El destacado escritor y editor estadounidense Lawrence Ferlinghetti, en su originalísimo poema “Baseball Canto”, hace puntuales referencias sobre Juan Marichal, el grandioso lanzador dominicano, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, quien cuando se hizo la publicación en la década de los 60, se encontraba en el apogeo de su carrera, vistiendo los colores de los Gigantes de San Francisco. El intelectual nacido en Nueva York en el 1919, ha sido una de las figuras emblemáticas del movimiento literario conocido como la Generación Beat, integrado por un grupo de autores cuyo accionar derivó en un fenómeno cultural en rechazo de los valores del stablishment.
El contenido de los textos del movimiento se caracteriza por su arraigo libertario que propugna por los derechos de la mujer, de los negros, de los homosexuales y deja un legado a la posterior contracultura del movimiento hippie. Sus principales exponentes son: Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William Burroughs, Lawrence Ferlinghetti, Neal Cassady, Herbert Hunckey y Peter Orlovsky.
El Baseball Canto, constituye una exaltación al béisbol, pero no solo eso, sino que además deja ver sus concepciones dentro de la nueva visión de la Generación Beat. No es casual que los tres jugadores de los Gigantes que menciona: Juan Marichal, Willie Mays y Tito Fuentes fuesen de color.
Gracias a su talento y longevidad Ferlinghetti ha incursionado en diversas facetas: poeta, escritor de ensayos, periodista, activista por la paz y pintor. También ha realizado una loable labor como editor. Sus obras más reconocidas son: Un Coney Island de la mente, A partir de San Francisco, Paisajes de vida y muerte. Es autor de la novela Ella y de varias piezas teatrales.
A continuación presentamos a nuestros distinguidos lectores el impresionante texto poético de Ferlinguetti, prácticamente desconocido en el país, el cual publicamos in extenso dada su importancia.
Baseball Canto Ver el béisbol, sentarse al sol, comer palomitas de maíz, Leyendo Ezra Pound, y deseando que Juan Marichal golpeara un agujero a través de la tradición anglosajona en el primer Canto y demoler a los invasores bárbaros.
Cuando los Gigantes de San Francisco toman el campo y todos defienden el Himno Nacional, con la voz de un tenor Irlandés por los altavoces, con todos los jugadores muertos en su lugar y los árbitros blancos como policías irlandeses en sus trajes negros y poca gorras negras presionadas sobre sus corazones, de pie derecho y quieto como en un funeral de un barman blarney, y todos mirando hacia el este, como si esperara alguna Gran Esperanza Blanca o los Padres Fundadores aparecen en el horizonte como 1066 o 1766.
Pero aparece Willie Mays en su lugar, en la parte inferior de La primera, y un rugido sube cuando el primero se zambulle al sol y toma off, como un footrunner de Tebas.
La pelota se pierde al sol y las doncellas lloran mientras él sigue corriendo a través de la epopeya anglosajona.
Y Tito Fuentes aparece como un torero en sus pantalones ajustados y pequeños zapatos puntiagudos.
Y los bleachers, del jardín derecho se hacen con chicanos y negros y los bebedores de cerveza de Brooklyn, “Tito, ponle calcetines a él, dulce Tito!” Y el dulce Tito pone su pie en el balde y golpea a uno que no vuelve para nada, y huye alrededor de las bases como si escapara de la United Fruit Company.
A medida que el dólar gringo gana la libra. Y el dulce Tito lo golpea como si estuviera ganando usura, sin mencionar el fascismo y el antisemitismo.
Y aparece Juan Marichal, y los blasters chicanos se vuelven locos de nuevo, mientras Juan pasa la primera bola fuera de la vista, y redondea primero y continúa y redondea el segundo y redondea el tercero, y sigue y llega a paydirt a los rugidos de la población sucia.
A medida que una tuerca presiona el botón de pánico detrás del escenario para el Himno Nacional grabado nuevamente, para salvar la situación.
Pero no detiene a nadie esta vez, en su revolución alrededor de las bases blancas cargadas, en esta última de las grandes epopeyas anglosajonas, en el territorio libre de Baseball.