Juan Lockward por siempre

Juan Lockward por siempre

UBI RIVAS
En el éter del recuerdo, atrapado por una jornada intensa de esplendente radiación, se inserta en la memoria imperecedera la figura y el estro de Juan Lockward Stamers, que ha partido acompañado de su guitarra, que era como una prótesis de su infalsificable identidad, hacia las escarpadas regiones de las dimensiones ignotas.

Así como el inmenso Yoryi Morel fue el pintor de la campiña nativa y Jesús Desangles (Sisito) de las recurrencias políticas solemnes, nuestro Juan de ninguna manera ponderado conforme a la excelsitud de sus densos méritos artísticos, fue el cantor de las ciudades, como Juan Antonio Alix lo fuese de nuestras costumbres y la idiosincrasia de nuestras insondables cabriolas síquicas.

“En medio de la fértil/campiña cibaeña/bañada por las aguas/del Yaque dormilón/con sus valles tranquilos/al sol siempre risueños/gorjea sus canciones/la Ciudad Corazón/Santiago te circundan las aguas del Yaque como un cinturón/Santiago estás siempre latiendo, latiendo como un corazón”…

“Poza del Castillo/años juveniles/tus aguas se agotan/y me agoto yo”…

“Yo nací en la falda de la loma (Isabel de Torres)/yo nací a la orilla de la mar/me arrullaron mil mágicas palomas/el cantar de un arroyuelo/y la brisa del palmar/Puerto Plata/pueblecito encantado/mi sueño adorado/por siempre será”…

El purpurino crepitar de la vibración emotiva del trovador sin reprisse por la inspiración del lar nativo, que brota como un tsunami, espontáneo y mirífico, del impenitente arquero de luceros, el moderno Nemrod de la Vía Láctea, al rasgar las auroras caribeñas, con el diapasón en ristre, tensado, y el aliento anisperado, entona la guitarra bohemia:

“Que dilema tan grande/se presenta en mi vida/ella tiene otro nombre/y yo otra mujer”…

Vinculo la espigada figura de ébano de Juan Lockward con Jacinto Sánchez (Morito), que impulsó el Mago de la Media Voz en su emisora HIJB en los años 40 de la pasada centuria, empotrada como un cernícalo insomne, en el roof garden del hotel Mercedes, oteando la vastedad de su Cuidad Corazón hasta pegar a Diego de Ocampo, embadurnado eternamente de azul degradado y brumoso.

Un video retrospectivo imaginario identifica a Juan Lockward compartiendo la bohemia con sus grandes básigas, Caonabo Federio Almonte Máyer, el inolvidable Chino Almonte de Los Caballeros Montecarlo, ora con su carnal Héctor José Regla Díaz, rasgando partituras incrustadas en lo más profundo del recuerdo nacional, entonando a dúo con Teté Marcial Tu Nombre, sin desperdicio.

Ora con Rafaelito Martínez, Ramón Gallardo o Piro Valerio, Chencho Pereyra, Burruta Muñoz, Pululo el Timbalero entonando La Mulatona, ora con Luis García en aquella casita inolvidable bordeando el Yaque: “Te fuistes sin dejarme un beso/ni un adiós siquiera/pensando que alguien más quererte como yo pudiera”…Y en el fondo, en la cocinita, una tapa imposible de aposentarse en el caldero por la ebullición del contenido…

También ajeno a su cosecha, entonando con Licinio Valerio: “Bien sabías mi cielo/que yo te quería y hasta fui tu esclava/y sufrí contigo todas las miserias/más nunca creí/que me traicionaras mi amor sacrosanto lleno de tibiezas”… y ahí es cuando los ojos empiezan a enrojecer y la nariz a flojarse…Luis Vásquez entonando como nadie Guitarra Bohemia…

Es el Juan Lockward de miríadas emociones, con su mochila de discos asida al hombro, ofertando sus creaciones imperecederas a todos, “para resolver el moro con Servia Tulia”, era la consigna, “la orden del día”, todos los días.

Estampa recurrente de la memoria nacional, enhiesto signo del esfuerzo solitario de sobrevivir en la intemperie y la indefensión de la majestad del Estado, referencia jurídica de una sociedad sin asistencia social.

Como el caso de nuestro Juan Lockward, que vibrará siempre en el diapasón del alma nacional: “Yo nací en la falda de la loma/yo nací en la orilla de la mar”…

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