Juan Bosch: leyendo  tres de sus cuentos

Juan Bosch: leyendo  tres de sus cuentos

Al hablar del cuento literario, en República Dominicana emerge elevada la figura de Juan Bosh, y el legado no solo para la literatura dominicana, pues sus dotes trascendieron más allá. En el libro Introducción a los Géneros Literarios, Juan Luis Onieva inserta – de Carlos Mastrángelo – una definición de lo que es un cuento: “ El cuento es una serie breve y escrita de incidentes. De ciclo acabado y perfecto como un círculo. Siendo muy especial el argumento, el asunto o los incidentes en si. Trabados éstos en una única e ininterrumpida hilación”.

En la ficción, como es el caso del cuento y la novela, no pasan desapercibida ninguna realidad ya sea social, humana, política entre otras, pero debido a todo el entramado construido por el autor o la autora, es la verosimilitud – entre otros recursos- la que hace que se acapare el interés y el entusiasmo. La cuentística de Bosch aborda los temas más impactantes y disímiles: Violencia sexual, injusticias sociales, contrariedades, y el abuso de poder, etc. Además presentan variados contextos geográficos de países donde vivió, principalmente de América del Sur y de El Caribe.

Los buenos cuentos gozan, por su calidad y trascendencia, de la aprobación que de ellos hacen quienes consumen la lectura de este género. Esa apropiación nace de la libertad del lector y de la lectora de hacer suya la obra, incorporándole comentarios y criticas  que hacen del texto otro texto. Es a partir de esa libertad que me propongo comentar tres cuentos de la autoría de Juan Bosh, que han llamado mi atención, y desde ahí construir otros pensamientos, otras visiones. Son tres los elegidos: Luis Pie, Rumbo al Puerto de Origen, y El Indio Manuel Sicuri. Los dos últimos se desarrollan en el contexto de Uruguay Bolivia, y el primero, en un ambiente de cañaverales en la República Dominicana,

“Luís Pie”, primer cuento de esta selección, trata de un  haitiano, que un sábado en la noche, cuando ya se dirigía hacia su casa, las circunstancias de la vida lo colocan en la cercanía del incendio de un cañaveral de la zona Este de República Dominicana. Las autoridades, al ser Luis el único hombre en la cercanía del incendio, y que llevaba fósforos en los bolsillos, lo acusaron de ser el autor del mismo. A seguidas lo golpean y apresan. Cuando su dolor alcanzó el clímax, expresó: Oh Bonye, gran Bonye  que ta ayudan  a mue…

Tanto ha calado este cuento en la sensibilidad de mucha gente que lo ha leído, que se han dejado atrapar en el marasmo de la verosimilitud atribuyendo a su autor la intención de denunciar el supuesto maltrato hacia los haitianos. Evadiendo esa trampa urdida por la estrategia cuentística, puede despertarse a otra realidad: que ese hombre, pudo haber sido un dominicano hallado en la misma circunstancia, pues ante un incendio, ¿de quién se iba a sospechar sino del primer hombre vivo que, con fósforos en los bolsillos asome su faz justo en el lugar del incendio?. Luís Pie no puede ser tomado como el arquetipo del hombre haitiano supuestamente discriminado en esta parte de la isla. Si el contexto geográfico fuera Haití (u otro país) y las circunstancias fuesen las mismas, las autoridades actuarían de igual modo: con abuso de poder. Esta lamentable interpretación es solo una muestra de hasta dónde puede llegar la influencia de la ficción en las creencias y en las pasiones.

Las adversidades llueven a cántaros en estas historias. Hay una combinación de circunstancias, que se juntan para retorcer el camino. En el cuento “Rumbo al Puerto de Origen”, es Juan de la Paz el personaje central, y la acción se desarrolla en el mar de Punta del Este, Uruguay. Juan iba al frente de su balandra cuando vio a una paloma aletear sobre las aguas. Pensó que era un buen regalo para su hija Emilia, y maniobró para acercarse al ave. Debido a la brisa, la balandra se alejó de la paloma. Cuando Juan sacaba el cuerpo para inclinarse en pos del animal, y abandonó la vela y el timón, la vela fue abatida con fuerza, y Juan lanzado a las aguas. La embarcación siguió su rumbo sin que él pudiera alcanzarla jamás.

