A Juan Mayí le sobran los deseos de hacer arte. Por su propia convicción ha creado un código especial que se destaca en su obra, y no es más que ese que habla de sensibilidad, placer por la vida y destellos de luz que huelen y saben a creación.

Se trata de un espacio, donde el arte y la creación tejen sus sueños, como si se tratase de encontrar un refugio seguro que acogen las marañas de la propia existencia. En esencia, el punto exacto, para vivir en comunión con lo que ha sido su entorno.

Idóneamente, Mayí ha dispuesto no solamente las obras que forman parte de su colección personal, sino un exquisito y original mobiliario creado por él, especialmente para este espacio.

Una especie de mampara es un elemento escultórico que hace juego con la viga y columnas dispuestas para dividir el área de exposición. Los muebles han sido concebidos de la misma forma que los cuadros; y el metal, porque le va bien a los colores arena, tierra y rojo, tonos que describen a la perfección la fuerza y el carácter de su trabajo pictórico.

En estos momentos se encuentra preparando alrededor de 30 objetos de arte para mostrarlos, pero aclara que lo que realmente le apasiona es la pintura, sin negar que hay muchos puntos que le tocan, porque es un creador y la creación no tiene límites en el sentido de lo que es la sensibilidad y la búsqueda de expresión como ser humano.

La exposición, a realizarse en diciembre próximo, constituye la primera exposición de Mayí que incluya este tipo de piezas, ya que anteriormente no había hecho una exposición de objetos a nivel escultórico, con piezas como mesas y sillas, que además que sirven de utilidad, son también objetos de arte con pinturas originales del artista.

Agradece la oportunidad cuando se le otorgó una beca y tuvo la oportunidad de viajar y estudiar en Francia; aunque considera que para ser artista no hay que viajar, porque el talento se tiene, lo que ocurre es que se alimenta con el contacto con las demás culturas.

Ahora menciona que su mayor experiencia fue como ser humano, “primero soy un ser humano y después soy el artista que se enriqueció bastante con ese contacto. En cuanto a los estudios maduré, ya que tenía mucho contacto con el arte, los museos, los artistas y estaba muy cerca de lo que es el arte contemporáneo de hoy”.

El color, las bacterias y los signos tienen gran importancia en la obra que Mayí viene realizando desde hace dos décadas, “es una búsqueda del ser y la profundidad del ser, no me siento un pintor determinado de una región, pero de una forma u otra debemos buscar la espiritualidad en términos de lo que debe ser el arte como medio de expresión y de creación espiritual”.

Aunque confiesa que por ser del Caribe, los colores que conforman su obra pictórica han de ser muy fuertes, el azul ultramar, el rojo ardiente, porque de una forma u otra debe presentar y decir sobre su nacionalidad.

[b]Ama el teatro y la literatura[/b]

Juan Mayí también se confiesa amante del teatro y la literatura, especialmente de la narrativa y la novela. Sobre el teatro, explica que a la edad de 17 años deseaba enormemente estudiarlo, pero debía elegir solamente una disciplina y de hecho ya estudiaba artes.

La lectura de Shakespeare lo motiva a hacer los “performers” e integrar el teatro con su trabajo pictórico. “El trabajo es otro medio de expresión y en él se combina la imagen corporal con la literatura, a su juicio la base primordial para la formación de cualquier artista. Escribió un libro de poemas que tituló “Piedras de ensueño”, que dedicó a su hija Gala Helena.

Juan Mayí nació en San Francisco de Macorís, pero desde pequeño vive en Santo Domingo. Comenzó a estudiar artes a los 14 años en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y luego al concluir cursó cuatro años en la Escuela de Bellas Artes de París, en ocasión de ser enviado por el gobierno francés al bicentenario de la Revolución Francesa al obtener un premio en un concurso que convocó la Embajada de Francia con artistas recién graduados de la escuela.