JUAN MANUEL PICHARDO
El primer dominicano electo como senador estatal en Estados Unidos

JUAN MANUEL PICHARDO <BR><STRONG>El primer dominicano electo como senador estatal en Estados Unidos</STRONG>

POR ANGELA PEÑA
Era apenas un niño de seis años cuando viviendo en Jicomé, Esperanza, tras cada final de la historia fantástica que escuchaba de labios del abuelo, le prometía que llegaría a una posición elevada si lograba emigrar a Estados Unidos y que siempre regresaría para traerle valijas de regalos y celebrar sus éxitos.

Juan Manuel Pichardo cumplió aquella infantil promesa: es el primer latino elegido para ocupar un asiento en el Estado de Rhode Island y el primer dominicano electo como Senador Estatal en los Estados Unidos. Pero don Pablo Martínez, que junto a su esposa María protegió y cuidó al muchacho cuando su madre Evangelista se marchó a la Gran Urbe, no pudo compartir el triunfo de su nieto mimado pues falleció antes de que éste escalase posición tan cimera.

En recuerdo a su memoria, Juan no sólo trae en cada viaje grandes aportes financieros para la comunidad donde nació, también desde Norteamérica gestiona donaciones y relaciones que satisfagan necesidades sanitarias, sociales, culturales, educativas de aquella comarca,  aunque también se empeña en promover y favorecer a los dominicanos en general.

Juan Manuel nació en Santiago, el 21 de octubre de 1966, mientras su madre trabajaba como niñera en una casa de familia. Pero a los dos años de su llegada al mundo, la inquieta y afanosa dama tuvo la suerte de acompañar a una dulce señora que viajaba a Nueva York con sus hijos, en 1968, y le dio la oportunidad de quedarse. “Mamá fue entonces nuestra esperanza, ella mejoró nuestra calidad de vida con el dinero que enviaba para que mis abuelos me cuidaran y cambiaran su situación”, expresa el hoy influyente funcionario.

El papá de Juan Manuel, Plinio Báez, no estuvo presente en su vida, dice. Evangelista fue en principio madre soltera que agotaba jornadas de trabajo en factorías de textiles en Manhattan. “A mi padre lo conocí a los 15 ó 16 años, después de un tiempo en los Estados Unidos. Tengo dos hermanas del lado de mi madre, y dos del lado de mi padre, Roberto y Alberto Báez, uno vive en Santiago y otro en Florida”, confiesa el Senador, sin resentimientos ni rencores, más bien orgulloso de la relación que los une.

Es un apuesto varón con más apariencia de galán de telenovela que de ejecutivo. Domina perfectamente el español pese a los años residiendo en la Gran Manzana. Sonriente, sencillo, sin ínfulas ni vanidad, habla sin turbación de sus humildes orígenes y no se vanagloria del representativo cargo al que lo llevó una comunidad en la que se convirtió en líder por su capacidad de servir y sus afanes de adquirir conocimientos.

La dureza de la vida del emigrante no ha amargado su temperamento tierno que dulcifica su imagen cuando ríe. Pocos han sacado, como él, tanto provecho a sus 39 años. En los primeros cinco que vivió en Manhattan asistió a la escuela pública y al regreso cuidaba a sus hermanas Helen y Anilda. Apoyó a su madre cuando ésta decidió mudarse a Providencie, aunque el cambio fue traumático, manifiesta. “Había trabajos buenos en las fábricas de joyas, en 1979, pero no había muchos hispanos, ya estábamos acostumbrados a una ciudad grande, como Nueva York, y Providence entonces parecía un campo, pero era muy tranquila”, cuenta.

Allí continuó estudios intermedios y secundarios en Gilbert Stuart Midle School y en Mount Pleasant High School. Al concluirlos asistió a la Universidad de la Comunidad de Rhode Island, obteniendo el grado de Asociado en Artes liberales. Pero mientras cursaba la secundaria trabajó junto a Evangelista, su madre, en una fábrica de zapatos, luego fue dependiente de McDonalds, vendedor de productos variados en una gran tienda por departamentos y camillero en el hospital más grande del Estado de Rhode Island.

