Juan Bosch y la lucha contra la corrupción

Juan Bosch y la lucha contra la corrupción

Entre todos los atributos que podemos darle a este hombre tan extraordinario y paradigmático está el de de ser un luchador en contra de la corrupción política. El sentido ético que rodea su persona podemos atribuirlo, entre otras razones, a las lecturas que hizo en Puerto Rico de la obra de Eugenio María de Hostos. El mismo reiteró en varias ocasiones que al leer a Hostos había tomado conciencia de lo que era ‘un hombre al servicio de los demás’; y también decía que antes de leer al pensador nacido en Mayagüez era un proyecto de ser humano.

Al participar en la política cubana, Bosch conoció de primera mano la existencia del flagelo en la Antilla Mayor. Y buscó una explicación al mismo. Dado a los estudios como era, Bosch acompañó la práctica política a una detenida reflexión que le permitió guiar sus pasos en el ágora y en la polis. Cuando llegó al gobierno en 1963, ya tenía una idea clara del problema de la corrupción política y, como lo cuenta en Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana (1965), al llegar al gobierno inició la recuperación de los bienes del Estado y creó un grupo de acción para desarticular el sistema de la corrupción que, según sus cálculos, rondaba por el 25 por ciento del presupuesto nacional.

El sistema de la corrupción política es muy viejo en la historia dominicana. Ya cuando llegó Rafael Leónidas Trujillo al poder existía, aunque tenía una forma distinta de articulación. Antes de Trujillo no funcionaba un Estado con carácter y hegemonía nacional, sino que funcionaban las «ínsulas interiores», por lo que las acciones económicas estaban dominadas por pequeños jefes rurales y otros regionales que eran los que hacían el papel que le corresponde a un Estado. Las cosas comienzan a cambiar cuando las tropas norteamericanas le dan impulso a la organización moderna de las aduanas. En el periodo de 1916-1924, la centralización del cobro de impuestos fue un detonante y la reacción a la intervención de Estado Unidos en la vida política dominicana.

Cuando Trujillo llegó al gobierno ya el país conocía el sistema de la corrupción política y este le da una vuelta, sin dejar de iniciarse en la más elemental de las formas de corrupción, como son el robo de camino, la extorción y el expolio. Trujillo se inició en el sistema corrupto desde el mismo aparato militar que, de cierta manera, debía de ser el órgano para combatirla. No olvidemos que María Martínez, la esposa del dictador, tenía un banquito en que le prestaba a los guardias, y Trujillo debió haberla conocido en esas faenas y al casarse unieron la práctica y el poder militar al negocio de cobro y préstamos en la Policía Nacional.

Las prácticas corruptas de Trujillo fueron muchas y no vamos a analizarlas aquí. Sin embargo, es conveniente resumir que se hizo el hombre más rico del país; se dice que a su muerte el circulante era en República Dominicana de unos 55 millones de dólares, mientras que su fortuna alcazaba los 700 millones. Tenía Trujillo muchas empresas, dominaba las contrataciones del Estado y cobraba por las inversiones que se hacían, posiblemente un 15 por ciento; controlaba la nómina estatal y todo empleado público debía pertenecer al Partido Dominicano y pagar una cuota, que era de dominio del dictador.

Es por eso que a la caída de Trujillo como el páter, el padre de la nación, se inicia el proceso de destrujillización que, a demás de tener como sentido sacar del poder a los remanentes del trujillato, buscaba una justicialización de las riquezas que el sátrapa le había enajenado al país. En ese período actuaron, por un lado, las masas desordenadas e irreverentes, y muchos creyeron que el pillaje de los bienes del Partido Dominicano era un acto legítimo, pero, por otra parte, grupos oligárquicos tomaron para sí una parte de los bienes que a todos pertenecían.

No podían haber caído muy bien las acciones de Juan Bosch de recuperar esos bienes a favor del Estado, porque el Estado dominicano, entonces como ahora, era una ficción, una mera construcción sociológica. Si el Estado fue Trujillo durante 30 años, ¿cómo lo podía sustituir un hombre, frente a la voracidad de las masas irredentas y de los grupos oligárquicos que buscaban un puesto en el nuevo escenario social y económico de la República Dominicana?

Sobre el origen del golpe de Estado, Juan Bosch dio dos causas fundamentales por las que fue sacado del poder. La primera apunta a la corrupción política y la segunda a un diferendo con el presidente John F. Kennedy sobre tropas guerrilleras haitianas en territorio dominicano sin el consentimiento de Bosch. La primera, está explicada en el libro citado más arriba y constituye, a mi manera de ver, la más poderosa causa dominicana del derrocamiento. A Juan Bosch lo derrotó la corrupción política y esto tiene mucho que ver con la forma en que se ha organizado el Estado dominicano que funciona como un conjunto de relaciones y no como un poder central que se articula en la Constitución, las leyes y el buen nombre de las instituciones.

El Juan Bosch de entonces sabía que el robo de los fondos públicos era un problema fundamental para el desarrollo democrático del país, y eso es lo que venimos anotando. Pero vamos más allá, porque las formas que establece la corrupción política en los días que corren han llegado a su máxima expresión, irónicamente bajo los gobiernos de los partidos que Juan Bosch fundó. Entonces es correcto pensar que la corrupción sigue venciendo a Juan Bosch así como le quita a todos los dominicanos la posibilidad de tener mejores hospitales, asilos de ancianos, centros educativos competentes y la posibilidad de hacer negocios y de realizar una vida cívica digna.
Creo que por práctica y por estudio de este tema hoy estamos en deuda con el escritor vegano y universal.

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