Juan Bosch, político a su pesar y escritor por vocación

Juan Bosch, político a su pesar y escritor por vocación

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“Es innegable que en la Mansión Presidencial se está gestando una tiranía que amenaza al pueblo dominicano”.
Juan Bosch

El 16 de septiembre de 1929, al publicar “Los dos caminos de la hora”, Juan Bosch no podía imaginarse que esa dictadura que preconizaba en su artículo iba a tener tanta influencia en su vida; no podía imaginarse que iba a influir notablemente en su carrera de escritor y que, muy a su pesar, le obligaría a dedicarse a la política hasta el último día de su vida.
Años más tarde, el 4 de diciembre de 1933, Bosch fue acusado de pertenecer a un grupo terrorista denominado Vanguardia de la Dignidad Nacional y de haber colocado varias bombas mortíferas en el cementerio de Santo Domingo en donde una de las cuales había explosionado el 20 de noviembre de ese año a medianoche.
Durante el interrogatorio a que fue sometido el entonces joven escritor el 15 de enero de 1934, declaró: “Soy miembro del Partido Dominicano y si soy parco al juzgar al gobierno actual, es porque, según todos saben, no actúo en política”. Y más adelante expresa: “Yo pensaba casarme el 31 de diciembre del pasado año [1933] y fijar mi residencia en España por donde debía ir en febrero, a más tardar el día 20 del mes de marzo del año actual, con intención de explotar allá mis condiciones literarias; por lo cual me era absolutamente imposible acariciar proyectos ulteriores, los cuales, además, no se compadecen con mi ideología, perfectamente conocida aquí”.
La acusación de terrorista de que fue objeto Juan Bosch era una estrategia para obligarlo a colaborar con la naciente dictadura. Así lo hizo por más de tres años. En 1935 fue nombrado en la Dirección General de Estadísticas en donde permaneció hasta su salida de República Dominicana en enero de 1938 cuando Trujillo le ofreció el cargo de diputado. Un exilio que, contrariamente a los objetivos que se había trazado, le conduciría irrevocablemente por los senderos de la política y la lucha contra la dictadura dominicana, así como también a la reflexión sobre las condiciones psicológicas, políticas, económicas y sociales que inciden en un pueblo para dar espacio a una tiranía.
En la carta de renuncia a su función de jefe del Servicio de Información de la Dirección General de Estadísticas, Juan Bosch insiste, como lo había hecho durante el interrogatorio de 1934, en que su destino era “ser escritor”, pero manifiesta también las razones políticas por las que renunciaba a su cargo y abandonaba su país pues allí no se podía “estar en un cargo público absteniéndome de hacer política”.
Durante los años que permaneció en Santo Domingo se dio cuenta de que Trujillo había moldeado a los dominicanos para que hicieran de la política un medio de vida; había obligado a los que querían permanecer en el país a vivir con el temor de perder la vida en cualquier momento por el simple hecho de ser enlistados como enemigos. Sabiendo pues las consecuencias de su gesto y de que no volvería al país por muchos años, esa carta de renuncia fechada el 27 de febrero de 1938 en Puerto Rico pone de manifiesto el régimen totalitario que había iniciado Trujillo en República Dominicana en 1930.
A pesar de su renuencia explícita a la actividad política, un año después de haber iniciado su exilio, la política y la lucha contra la dictadura de Trujillo eran tan importantes en su vida como su ascendente carrera de escritor. Sus ideas sobre lo que significaba esa dictadura para los dominicanos le asombra a tal grado que la opinión que tenían sus amigos Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui Cabral y Ramón Marrero Aristy sobre los haitianos le motiva a escribirles una carta luego de un encuentro en La Habana. Se había dado cuenta de la influencia que tenía la tiranía no sólo en la actitud de los dominicanos, sino también en la de los intelectuales. Esa carta, publicada en folleto en 1943 junto a la respuesta de RodríguezDemorizi, Incháustegui Cabral y Marrero Aristy, es una lección de Bosch a sus colegas escritores contra la xenofobia y el antihaitianismo estimulados por la dictadura y del cual esos intelectuales se convertían en estandartes. Igualmente le entristece comprobar, a través de sus amigos, que la dictadura había sentado las bases del modelamiento de la mentalidad dominicana.
La posición de Bosch frente al antihaitianismo fue utilizada por el régimen de Trujillo para desacreditarlo en República Dominicana. El poeta Tomás Hernández Franco, dentro de esa conducta de sumisión a que el dictador había conducido alos intelectuales, publicó en 1944 un infamante panfleto contra Bosch. Para ampliar lo que significó para un intelectual permanecer en el país de Trujillo sólo hay que leer el “informe confidencial” de Marrero Aristy sobre sus gestiones en La Habana en 1946 cuando el dictador quería presentarse al mundo como demócrata y lo que dice de Bosch al final de su reporte. Esa conducta tenía éxito ante el dictador.
Sé que puede parecer provocador decir que Bosch se hizo político a su pesar, más aún tratar de asegurar que Trujillo y su dictadura le trazaron el camino de la política como actividad principal a pesar de haberse dado a conocer, durante su exilio, como escritor de cuentos. La decisión de abandonar la literatura la tomó al final del largo exilio que comenzó en enero de 1938 y terminó el 20 de octubre de 1961, unos meses después de la trágica muerte del dictador Rafael Trujillo el 30 de mayo de ese año.
Examinemos pues la trayectoria literaria de Juan Bosch durante sus primeros años en República Dominicana luego de su regreso de España y Venezuela en 1931.
En varias entrevistas concedidas al término de su largo exilio en 1961, Bosch explica que se inició en la literatura publicando cuentos cuyos personajes eran animales e insectos en el periódico Las Brisas del Birán de Barahona.
Cuentos que nunca han sido recuperados y debemos considerar sus primerosintentos como escritor de ficción muy influidos, según Bosch, por los cuentos de Calleja que marcarían notablemente su narrativa en la que predomina la sencillez y la claridad así como el placer de contar historias. De esa época sólo tenemos constancia de “El prófugo” publicado en el Listín Diario el 29 de enero de 1929, el mismo año en que El Mundo publicó “Los dos caminos de la hora”, comentado al inicio de esta conferencia y que muestran ya su sensibilidad social y política, respectivamente.
Entre 1929 y la publicación de Camino real, Bosch se había hecho un nombre como escritor al publicar más de veinte cuentos e igual número de artículos literarios e incluso políticos, tanto en Bahoruco y Alma Dominicana como en Listín Diario.
Hasta poco antes de su salida del país en enero de 1938, llegó incluso a ejercer las funciones de director de la página literaria de Listín Diario, así como también se dio a conocer como activo animador cultural. Notoriedad que iba a llamar la atención de la naciente dictadura dominicana en particular después de la publicación de su colección de cuentos Camino real en noviembre de 1933.
La notoriedad de Bosch llamó la atención del régimen totalitario de Trujillo y para doblegarlo se le acusó de formar parte del ya mencionado grupo terrorista y de haber colocado, como ya he dicho, una bomba en el cementerio de Santo Domingo. Luego de unos meses en prisión y de reafirmar que sólo le interesaba ser escritor, tuvo que simular su colaboración con el gobierno y aceptar la dirección del Censo de la Oficina Nacional de Estadísticas.
Esa actitud de sumisión se tradujo en discursos y artículos laudatorios a Trujillo y su régimen. Elogia incluso que la centenaria Santo Domingo fuera rebautizada Ciudad Trujillo. Estrategia para obtener el permiso de salida de su país, así como el de su esposa e hijo.
Al momento de su salida a Puerto Rico, el 13 de enero de 1938, había publicado, además de Camino real (1933), Indios, apuntes históricos y leyendas (1935) y La mañosa, la novela de las revoluciones (1936). A diferencia de Camino real, La Mañosa no despierta recelos, pues Trujillo había terminado con esas “revoluciones”. Su logro fue más bien literario: hacer de esas “revoluciones” el personaje central de la novela. Revoluciones que se vehiculan a través de una mula llamada “Mañosa”, como eran esas “revoluciones”: “una maña nacional”. Así, al enterarse de que lo querían nombrar diputado, y pretextando un quebranto de salud de su esposa y que ésta debía ver a un médico en Puerto Rico, obtiene el permiso necesario entonces para salir del país.
El 27 de febrero de 1938, días después de haberse instalado en San Juan, envía a Trujillo su carta de renuncia al cargo que ostentaba en la dirección de Estadísticas y reitera una vez más: “Mi destino es ser escritor, y, en ese campo, nada podía ya darme el país; y no sería eso sólo causa bastante a hacerme dejar el lugar de mis afectos, sino que, además de no poder seguir siendo escritor, tenía forzosamente que ser político, y yo no estoy dispuesto a tolerar que la política desvíe mis propósitos o ahogue mis convicciones y principios, a menos que desee uno encarar una situación violenta para sí y los suyos, hay que ser político en la República Dominicana. […] Por otra parte, tenga usted la seguridad de que, a menos que me vea en el caso forzoso de tener que defenderme, yo no utilizaré mi pluma en comentar la política dominicana. Le repito que la causa de mi salida es el firme propósito de no actuar en política personalista”.

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