Juan Pablo Duarte: el único
fundador de la República

Juan Pablo Duarte: el único<BR>fundador de la República

POR LEÓN DAVID
Juan Pablo Duarte es el único fundador y verdadero Padre de la Patria. Nunca se repetirá esto suficientemente. Lo poco que tenemos de país, de soberanía, de nación es a él a quien se lo debemos. Él fue el ideólogo de la Independencia; fue él quien logró crear una organización revolucionaria que pudo dar al traste con el poder opresor haitiano; fue él quien durante toda su vida mantuvo sus ideales libertarios y no transigió ni colaboró con los que, al fin y a la postre, terminaron por anexar el territorio de la república a la antigua metrópoli peninsular. Su fe, su confianza, su tenacidad, su indoblegable rectitud y espíritu de sacrificio lo condujeron al exilio.

 Rara vez se ha dado el caso de un héroe de tanta pureza, de tan intransigentes principios; y rara vez un país ha pagado con moneda tan ruin la entrega de su héroe.

 Aunque, pensándolo bien, no es de extrañar que así sucediera… Pues quienes nos han gobernado desde que vimos la luz  como nación soberana son los mismos sectores de la alta clase que a última hora apoyaron a Duarte para luego darle las espaldas; los mismos sectores que carentes de genuinos ideales y entereza moral, jamás creyeron en la posibilidad de vivir sin amos o sin protectores.

Nuestros dirigentes jamás han sido duartianos.  No pueden serlo porque Duarte representa lo contrario de lo que ellos son, el polo opuesto de su conducta pública y privada… Entonces al liderazgo político dominicano le ha tocado recurrir al expediente de la mitificación: se ensalza la figura de Duarte pero no se la estudia; la retórica sustituye al conocimiento, suplanta la leyenda el lugar de los hechos. Es la manera de que una verdad amenazante se vuelva inocua; y una obra ejemplar, simple tema para rituales de oratoria pomposa.  Mas como a pesar de los pesares, sigue Duarte siendo demasiado grande y peligroso, demasiado actual su pensamiento, demasiado beligerante su actitud, como no se le puede rebajar porque nada hay en su conducta que se preste a la mordida de la infamia, entonces se le disminuye de otra forma: haciéndole compartir el título de Padre de la Patria con próceres que si bien rindieron en diversas etapas de sus vidas eminentes servicios al país, no alcanzaron méritos suficientes par parangonarse con el único que fue siempre fiel a los propósitos revolucionarios de la Trinitaria.

En toda la historia republicana, hasta el día de hoy, no tiene Duarte rival. Al lado de su gigantesca figura de hombre probo y de luchador consecuente, los demás paladines lucen una estatura mucho más modesta.

 “Sed justos lo primero, si queréis ser felices”, dijo Juan Pablo… No hemos sido justos con él. No hemos sido justos con nuestros más valiosos adalides. Tal es la razón, entre otras cosas, de que colectivamente, en tanto que nación, aún no hayamos conquistado el derecho a la felicidad.

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