Juan Bosch: sistema del sujeto y coherencia

Juan Bosch: sistema del sujeto y coherencia

La coherencia entre el decir y el hacer, el vivir y el escribir en Juan Bosch fue el revelador  de su conocimiento profundo de la sociedad dominicana, de cada sujeto en particular con solo verle u oírle hablar.

Don Juan basaba su conocimiento cabal de nuestra sociedad en la falta de conciencia política de la mayoría del pueblo dominicano, analizado ya desde 1916 por Américo Lugo en la célebre carta que le dirigió a Horacio Vásquez. Pero Don Juan llevó la tesis de Lugo más lejos y le incluyó la falta de conciencia de clases, responsables ambas de la ausencia de conciencia nacional, razón por la cual el único Estado posible surgido de estas dos carencias fue el que impuso por las armas y la centralización administrativa el hatero Pedro Santana.

El estudio de la composición social y del rol preponderante de la pequeña burguesía desde el siglo XIX hasta hoy, condujo a Don Juan a ver cómo en el siglo XX que él vivió a plenitud, semejante ausencia seguía caracterizando a nuestra sociedad, la cual no estaba ni siquiera apta para  la democracia representativa.

Todo lo cual se percibe en el libro “El Bosch que yo conocí”, de Mildred Guzmán, cuando Don Juan ilustraba las dos falencias (falta de conciencia política y falta de conciencia nacional) al analizar las elecciones de 1986: “La situación de nuestro país no es nada fácil, porque hay que formar dominicanos políticamente conscientes, la mayoría de los dominicanos son políticamente inconscientes, a tal grado que nos lo dicen los números de las elecciones pasadas, entre el Doctor Balaguer y Jacobo Majluta, candidatos los dos, de dos partidos opuestos, la diferencia fue de menos de 49 mil votos. Es decir, que la gran mayoría de los dominicanos votaron por el Doctor Balaguer y por Jacobo Majluta.” (p. 238) El problema no es que sean partidos opuestos. En esa época tenían el Reformista y el PRD contradicciones secundarias con el PLD, pero los tres estaban formados por pequeños burgueses sedientos de acumular riquezas y poder. ¿Qué diría Don Juan si viviera hoy en este tramo del siglo XXI acerca del resultado de las elecciones ganadas en 1996 por el PLD, en 2000 por el PRD, en 2004 y 2008 por el PLD con la ayuda, en ambos partidos, del Partido Reformista?

Creo que un atisbo de respuesta lo ofrece Miguel Cocco en la entrevista que le concedió a Mildred Guzmán y que figura en el libro que circula ya, la cual no tiene desperdicios y de la que voy a citar este pasaje que viene a cuento y responde a quienes siempre conjeturaron e hicieron de esa mentira un dogma: que Don Juan, después del golpe de Estado de 1963 nunca quiso gobernar. Oigan lo que dice Cocco, luego de la entrevista de Don Juan con Peña Gómez, quien le ofreció su apoyo incondicional durante la campaña electoral de 1990: “Don Juan le contestó que se lo agradecía, pero que él debía ir solo. Don Juan hizo lo mismo con Jacobo Majluta, a quien nunca quiso y le rechazó de forma vehemente su apoyo. Miguel sigue narrando y dice que le preguntó a Don Juan: ‘¿Entonces, no vamos ganar? Y Bosch me respondió: ‘¿Y tú crees que vamos a ganar’? Bosch dudaba de la posibilidad de poder gobernar y me lo planteó de manera reiterada, esas eran las conversaciones que sosteníamos en la intimidad’. Miguel continúa diciendo que Don Juan le dijo, a propósito de las elecciones de 1990: ‘Si llegáramos a ganar, cosa que encuentro difícil, seríamos un gobierno más y yo me resisto a eso’. En esa ocasión los dos lloramos y le pregunté: ‘¿Usted quiere cambiar el ritmo de la historia’? Él me contestó que ‘la historia no se cambia con una simple voluntad.” (pp. 355-56)

Ese era el Juan Bosch visionario, profeta, porque conocía su sociedad a fondo, a cada sujeto en particular. ¿Y cuál era ese gobierno que Don Juan no quería encabezar? El de los ganadores de siempre, el de los clientelistas y patrimonialistas que arrasan con los bienes públicos, el que le proponían quienes fueron a brindarle su apoyo incondicional, el cual trocarían, más adelante, si se ganaban las elecciones, en compromiso con esa pequeña burguesía dominicana que tanto estudió Don Juan hasta devanarse los sesos. Pequeña burguesía que le hizo renunciar del PLD en 1991 porque ya había pactado con Balaguer y que en 1996 pactará de nuevo y le expondrá a la vergüenza pública que tanto temió en caso de enfermedad terminal.

Mildred Guzmán rememora muy bien aquel momento: “Entablamos una discusión con un grupo del Partido y dije en esa ocasión: yo prefiero un don Juan lúcido por 7 años y no un don Juan longevo, sin memoria; y así fue como al final tuvo una vejez deplorable, que pudo haber sido evitada. Porque la grandeza de Juan Bosch estaba en su actitud solidaria, en sus conocimientos, en sus análisis certeros y no una dilación mental y ausencia de respuestas. Lamentablemente, don Juan vivió expuesto a lo que deseaban los demás, sin necesidad. Porque lejos de protegerlo, muchas personas se empeñaron en exponerlo a presentarse en público innecesariamente. Sé que me voy a ganar muchos sinsabores por declarar esto, pero para mí la figura de Juan Bosch, que crece cada día, no queda reducida por esas posiciones inútiles e improcedentes. Me parece que alguien debe testimoniar que la grandeza de Juan Bosch no se define por sus últimos momentos, sino por la trayectoria que pudo demostrar en el transcurso de su vida.” (p. 352)

Y para demostrar que Juan Bosch no vivió de espaldas a la muerte, como lo hacen las personas frívolas, Mildred Guzmán evoca de nuevo a la figura de análisis certero que fue Miguel Cocco, para probar que el gran líder estuvo siempre consciente de su enfermedad y pidió que no le pusieran a pasar vergüenza en público: “Miguel, tienes mucha razón, no debieron exponerlo ante los demás innecesariamente en el ocaso de su vida y a sabiendas de que el mismo don Juan convocó al Comité Político en casa de Daniel Matías y su esposa Niní para expresar su preocupación al respecto. Su papá había padecido de senilidad y [Don Juan] solicitó que si algún día llegara a perder la memoria, no lo expusieran a pasar vergüenza. Tristemente, eso fue lo que hicieron con él sus allegados en los últimos años de su vida.” (pp. 352-52).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas