Juan Pablo II: vida marcada por dolencias, enfermedades

Juan Pablo II: vida marcada por dolencias, enfermedades

CIUDAD DEL VATICANO (EFE).- Los 26 años y medio del papado de Juan Pablo II han estado marcados por el atentado de 1981 en la plaza de San Pedro y una serie de dolencias y enfermedades, entre ellas el parkinson, que no le restaron energía espiritual aunque sí física, pero que no le impidió viajar por todo el mundo.

   El historial clínico de este Papa «varón de dolores», como muchos le han llamado, y «atleta de Dios», como otros le denominan, comenzó cuando tenía 24 años y tuvo que ser hospitalizado al ser atropellado por un vehículo militar alemán.

   Se recuperó y nadie volvió a acordarse del accidente. Cuando fue elegido Papa, en 1978, a los 58 años, la imagen que presentó al mundo fue la de un deportista amante del montañismo, la natación y el fútbol.

   Rebosaba salud y energía y cubría el vacío dejado por Albino Luciani, Juan Pablo I, que murió a los 33 días de su elección.

   Menos de tres años después se produjo el primer y más grave contratiempo para su salud: el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 en la plaza vaticana, cuando le disparó dos tiros el terrorista turco Ali Agca que a punto estuvieron de costarle la vida.

   El atentado, de todas maneras, debilitó a la larga su estado físico.

   Juan Pablo II fue trasladado inmediatamente al policlínico romano «Agostino Gemelli», que él considera desde entonces su «segunda casa», donde fue intervenido quirúrgicamente.

   Juan Pablo II fue el primer Papa internado en un hospital fuera del Vaticano, a diferencia de otros Pontífices, con Juan XXIII y Pablo VI, que también fueron sometidos a intervenciones quirúrgicas, pero para quienes se instalaron quirófanos en la sede apostólica.

   El 20 de junio de 1981, 17 días después de haber sido dado de alta, volvió al «Gemelli» para ser tratado de una infección de cytomegalovirus, derivada de la operación.

   El 12 de julio de 1992 fue intervenido de un tumor en el colon en el «Gemelli». La operación duró cuatro horas y le fue extraído un tumor benigno del tamaño de una naranja. A la vez le fue extirpada la vesícula biliar y detectados cálculos biliares.

   El 11 de noviembre de 1993, durante una audiencia, cayó y se produjo una luxación del hombro derecho con fractura de la glena. Ese mismo día fue operado en el Gemelli.

   En 1994 se fracturó el fémur de la pierna derecha al resbalar cuando salía de la bañera de su apartamento privado del Vaticano.

   Por quinta vez volvió al Gemelli, donde se le implantó una prótesis de titanio para sustituirle la cabeza del fémur, lo que le obligó a caminar durante varios meses apoyándose en un bastón.

   El 8 de octubre de 1996 volvió a ser ingresado en el «Gemelli» para ser intervenido de apendicitis previa a la eliminación de adherencias loco-regionales.

   En junio de 1999 durante su octavo viaje a Polonia cayó en la Nunciatura de Varsovia, abriéndose una herida en la frente que obligó a aplicarle tres puntos de sutura.

   En marzo del 2002 se le desató una artrosis en la rodilla derecha, que le obligó a renunciar a presidir algunos ritos de la Semana Santa y no pudo realizar a pie el Vía Crucis a lo largo del Coliseo de Roma. De todas formas, tomó la cruz en las dos últimas estaciones.

   La artrosis le obligó a desplazarse por el Vaticano en una peana móvil. A partir de ese momento, Juan Pablo II, cada vez con mayores problemas para caminar, usa ese sistema.

   En mayo de 2002 su salud empeoró. Durante el viaje a Bulgaria se le vio con grandes dificultades para dar dos pasos seguidos y con problemas para respirar.

   Sin embargo, durante su viaje en el verano de 2002 a Toronto, Guatemala y México se le vio muy recuperado. En la ciudad canadiense llegó a bajar por su propio pie la escalerilla del avión. Fue de todas formas la última vez, ya que desde entonces utiliza una plataforma para acceder a los aviones.

   En septiembre de 2003, durante el viaje a Eslovaquia volvió a alarmar a la opinión pública. A parte de no dar ya ni un solo paso, el Papa presentó un debilitado estado de salud, que le impidió leer el discurso de llegada, y tenía graves problemas para respirar.

   A últimos de septiembre de ese año tuvo que renunciar a presidir una audiencia pública debido a una oclusión intestinal.

   Hasta mediados de octubre de 2003, cuando celebró los 25 años de pontificado, leía el principio y final de los discursos, pero a partir de esa fecha ya no leyó párrafo alguno de los textos, encargándose de ello el «número tres» del Vaticano, el arzobispo argentino Leonardo Sandri.

   A finales de 2003 volvió a mostrar un aspecto más recuperado, leyendo algunos párrafos de las audiencias públicas de los miércoles. Haciendo grandes esfuerzos leyó las homilías y discursos de momentos importantes.

   Su salud en los últimos meses sufrió altibajos, pero siempre con los mismos síntomas: dificultad para respirar, graves problemas para hablar y aspecto visiblemente cansado y doloridos.

   En los últimos años no se desprendió de la silla de ruedas especial que le servía para oficiar misa sin levantarse y que se convirtió en la «silla gestatoria» del Pontificado.

   El 1 de febrero de 2005 tuvo que ser ingresado de urgencia en «Gemelli», aquejado de una crisis respiratoria aguda. Fue dado de alta nueve días más tarde.

   Pero el 24 de febrero fue hospitalizado de nuevo en el Gemelli donde la practicaron una traqueotomía. Fue dado de alta el 13 de marzo.

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