Juan Bosch, político a su pesar y escritor por vocación

Juan Bosch, político a su pesar y escritor por vocación

“Es innegable que en la Mansión Presidencial se está gestando una tiranía que amenaza al pueblo dominicano”. Juan Bosch

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Durante esos años de intensa actividad, mucho más literaria que política, sale a la luz “Cuba, la isla fascinante” (Chile, 1955), obra capital en su bibliografía, pues en ella hace la historia del país en donde el azar le condujo para dirigir las obras completas del pensador puertorriqueño Eugenio María de Hostos en 1939 y en donde se formó como político. Al leer “Cuba, la isla fascinante” comprendemos por qué ese fue el país que se convirtió en el parte aguas de la literatura y la política en la vida de Juan Bosch. Gracias a esta obra se entiende, además de otros acontecimientos no menos importantes, por qué abandonó la literatura para dedicarse exclusivamente a la política a su regreso a Santo Domingo en 1961.
En “Cuba, la isla fascinante”, Bosch se hace una idea del país que pensaba debía ser República Dominicana. Tomó consciencia de que la literatura, por más sensibilidad social que mostrara, tenía límites que le impedían poner en marcha su proyecto de país. Y dice, como hemos citado: “Nací a la literatura con un afán de servirle a mi pueblo. Si encontré otro camino de servirle fue la política”.
La estancia en Chile fue muy productiva para el escritor dominicano. Allí redactó “Póker de espanto en el Caribe” (1955), concluyó “David, biografía de un rey” (1956), e inició la redacción de la novela de corte filosófico “El oro y la paz”, ambientada en la selva amazónica en donde interactuaban europeos que habían emigrados a Bolivia, al terminar la Segunda Guerra Mundial, en busca de oro, de riqueza; mientras otros habían llegado al Altiplano boliviano en busca de paz. Esa novela, a pesar de haberla propuesto a varias casas editoriales en México, España e Italia, vendría a ser publicada en Santo Domingo en 1975. Mientras, en 1956, la Editorial Ercilla de Chile imprime “Cuento de Navidad”, que en 1958 tendrá, en Caracas, una segunda edición ilustrada.
Por la correspondencia de Bosch publicada en la página web de la Fundación que lleva su nombre se conoce el itinerario de la publicación de las obras mencionadas, así como sus intentos por publicar “David, biografía de un Rey”. Bosch dio por cerrado sus esfuerzos para consagrarse a la literatura a su regreso a República Dominicana, aunque es justo decir que durante esos últimos años de exilio se mantuvo cabalgando en el lomo de ambos dominios.
De regreso a Cuba en 1958 es nuevamente víctima de la represión del gobierno de Batista que le apresa y otra vez le amenaza con deportarlo a Santo Domingo. Logra asilarse en la embajada de Venezuela y sale para Caracas en donde su amigo Rómulo Betancourt había sido elegido presidente de la República. En Caracas, a instancias del escritor Miguel Otero Silva, dicta varias conferencias sobre la técnica del cuento en las que termina de definir su teoría del género: el relato de un hecho único y escueto; el relato de la acción sin salirse nunca del tema.
Su éxito literario era tan notorio en América Latina que “El indio Manuel Sicuri” figura en la prestigiosa antología de Juan Liscano “Les Vingt meilleures nouvelles de l’Amérique latine” (París, Seghers), en la que Liscano hace la salvedad de que Bosch, además de escritor, es un importante político del exilio dominicano contra Trujillo.
En Caracas se destaca, además de autor de importantes artículos de opinión y líder del PRD, como conferencista. En la capital venezolana dicta la conferencia “Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo”, uno de los capítulos de su inédito “Póker de espanto en el Caribe” (la carta dominicana). Esta conferencia será publicada en Venezuela por la librería Las Novedades en 1959.
Luego del fracaso de las expediciones armadas contra la tiranía de Trujillo, no involucra al PRD en las expediciones de junio de 1959 porque intuía que serían un fracaso como las anteriores de 1947 y 49. Durante el período que residió en Venezuela, Trujillo atentó contra la vida del presidente Betancourt; mientras, la actividad política ocupaba cada vez más espacio en Bosch, la literatura perdía terreno. Ese año, con prólogo de Rómulo Gallegos, se imprime en Caracas “Simón Bolívar, biografía para escolares”.
“Creo que en “la Nochebuena o el 31 de diciembre del año 1960”, dice Bosch, “escribí mi último cuento que fue “La mancha indeleble”. Y ese cuento ni lo escribí; se lo dicté a doña Carmen”. Se trata de un relato muy evocador para el escritor de ficción que aún habitaba en Bosch. Como todo texto es polisémico e independiente de la intención de su autor. Se podría interpretar también como lo que le podría ocurrir a un escritor al ingresar a una organización política. En “La mancha indeleble” se trata de un personaje que busca afiliarse a un partido (el narrador no especifica la tendencia, sólo habla de “El Partido”). Cuando la voz le ordena que coloque su cabeza en un escaparate, el personaje responde: “Pero no puedo despojarme de mi cabeza, así como así. Deme algún tiempo para pensarlo. Comprenda que ella está llena de mis ideas, de mis recuerdos. Es el resumen de mi propia vida. Además, si me quedo sin ella, ¿con qué voy a pensar?
‘Aquí no tiene que pensar [responde la Voz]. Pensaremos por usted. En cuanto a sus recuerdos, no va a necesitarlos más: va a empezar una vida nueva”.
Es evidente que Bosch, como escritor, era consciente de lo que le pasaría al autor de ficción si se dedicaba a la política, pero también conocía los límites de la literatura y que sólo la política le permitiría realizar su proyecto de República Dominicana.
Líder indiscutible del exilio dominicano, publica en La Esfera de Caracas, su última carta a Trujillo en la que le pide que se marche de República Dominicana antes de que la sangre llegue a su casa, como se entiende “casa” en La Biblia. En abril de 1961 es nombrado profesor del Instituto de Educación Política de Costa Rica y allí dicta la conferencia Una interpretación de la historia costarricense, (San José de Costa Rica, 1962). Residía en San José el 30 de mayo de 1961 cuando Trujillo cayó abatido en las afueras de Santo Domingo.
Regresa el político. No sería exagerado decir que Juan Bosch, a su regreso a República Dominicana el 20 de octubre de 1961 luego de poco más de 23 años de exilio, era el dominicano de mayor experiencia política. En efecto había adquirido esa experiencia en La Habana, gracias a su cercanía al expresidente Carlos Prío Socarrás, a sus años al frente del PRD, la mayor organización del exilio dominicano, y a sus relaciones con líderes políticos de la región Caribe, de México y América del Sur; a lo que habría que agregar, además, que la dictadura de Trujillo no permitió evidentemente el desarrollo político de los opositores que permanecieron en Santo Domingo durante la tiranía.
Bosch, siempre al tanto de lo que sucedía en su país, se dio cuenta de ello tan pronto descendió del avión que le llevó de regreso a la capital dominicana. Sus primeras palabras fueron de concordia, de paz. Un discurso que descartaba el odio y el miedo, como había proclamado Roosevelt cuando propuso el “new deal” a los norteamericanos en 1930. Terminó sus palabras con una frase de José Martí al decir a los dominicanos que no podían vivir como la hiena, dándole vueltas al odio. Con esas palabras dejó sentado el tono de una campaña electoral exitosa que le llevaría a la presidencia de la República el 27 de febrero de 1963. Comprende igualmente que el país era trujillista y debía moderar su discurso. Nunca habló de los meses de prisión de que fue objeto en 1934 ni del mal trato de que fueron víctimas su padre y su hermano.

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