 “Empecé transportando pacientes, por dos años, al mismo tiempo que los representaba para conseguir ayuda financiera a los que no tenían seguro médico”. Formó parte de un equipo con esos fines, como administrador y evaluando las necesidades de los enfermos. De sus diligencias se beneficiaban afectados de salud de todas las nacionalidades. Después, pasó a ser asistente de cirugía. Estuvo 17 años en el hospital compartiendo trabajo y estudios. Simultáneamente ingresó a la Fuerza Aérea donde lleva 18 años y en la que se inició como Reservista Nacional, llegando a pertenecer a la Seguridad Policial. Luego cambió de carrera y se convirtió en camarógrafo de video y producción obteniendo el título de Asociado de la Universidad de la Fuerza Aérea en Producciones Audiovisuales.

En la actualidad, Juan Manuel Pichardo es senador, Consejero por los Derechos de Igualdad, dentro del Ejército, completa el título universitario de Ciencias Políticas en Rhode Island College y es el padre de Cristian y de Tiffanie, procreados con su esposa Janet Batista Pichardo, nacida en Nueva York hija de padre dominicanos, de Santiago.

El Senador

Estuvo en el país la semana pasada con el objetivo de implementar un programa piloto de intercambio educativo entre estudiantes dominicanos y de Providence. Pero no ha sido su primer viaje a la tierra que le vio nacer. En más de una ocasión ha visitado pueblos, barrios, campos y ciudades nacionales en compañía de connotados líderes políticos y de inversionistas. “De mi compromiso con mi abuelo nació esa responsabilidad de conectar personas a la República Dominicana y ver cosas positivas. Muchos dominicanos van a los “resorts” y no salen de ese ambiente, yo creo que la isla es maravillosa, pero hay que darle a ver al angloamericano y al propio dominicano, que la sociedad es bonita, positiva, luchadora, rica en seres humanos pero también hay mucha pobreza, muchas personas que necesitan ayuda y motivación”.

La vocación de superación contagió allá a sus coterráneos que cambiaron el boliche, el juego de dominó, el sancocho, por “Quisqueya en acción”, una organización que se ocupa de celebrar festivales, actividades de limpieza, estímulo para el estudio y que no pierde el contacto con sus raíces dominicanas. “Vieron en mí el deseo de compartir la alegría y el entusiasmo con la responsabilidad por el estudio”. Y lo convirtieron en líder. Adquirió credibilidad, despertó la admiración del vecindario que, según él, no reparaba en su pobreza, “aunque aparentemente no nos faltaba nada, pero veíamos que otros alrededor vivían mejor. Entonces cuestionábamos algunos de los temas y políticos de aquel entonces y comenzamos a actuar”.

Habla de la participación cívica, de la “conciencia para registrarse a votar, de animarse a convertirse en ciudadanos”. El Sur y el Este de Providence, vecindarios de Juan Manuel, cambiaron. Él primero fue jefe de campaña de Víctor Capellán, que se postuló como representante, “que aquí es equivalente a diputado, desafortunadamente perdimos por once votos”.Después, el siete de enero de 2003 Pichardo fue juramentado como Senador Estatal representando el Segundo Distrito Senatorial del Estado de Rhode Island, que abarca las vecindades de Elmwood, el Sur Providence y Washington Park. De República Dominicana, afro americanos, anglos, vietnamitas, de Cambodia, chinos, nacionales de África, Asia, Nigeria, entre otros, lo escogieron su representante.

“Tengo la responsabilidad de ser no sólo senador de ese distrito, del dominicano, del hispano, sino internacional. Me escogieron, creo, por la experiencia que he tenido en la vida, por mi historia y por la lucha para traer dignidad y honestidad al Gobierno. Debo demostrar que nosotros podemos. Ahora es importante para mí, también, mantener esta comunicación con mi Patria, porque soy dominicano. Para muchos, yo he puesto la República en el mapa y también a Jicomé, Esperanza, un pueblecito de cinco mil personas, humilde. Esas son las bases que me motivan”.

Quiere que el dominicano que emigre “no sólo trabaje, trabaje, trabaje, sino que se eduque. La educación es fundamental, es lo más importante para salir de la pobreza”, manifestó.

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