias desde las que pretendía la transformación del PRD.
En Europa escribe varias de sus obras más importantes: Composición social dominicana; De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, frontera imperial; Dictadura con respaldo popular; El pentagonismo, sustituto del imperialismo; Breve historia de la oligarquía, y produce una gran cantidad de artículos, cartas, entrevistas, declaraciones de prensa, conferencias: todo un arsenal de ideas y propuestas que conformaban lo que era la visión, el andamiaje ideológico y espiritual.
Uno de sus aciertos importantes fue darse cuenta con claridad de cuál debía ser su posición y la del partido en cada momento histórico del país, en cada coyuntura en que el mundo iba cambiando. Entendió los cambios generados por la Perestroika y la Glasnost, la caída del Muro de Berlín; se dio cuenta de que el mundo era distinto y, en esa medida, incluso adelantándose al proceso, el partido y él, como líder, fueron tomando posiciones y actitudes de prudencia frente a los acontecimientos mundiales.
En sus biografías destacó los perfiles trascendentes del liderazgo de sus personajes. En Hostos, el sembrador, se demuestra que su personaje fue un gran líder, aunque no de masas. Entonces, su pequeña tierra, Puerto Rico, estaba ocupada, como lo sigue hoy, por los Estados Unidos. Fue un líder importante en tanto su pensamiento, su obra y su labor educativa impactaron.
Ahí están sus otras obras biográficas: Simón Bolívar, biografía para escolares, y el ensayo Bolívar y la guerra social; David, biografía de un rey y Judas Iscariote, el calumniado. Sus estudios sobre José Martí, Máximo Gómez y Juan Vicente Gómez, entre otros. En cada uno de esos libros se propuso informar, orientar a los dominicanos y latinoamericanos, qué función tenían esos seres.
En carta enviada al doctor Ramón Pina Acevedo y Martínez, desde su exilio en San Juan de Puerto Rico, el 27 de mayo de 1964, y publicada por Félix Jiménez en su libro Cómo fue el gobierno de Juan Bosch, el profesor explicaba:
“Las realizaciones políticas se ejecutan debido a una suma de factores: líder, líderes secundarios y pueblo. Un líder sin líderes secundarios y sin pueblo, o un pueblo con líderes secundarios, pero sin su líder principal, líderes secundarios por sí solos, son espectáculos frecuentes en el mundo político, y también se ve de tarde en tarde a un líder seguido de líderes secundarios, pero sin pueblo, y aun a un líder solitario. Además, tenemos los casos específicos, por ejemplo, el primero —el completo—: un líder principal, líderes secundarios y pueblo, esto es, todo un cuerpo político adecuado a una acción determinada, digamos, elecciones. ¿Servirá ese mismo cuerpo para una subversión revolucionaria? Tenemos el caso del PRD: fue un partido para ganar unas elecciones, pero es casi imposible que dé la medida en otro tipo de acción”.
Cuatro años antes de la carta citada, Bosch ya elaboraba su concepción del líder y su papel, no solo en sociedades como las nuestras, sino en cualquier país de la Tierra. Y lo expuso precisamente en su biografía del Libertador Simón Bolívar: «Un pueblo sin un jefe puede llegar siempre más lejos que un jefe sin pueblo, pero cuando un pueblo encuentra su jefe natural, escribe páginas nuevas en la historia de la humanidad».