La historia electoral post Trujillo tuvo en su comienzo como punto culminante el 20 de diciembre de 1962, cuando los dominicanos adultos concurrieron a las urnas para elegir de manera democrática al Presidente de la República. El período electoral transcurrió con las tensiones propias de una sociedad que salía de una dictadura de más de 30 años. La Presidencia de la República fue ganada por el profesor Juan Bosch y el Partido Revolucionario Dominicano, con el 59% de los votos. En segundo lugar quedó Viriato Fiallo y Unión Cívica Nacional, con el 30%.
Los votantes. La JCE, en los datos del 62, reporta que se emitieron 1,054,944 millones de votos válidos, pero no establece el total de inscritos en el padrón electoral. La población del país ascendía entonces a 3.2 millones.
La década de 1960 representó para la República Dominicana la transición democrática, el cambio, a sangre y fuego, de un modelo tiránico por un esquema de respeto a las libertades públicas que se consiguió tortuosa y lentamente.
Tres hechos abrieron esa trinchera: el asesinato del dictador Rafael Leonidas Trujillo, el 30 de mayo de 1961; las primeras elecciones libres, el 20 de diciembre de 1962, y la Revolución de Abril de 1965, hazaña con la que se pretendía reponer al depuesto presidente legítimamente electo en los comicios citados.
Pero para llegar a las elecciones del 62, en las que concurrieron ocho organizaciones en vez del omnipresente y trujillista Partido Dominicano, la sociedad de entonces tuvo que vencer los obstáculos impuestos por los remanentes de la tiranía.
Con la caída del régimen, en 1961, el Estado quedó en manos de Joaquín Balaguer, a la sazón presidente de la República desde el tres de agosto de 1960, cuando sustituyó a Héctor Bienvenido Trujillo, hermano del dictador.
Lo que ocurrió a partir de la muerte de Trujillo se traduce en dos palabras: inestabilidad política.
No era para menos. La familia Trujillo hacía esfuerzos por permanecer en el poder a través de sus marionetas, mientras la reacción popular se encaminaba a borrar las huellas físicas del régimen desmantelando estatuas, tarjas o saqueando el patrimonio de quien convirtió al país en su feudo.
La ira social se manifestó a través de las denominadas turbas que clamaban justicia, y que luego se convirtieron en bandas de asaltantes, según publicó en un análisis en la Revista Ahora, el periodista Juan José Ayuso.
La permanencia de los familiares de Trujillo mantuvo prendida la llama del descontento. Con la salida de los últimos reductos Héctor Bienvenido y José Arismendy, en noviembre, se empezó a vislumbrar la posibilidad de una transición democrática.
Presencia política. En el último semestre de 1961 comenzaron a sacar cabeza los protagonistas del proceso electoral del año siguiente.
El cinco de julio llegaron al país tres miembros del Partido Revolucionario Dominicano (PRD): Ángel Miolán, Ramón A. Castillo y Nicolás Silfa. Cuatro días después, Manolo Tavárez Justo sacó de la clandestinidad a la agrupación 14 de Junio, y el once de ese mismo mes apareció la Unión Cívica Nacional, dirigida por Viriato Fiallo, y que nació como una organización patriótica, apartidista.
El 20 de octubre del 61 regresó Juan Bosch, principal dirigente del PRD, quien estuvo en el exilio durante 24 años.
La destrujillización. Como Balaguer representaba al antiguo régimen, se generó una presión social para que dejase el gobierno y se comprometiera a crear las bases para elección de un nuevo presidente de la República.
Para complacer a sus adversarios inició un proceso de destrujillización, mediante el cual disolvió a Los paleros de Balá, un grupo paramilitar que reprimía a los opositores, le devolvió el nombre de Santo Domingo a la capital del país, pues desde 1936 se llamaba Ciudad Trujillo; permitió la formación de partidos y la libertad de expresión, y disolvió el Partido Dominicano.
Nada de eso fue suficiente, por lo que enfrentó una huelga general organizada por la Unión Cívica Nacional, a la que se unieron los demás partidos. La protesta duró 12 días bajo la consigna Navidad sin Balaguer.
Presionado, Balaguer reformuló el gobierno creando un Consejo de Estado presidido por él, e integrado por Rafael Filiberto Bonnelly, como primer vicepresidente; Eduardo Raúl Barreras, segundo vicepresidente; como miembros monseñor Eliseo Pérez Sánchez, Nicolás Pichardo; y Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barreras, sobrevivientes del tiranicidio.
Enero rojo. Lo que ocurrió entre enero y diciembre del 62 fue un proceso de agitación social y política signado por las ansias de un verdadero cambio democrático, así como por una fuerte crisis económica.
Las protestas continuaron porque ni el Consejo de Estado satisfizo las demandas de la población, ni Balaguer renunció para organizar elecciones tal como prometió. La Unión Cívica estuvo al frente de esos movimientos de protesta, que se hicieron más fuertes en las inmediaciones del Parque Independencia.
El poder reaccionó: el 12 de enero un contingente, al mando de Manuel Antonio Cuervo Gómez, ametralló a la multitud que escuchaba las alocuciones de los dirigentes de Unión Cívica, dejando un saldo de cinco muertos y un centenar de heridos.
