Juan Ventura: espíritu de un pintor

Juan Ventura: espíritu de un pintor

La visión pictórica  de Juan Ventura tiene componentes tan disímiles que se pueden diluir o cuajar en la maestría de la línea. Se trata de una acción ajena a la ciencia en cuanto tal porque la trasciende en sus puntos de partida para propender a un cotejo de sentidos imprevisibles, capaces de aunar a través de una intención el fondo y la forma.

Las fluctuaciones en los trazos de este pintor puertoplateño llevan a un rechazo de realidades particulares que tienden hacia la reafirmación de posturas tan enraizadas en el alma del artista que garantizan su compromiso estético con respecto al  ser humano y a la vida. La incertidumbre del vaivén en que se genera la producción artística de Ventura  representa el quid de la labor de creación y los desaciertos del camino, entendidos como estímulos, pueden provocar situaciones evidentemente contradictorias: hay genios y hay mediocres.

Juan Ventura, poeta y pintor, no se aviene a la simpleza de una lucha entre contrarios. Hace suyo el compromiso de emplear hasta la soledad como fórmula esencial para proporcionar obras inspiradas en los distantes tonos surgidos de las dolorosas búsquedas que testimonian la existencia de las brasas que van a alimentar la hoguera de la creación. La maestría de rimar se asocia al manejo sicomotriz del pincel, se traduce en un arte que lleva tanto al poeta como al pintor a matizar su producción con la gracia y la elegancia que resuman la conjugación entre el pensamiento y el sentimiento, es decir, conforman la visión y la cosmovisión del artista.

Los lienzos de Juan Ventura enseñan esas ideas, llevan al artista a prorrumpir a través de sus denodados matices en un terreno nebuloso que reafirma su ánimo productivo, que desdibuja las corrientes avasalladoras del mundo insulso, que provoca el atisbo de la inocencia como constatación vital de la importancia de la existencia como don emanado de Dios, como proyecto desinhibidor de la alegría, de la embriaguez que proporciona la sublimidad de la creación artística en sí misma.

El espíritu de su arte desborda la individualidad, llega a satisfacer la creación de cosas nuevas, formatos de aceptación gozosa que empujan al alma a una probidad científica capaz de hacer encontrar los extremos, se trata de asumir un estado de ánimo que imponga el carácter desinteresado de la actividad artística para que el fenómeno estético unifique la labor del pintor maestro de sus trazos, sus colores y sus perspectivas  con los elementos que salen de la revelación apocalíptica que lo sustenta. El alma de Juan Ventura confía en el don divino de la fe que surge a la luz de esa revelación y no se traduce en una búsqueda vana, sino apoyada en las revelaciones de Juan el Evangelista en que se anteponen la premiación y el castigo, pero el pintor busca inclinar a la premiación el resultado de las imágenes que trata de ocultar con sus colores, con la luz, con la densidad y las líneas.

En marzo del 2009, en la exposición individual realizada por Juan Ventura, el experto maestro Danilo de los Santos señalaba: “Apoyado en las fuentes reveladoras del apóstol, el pintor no nos ofrece los ambientes oscuros del fatídico y violento final del mundo, sino el destello “espléndidum”  que en general resplandece como esperanza”.

Sabias consideraciones en el entendido de que Juan Ventura tiene la seguridad y el espíritu moral para que su pintura resulte una aureola de alabanza divina que sirva para afianzar el reino de Dios en la tierra. No se trata de ignorar la maldad y el pecado, sino encontrar los trazos que empujen al ser humano hacia la plena felicidad y armonía con los elementos y los congéneres. Constituye una producción pictórica que busca sanar las llagas que ha dejado la historia de la maldad humana.

La exposición de esplendor antes mencionada refería en su catálogo, redactado por Danilo de los Santos, “Juan de la Aventura establece una cierta distancia de todas sus relaciones, incluida la de los jinetes apocalípticos y las fábulas diabólicas para tan solo atrapar la materia en su movimiento, los tonos que sobrevuelan al drama anunciado y que son destellos de flor y paisajes espiritualizados que antepone lo bueno de lo peor”.

El Apocalipsis, último libro de la Biblia, fue escrito con el propósito de alentar a los creyentes perseguidos para que reafirmaran su fe y para los pecadores en el ánimo de que se arrepientan antes del día final. Es un libro en el que Juan describe las visiones que tuvo cuando estaba desterrado en la Isla de Patmos. De igual modo, Juan Ventura en sus pinturas tiene el objetivo de ilustrar el triunfo del bien sobre el mal, se yergue en terreno de metáforas continuadas que traducen unas alegorías pictóricas que tienden a develar una voz celeste, muda por ser lienzos para el rescate del porvenir, de la gloria.

En el lienzo titulado: “Éxtasis” se aprecian rasgos que dejan atisbos de las influencias de Don Pedro Terreiro. Hay elementos recursivos en el afán por la luz difusa repetida que solo pueden asociarse a las garras, a los dolores de sus efectos en las carnes y en las mentes que no atinan a ver la difusión de consecuencias que salen del embeleso que nace de la exploración profunda de los sentimientos y de los impulsos en que se cristalizan el extracto del pensamiento creador y las insurgencias del espíritu frente a las monotonías que agobian la existencia y obstaculizan los proyectos para hacer a la persona más persona y más dueña de sí misma.

Los valores que se aprecian en los matices de las pinturas de Juan Ventura se asocian a las vicisitudes que vive el hombre de hoy y que se equiparan a las persecuciones que sufrieron los creyentes de las primeras iglesias, quienes reafirmaron su fe a través de esas tribulaciones. En el lienzo titulado “Como Ladrón en la Noche” se nota la evolución de los rasgos pictóricos del artista, pues parece anunciar una alborada de luz y sensibilidad que proyecta nuevos esplendores para el arte dominicano y universal. Las proyecciones de sus lienzos pueden hacer brotar los más entrañables refinamientos que desdibujan el desdichado carácter literal que hace de la vida un episodio monótono en el que hasta la palabra ha perdido su mágica efectividad frente a las posturas estandarizantes que intenta combatir Juan Ventura con creaciones como: “No conozco tus obras ni dónde moras” y “Una mujer sentada sobre una bestia escarlata, blasfemia” que hacen resucitar nuevos sentidos vitales por anunciar el resurgir del espíritu frente a la materia.

El plan creativo de Juan Ventura va más allá de pretender adornar un rascacielos con la imagen clásica de un Dios griego o latino, pretende tocar el alma humana para que la pureza de los sentimientos aflore y se recree el nuevo mundo de amor que necesita la persona. En el cuadro titulado: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron y el mar ya no existe más” se preludian las bonanzas que deben caracterizar la existencia humana en lo porvenir.

El desarrollo gradual de las técnicas en las pinturas de Juan Ventura se afianzan con los rasgos multicolores que se perciben en su cuadro “Apocaliptiem Gaya” en el que demuestra un magistral manejo del pincel y en donde la placidez de las líneas transportan al observador a un mundo de ondulaciones, puesto que dan nuevos giros a la interpretación abstracta cargada de símbolos que propenden al descubrimiento de matices de mayor hondura en el sentido existencial de sus cuadros.

Hay ciertos rasgos en las pinturas de Juan Ventura que permiten leves evocaciones respecto de los trazos que caracterizaron a Wassily Kandinski en su pintura y a Piet Mondrian en sus técnicas de dibujo, no obstante, hay que resaltar que esos paralelismos hablan de los rasgos espirituales de que se impregna el arte cuando las profundas motivaciones para su producción traspasan el mundo de los sentidos para adentrarse en el cielo nebuloso que busca descifrar las interioridades del alma del artista. Esas mezclas de aguas trascienden a la configuración misma del matiz y lo elevan a una sígnica trasposición de colores en que se vislumbra una nueva genialidad en la pintura dominicana y a un futuro arquetipo de la temática bíblica que enriquece los rasgos cuando tienden a la universalidad temática que los fortalece.

En síntesis

Juan Ventura

Nació en Cabrera, provincia María Trinidad Sánchez, realizó sus estudios primarios en la Escuela Primaria de la Llanada de Cabrera, la escuela secundaria en el Liceo Nocturno el Millón, Santo Domingo. Estudiante de Artes Publicitarias en la UASD, 1981, estudiante de la escuela Nacional de Bellas Artes, 1982-1983, Santo Domingo. Estudios universitarios en la Universidad Tecnológica de Santiago, Recinto Puerto Plata, Lic. En Derecho.

Exposiciones

Colectiva Cibao Pinta, Sociedad Cultural El Porvenir, 1994, Puerto Plata.  XIX Bienal Nacional de Artes Visuales. Exposición Concurso Casa España, 1995-1996. Colectiva Profondo, Casa de la Cultura, 2000, Sosúa. Colectiva pro de Fondos, Morfy, 2006, Sosúa.  Festival de la Cultura, 2007.  Exposición pro fondos  Grupo Contraste, 2008, Individual,Marzo 09.  

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