Las calamidades por las que atravesó el personaje, fueron muchas. Al momento de más crudo abandono, invocó a la Virgen de la Caridad:  y dijo: Perdóname Virgen de la Caridad, tú que todo lo puedes!. Al día siguiente, bien entrada la tarde fue rescatado por personas que lo conocían. Los hombres lo interrogaron acerca de cómo fue que se cayó, él le contestó que por agarrar a una paloma para llevársela a Rosalía. Su hija se llamaba Emilia, pero de súbito pudo ver desde su imaginación que de la cara de ella surgía la de Rosalía, mustia y estampada. Cuando escucharon ese nombre, recordaron que Rosalía era una niña de nueve años que Manuel había asesinado para violarla, y que por esto había cumplido veinte años en la cárcel. Es por esto que uno de ellos solo atinó a decir que Juan de la Paz estaba volviendo al Puerto de Origen.

Este cuento tiene el aliento de un relato de tradición popular, esos que corren de boca en boca formando parte de grandes mitos. La  narración posee una conclusión cercana al modo de ficción metafísico. Un rostro se fue cambiando por otro en la imaginación de Juan y se situó como una realidad. Hay aquí otra dimensión de la cosa, donde un hecho pasado viene al presente en forma de otra justicia más allá de lo terrenal a través de la culpa que le acosa.

La paloma entra a la escena, como un preludio de la incertidumbre que va a vivir el protagonista. Este final es una forma especial de epifanía con un pasado que viene al presente o un presente que trae el pasado en una transfiguración.

El tercer cuento también tiene final cargado de amargura y de pesar. Se trata de “El Indio Manuel Sicuri”. A diferencia de los anteriores hay aquí un final anunciado desde el inicio, (aunque a medias) Es que el protagonista – al parecer- se va a suicidar luego de haber dado muerte a Jacinto Muñiz, un cholo peruano que vino fugitivo desde Perú, y se refugió en Bolivia. Manuel Sicuri le da posada porque pensó que era mandato de Dios ayudar a quien lo necesita. El peruano era perseguido por varios delitos, incluyendo el robo en una iglesia de donde tomó el cáliz, corona y el manto de la virgen. Esto lo supo el indio Sicuri, luego de recibir la visita, de un enviado de las autoridades que vino para prevenirlo por si ese hombre cruzaba por ahí. Este visitante fue visto desde lejos por lo que Sicuri escondió al prófugo, y en su momento negó haberlo visto. Terminada la conversación con el emisario, Manuel Sicuri lo encaminó hasta varias leguas, momento que el cholo aprovechó para violar sexualmente a María Sisa, y luego huir.

Cuando Manuel Sicuri se entera de lo sucedido, persigue y da alcance a Muñiz, lo mata con un hacha, y restaura los objetos de la iglesia. De regreso, encuentra de nuevo al emisario. Al estar ensangrentada el hacha, tuvo que contar toda la historia. Un  juez ordenó prisión para Manuel. Estando encarcelado, se puso a pensar que su padre había matado con un hacha a un puma, y no le hicieron nada, pero él que había matado a una fiera peor, un juez lo había separado de sus yokallas ( sus hijos) En su lamento el indio decía: “Por qué tatica Dios ( se refiere a la virgen), suceden esas cosas así.”Entonces, se sentó junto a las rejas, extrajo de su bolsillo coca y lejía, y se puso a preparar el acúlico”.

La lectura de estos cuentos, aprisiona y conmueve. Junto a esa observación, aparecen   otras  características que los hacen similares entre si: 

1-  En todos estos cuentos se comunican sentimientos: dolor extremo, desamparo, venganza, solidaridad, sentimiento religioso, arrepentimiento.

2-  Los tres personajes protagonistas de igual número de historias, terminan desgarrados, aniquilados moralmente, jamás serán los mismos.

3-   La indefensión es un rasgo predominante en todos, por lo que terminan en franca postración  de ánimo.

4-  En el momento crucial de infelicidad y desesperanza, clamaron a sus divinidades a veces como esperanza, otras veces casi como reproche.

Terminemos este comentario recordando que hay que separar la realidad de la   fantasía. Abandonar el nido succionador de la verosimilitud, pues Luís Pie, Juan de la Paz, y El Indio Manuel Sicuri, solo tienen la estatura de la ficción,  nada más que ficción.

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