Juan Bosch, visiones de un patriotismo terco e impaciente

Juan Bosch, visiones de un patriotismo terco e impaciente

Duarte creyó en la posibilidad de lograr una República Dominicana, un país de libertad, dignidad y bien.

Bosch creyó lo mismo, creyó en el éxito de una democracia disciplinada, creyó en los enormes beneficios de una expansión  y  optimización de la educación  cívica, creyó en que con disciplina y orden podíamos llegar a ser una exitosa República  respetable y admirable. Eso  a pesar de todo. A pesar del romano  Tito Macio Plauto, quien sentenció que el hombre es lobo del hombre y no hay esperanza de  cambio.  Ambos patriotas fueron activos y tenaces trabajadores a favor de la existencia de una República Dominicana libre y digna hasta  lo que permite la quebradiza e inconsistente naturaleza humana  y el mecanismo de los grandes poderes, de  los grandes intereses que han movido siempre el desenvolvimiento de las naciones.

La meta de Bosch era servir al país. Ser útil con sus claridades. Ser maestro. Por eso prefería ser llamado “Profesor”. Y lo era. Y anhelamos que se pueda magnificar su magisterio, que sea posible adecuarlo a los nuevos tiempos y a las nuevas circunstancias.

Entiendo que un partido político llamado “De la Liberación Dominicana”, surge de un propósito de liberación de problemas internos, de una liberación de males tradicionales de la política, males que se han ido acentuando dentro de los tropezosos territorios de la democracia mal entendida, convertida en apetitoso y accesible botín de rapiñadores, desfalcadores y delincuentes de toda laya y aspecto, especialmente de quienes, en altas posiciones, se hacen multimillonarios de la noche a la mañana, bien arropados de impunidad.

Saqueadores  y depredadores desorbitados los hay por todas partes. Personajes que han acopiado enormes fortunas mediante malas artes. No tenemos la exclusividad de los defectos humanos. El erudito  don Ramón Menéndez Pidal en su respetada obra Los Españoles en la Historia (1959) habla del “irrespeto a la ley y la descarada ilegalidad que organizó el caciquismo bajo el lema: Al amigo hasta lo injusto,  al enemigo ni lo justo”. También se refiere a la frase: “Eso no se ve en ninguna otra parte del mundo”, frase que a menudo escucho aquí  y que es igualmente falsa. Son procesos, dolorosos estadios del movimiento de la historia.

No son muchas las personas dispuestas a pagar el precio del trabajo sin descanso, del esfuerzo incesante que, montado sobre un talento y capacidad de sacrificio, logran honestamente hacer una fortuna.

El manejo político es más fácil y mucho más rápido.

Bosch, un terco iluminado, impaciente, intransigente frente a las tradicionales malas  prácticas de la política de todos los tiempos,  rompiendo él con las concesiones usuales, cotidianas e inveteradas,  no quiso ni pudo ser tolerante ni insincero. Su honradez aplastó y descartó a la astucia y a la cautela desconfiada que son armas esenciales de la política.

¿Hubiese sido mejor que él tuviese tenido otra concepción del ritmo correctivo?

No sé. Pero su ejemplo está ahí, ardiendo como llama sagrada y si hubo errores no fueron suyos.

Fueron de los otros.

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