Juan Bosch Gaviño es uno de los escritores dominicanos más prolíficos, con más de 40 obras, igual que Joaquín Balaguer, Bernardo Vega Boyrie, Cándido Gerón y Frank Moya Pons, superados todos por Emilio Rodríguez Demorizi con más de un centenar de libros, atendiendo al señalamiento del brillante internacionalista Manuel Arturo Peña Batlle, afirmando que libros son los que consiguen pararse solos.
La política condiciona y deforma el conjunto de realidades en torno a una persona, y así con su influencia política, Juan Bosch logró que se consagrara a Pedro Mir, porque era básiga suyo, como el Poeta Nacional, cuando en realidad tendrá algún día que modificarse y ser Manuel del Cabral, porque Mir nunca escribió una obra como Compadre Mon, Yelidá de Tomás Hernández Franco, El Poema de la hija reintegrada de Domingo Moreno Jiménez o Blía de Freddy Gatón Arce, como ejemplos superiores a Hay un país en el mundo.
En el plano de escritor, Bosch tiene sus galardones señeros en De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, frontera imperial, su texto histórico cumbre, muy similar a Biografía del Caribe del colombiano Germán Arciniegas que inclusive, Bosch me confesó no leyó…
En el ejercicio breve del poder por siete meses, Bosch demostró honestidad en administrar los dineros del contribuyente; promulgó la segunda Constitución con proyecto de país, similar a la de Santiago de los Caballeros de 1857, proclamada en Moca, y canceló a tres que el rumor señalaba corruptos.
Afirmar que Bosch fue un sabio como pretende inculcarnos el historiador Euclides Gutiérrez Félix cuando no supo gobernar en su propia acepción que es mantenerse en el poder y que fue coherente como sugiere el psiquiatra José Miguel Gómez, es modificar la realidad de Bosch a la inventiva.