Juan Trinidad expone una nueva
colección de tallas en madera

Juan Trinidad expone una nueva <BR>colección de tallas en madera

POR MARIANNE DE TOLENTINO
La obra de Juan Trinidad confirma la identidad primordial atribuida a la escultura dominicana, como talla directa en madera, de volumetría frecuentemente alargada y reminiscencia totémica, donde se perciben los legados amerindio y africano. Sin embargo, en la actualidad, las realizaciones tridimensionales se distancian de ese patrón formal, en provecho de la instalación, el “ready-made” intervenido o no, y los materiales diversos.

Quienes tallan la madera hoy en día, tienden a ser considerados como artesanos o artistas populares: desde la muerte del maestro Antonio Prats-Ventós hace falta quien les defienda y justiprecie su trabajo, pero exigiéndoles creatividad y un sello personal.

Ahora bien, el oficio del tallista se sigue enseñando en la Escuela Nacional de Bellas Artes y no se ha abandonado del todo en la creación plástica. Sigue válida la expresión escultórica que privilegia el uso de la gubia y el buril, que labra la caoba, el roble y el guayacán, que confronta el artista al tronco seco. A ese linaje pertenece Juan Trinidad, hijo de Bonao como su amigo y maestro Cándido Bidó, habiendo instalado familia, vivienda y taller en San Francisco de Macorís.

Aunque ha hecho esculturas en piedra, metal y bronce, él prefiere tallar la madera, especialmente el roble. Siente más esa materia orgánica que califica como “noble y humilde”, epítetos que por cierto podrían aplicarse al propio Juan Trinidad… Opuesto al brazo destructor del leñador, él honra a la naturaleza y considera que su obra es el fruto de un diálogo entre la inspiración, la meditación y el oficio.

LA ÉPOCA DE LOS “ROSTROS”

Juan Trinidad es un gran trabajador, ignorando el descanso, que no cesa de cuestionarse, elaborar proyectos y producir obras. A la vez estimulado y aprehensivo por su premiación en la Bienal Nacional, hay que saberlo convencer para que exponga… Mari-Loly Severino logró ese propósito: lo ha llevado al hermoso espacio-galería de arte que Felín y Virginia Dalmau acondicionaron en la Casa Virginia. Esa área abierta, situada en la tercera planta, absolutamente simple, se presta especialmente para las exposiciones de escultura y el despliegue de la tercera dimensión. Más aun, se trata de uno de los mejores espacios existentes en Santo Domingo para exhibir piezas tridimensionales de distintos formatos, que favorece tanto la ubicación en el piso como en la pared, aparte de no requerir une museografía compleja.

Las obras expuestas confirman que la escultura de Juan Trinidad suele destacar la ligereza estructural en las piezas altas y delgadas, el alto relieve y la verticalidad en las medianas y las pocas piezas de pared, una composición barroquizante en tallas compactas o más horizontales, a veces montadas en una varilla. Esa última opción confiere elegancia y una interesante solución espacial para los tamaños pequeños.

En prácticamente todas sus esculturas, el artista combina la figuración y la abstracción, articuladas y diferenciadas a la vez. La madera se trabaja en varios sentidos, alternando ángulos, curvas, huecos, entrantes y salientes. De esa factura resultan un ritmo y una dinámica visual. Nos agradó volver a encontrar el libro-objeto, que formó parte de una colectiva temática en la Feria del Libro.

Existe un estilo propio de Juan Trinidad, inmediatamente reconocible, y que lo distingue positivamente. La figura se relaciona con la reiterada presencia y presentación del rostro, casi siempre de perfil, integrado al mismo tiempo en una estructura frontal. Los rasgos faciales hieráticos, se emparentan –subconscientemente o no- con la máscara. La expresión de los ojos, párpados cerrados o mirada interior, contribuye a trasmutar una mitología personal, que pone de manifiesto el conflicto entre la criatura eterna –arraízada en un contexto bíblico- y la civilización contemporánea.

Para acentuar el dramatismo y también la plasticidad, Trinidad suele teñir sus tallas en negro. No obstante, nos gusta cuando él deja la madera natural, clara, mate, pero luminosa, con sus vetas y sus matices: se evita la repetición de un acabado que, aunque le da muy buenos resultados, no debe convertirse en un proceso sistemático. En cuanto a una pátina dorada, acercándose a una impresión de bronce, se aplica a pocas obras felizmente, y apreciamos esa variación sólo como un experimento.

CONCEPTO Y SIMBOLOGÍA

Juan Trinidad, dentro de su apego a la tradición, ha hecho esculturas religiosas, exaltando especialmente la figura de Cristo y su martirio. Aun en la categoría profana, que es actualmente la que adopta, él quiere y consigue plasmar una condición humana de paz, de fe, de intensa vida espiritual. La meditación y la gravedad se inscriben en una verdadera iconografía, compuesta por aquellos rostros, simultáneamente impasibles y expresivos.

Obviamente, su mundo se enfrenta al caos y la brutalidad de la era tecnológica e industrial, a la cual alude con detalles –así las perforaciones- y formas hoy secundarias, recordando herramientas. Encontraremos una evocación estilizada a los artefactos mecánicos y a la maquinaria. Si quisiéramos ubicar a la escultura de Juan Trinidad en las corrientes modernas del siglo XX, percibiríamos una síntesis de expresionismo, neo-cubismo y futurismo, con secuelas de realismo. He aquí el “mestizaje” estilístico tan característico del arte dominicano, en escultura como en pintura.

Juan Trinidad indudablemente posee su identidad en la ejecución y el oficio, igualmente en el concepto y la simbología, cualidades que él debe mantener en evolución. Viendo por segunda vez su exposición individual en la Casa Virginia, volvemos a recordar la recomendación de Maillol, famoso escultor francés figurativo: “Hay que ser sintético como los escultores negros que redujeron veinte formas a una”. Nuestro artista, sin llegar a esa reducción morfológica, se adhiere a lineamientos tipificados en forma y volumen, que se asocian a una extrema sinceridad, a creencias y aspiraciones. Más que ideas son ideales permanentemente proseguidos.

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