Golpe de Estado. Algunos historiadores reseñan que con la anuencia de Balaguer, el 16 de enero el general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría derrocó el Consejo de Estado y dio paso a una efímera junta cívico-militar integrada por Armando Oscar Pacheco, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barreras, el contralmirante Enrique Valdez Vidaurre, el coronel del Ejército Neit Rafael Nivar Seijas, y el coronel piloto Wilfredo Medina Natalio.
La intención golpista fue abortada por la agitación popular, la intervención de los Estados Unidos y del general Miguel Rodríguez Reyes, el coronel Atila Luna y del mayor Rafael Tomás Fernández Domínguez, por lo que se restituyó nuevamente el Consejo de Estado, esta vez sin Balaguer, aunque presidido por Bonnelly.
Balaguer se exilió en la Nunciatura Apostólica, y el ocho de marzo fue expulsado hacia Puerto Rico.
Clima de inestabilidad. En los meses posteriores continuó la agitación social, tanto en la capital como en la región Norte, y en la sede de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), porque no estaba muy clara ni la destrujillización ni que se realizasen elecciones libres.
Sin embargo, cabe destacar que el país vivía un renacer político, porque 26 partidos competían por ganarse un espacio en el pastel del electorado, aunque sólo tres representaban las fuerzas mayoritarias: Unión Cívica, PRD y 14 de Junio.
De otro lado, se sintieron las demandas del movimiento sindical por mejores condiciones laborales, sobre todo los trabajadores de los ingenios. También se evidenció un repunte de las empresas privadas, cuya dimensión recoge la prensa de esa época.
Ante las presiones, el Consejo de Estado dispuso aumentos salariales en importantes entidades públicas, incluyendo a los maestros. Pero nada detuvo la crisis social, y ante tantas protestas, las autoridades decretaron, el cinco de marzo, un toque de queda temporal, de 5:00 de la mañana a 7:00 de la noche, sobre todo para restringir el tránsito en la capital, escenario de las constantes protestas que ocurrían en el país.
Las claves
1. Los contrincantes
Las tres principales fuerzas políticas de la época eran La Unión Cívica; el PRD y el 14 de Junio, que no concurrió a elecciones por sus contradicciones con el Consejo de Estado. Juan Bosch y Viriato Fiallo, candidatos del PRD y de Unión Cívica, respectivamente, polarizaron la contienda. El Partido Nacional y el Partido Vanguardia Revolucionaria Dominicana se aliaron al PRD.
2. Campaña y mensajes
Bosch, o el líder de la libertad – como se promocionaba en los afiches- se acercó al pueblo llano y utilizó frases como El buey que más jala, Vergüenza contra dinero, e Hijos de machepa y tutumpotes, en los discursos que pronunciaba a través del programa radial Tribuna Democrática. Lo acusaban de comunista, llegando al extremo de ir a un debate televisivo con el sacerdote Láutico García el 17 de diciembre, para demostrar que ese no era su pensamiento. Antes de ese debate el PRD pidió aplazar las elecciones porque la JCE dispuso que todas las boletas fuesen blancas, alegando que no había papel para imprimir todos los colores de los partidos. La intervención de la embajada de Estados Unidos, que se comprometió a donar papel de distintos colores, puso fin a la crisis, generada, según Franco, por un sector del gobierno que quería evitar el triunfo de Bosch.
2. Unión Cívica
La Unión Cívica, que puso de moda la frase !Basta ya!, en alusión a la necesidad de cortar con los remanentes del trujillismo, representaba a la pequeña burguesía y a los profesionales. Tuvo poca presencia en las zonas rurales, aunque en el Cibao recibió la ayuda de sacerdotes y laicos. Su discurso se concentró en el ataque contra los trujillistas que quedaban en el país, sobre todo en las Fuerzas Armadas. Su posición política la resume su slogan de campaña: El hombre del sombrerito cívico es eso, un cívico.
La nueva JCE
El cinco de mayo se promulgó la Ley Electoral y, posteriormente, el Consejo de Estado designó como presidente de la Junta Central Electoral (JCE), a Emilio de los Santos, y como miembros a Julio A. Cuello y Abigail del Monte. El organismo tenía previsto organizar los comicios en agosto, pero no fue posible, dice el historiador Franklyn Franco, por la permanente situación de agitación que vivía el país, sacudido todas las semanas por protestas y huelgas, por la crisis económica y, cabe destacarse, que un pequeño sector del Consejo de Estado quiso aprovechar la situación para retrasar las elecciones y extender su mandato. Subsanada esa crisis, por la intervención de Estados Unidos y de grupos nacionales de presión, según Franco, los comicios se pautaron para el 20 de diciembre. Ganó el binomio Bosch-Armando González Tamayo, con el 60% de los votos emitidos, y en segundo lugar quedó Fiallo-José Augusto Puig, con un 30% de los votos.
La partidocracia
Uno de los temas recurrentes entre los dirigentes políticos era el relacionado con el financiamiento a los partidos. Bosch planteaba que el gobierno destinara recursos a través de un Fondo Electoral. En 1962 hacían vida política los partidos Revolucionario Social Cristiano, Alianza Social Demócrata, Vanguardia Revolucionaria Dominicana, Nacionalista Revolucionario Democrático, Progresista Demócrata Cristiano, Revolucionario Dominicano Auténtico, Acción Social, Social Cristiano, Progresista Demócrata. El Partido Socialista Popular y el Movimiento Popular Dominicano eran considerados ilegales. El 20 de noviembre de ese año la JCE rechazó el binomio Balaguer-Silfa, presentado por el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico.