Juana La Loca, ¿locura o conspiración?

Juana La Loca, ¿locura o conspiración?

La escena final es impactante, la bruma lo cubre todo, Juana se despide, su alma flota, mientras poco a poco desaparece.

La espectacular puesta en escena de Manuel Rueda, consiste en transponer la escritura dramática en escritura escénica. La obra se presenta por el 50 aniversario del TN

En conmemoración del 50 Aniversario del Teatro Nacional, la obra de teatro “Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca” del dramaturgo, músico y poeta Manuel Rueda, es llevada a escena bajo el nombre de “Juana la Loca… ¿Locura o conspiración?, en una excelente adaptación de Richardson Díaz, y dirigida por Guillermo Cordero.

Juana Primera de Castilla, Aragón y Navarra, hija de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, ha pasado a la historia como Juana La Loca, -la que enloqueció de amor-. Su figura ha sido objeto de múltiples interpretaciones por historiadores y objeto de inspiración de dramaturgos, poetas y pintores.

Nuestro primer encuentro teatral con este personaje fue en el año 2013, cuando se presentó en la Sala Ravelo el unipersonal “Juana una locura de amor”, del dramaturgo argentino Pepe Cibrián Campoy, protagonizada por Lorena Oliva y dirigida por Manuel Chapuseaux.

La obra de Manuel Rueda, desarrollada cual retablo medieval, no está sujeta a la cronología, no es propiamente una reconstrucción histórica, el presente y el pasado, la pasión y el poder se enlazan, son los ejes de la narrativa poética de Rueda.

El personaje central es Juana, la reina -que nunca fue- de vida itinerante, víctima de la ambición de poder, es llevada a Tordesillas y condenada al ostracismo por más de 40 años, por orden de su padre y de su propio hijo. Juana, además se siente humillada y abandonada por su madre y los sacerdotes y se rebela, se convierte en un símbolo de resistencia; por otro lado el amor desenfrenado -no correspondido- por su esposo -Felipe el Hermoso- cuya muerte no acepta, violentando la fe, así como los celos, la lujuria que le consumen y el rechazo a la religión, la llevan a ser considerada como una desequilibrada, llamada desde entonces Juana La loca.

El arte de la puesta en escena consiste en transponer la escritura dramática en escritura escénica, Guillermo Cordero encuentra la partitura más apropiada para proyectar este maravilloso espectáculo, con la escogencia de grandes artistas de diferentes áreas.

Se abre el telón, aparecen en los laterales dos pequeñas torres, cada una con una ventana, símbolo de la espera de Juana, en Tordesillas. El espacio escénico es una alegoría de la época, a la que nos transporta en alas de la música, la bella Obertura de José Andrés Molina. La primera escena es conmovedora, soldados, monjes, cortesanos, arrastran el féretro de Felipe; aparece Juana que vencida por el dolor, se resiste a despedirse de su amado…se escuchan las voces del coro, dirigido por Nadia Nicola, un perfecto marco para un cuadro sobrecogedor.

Una artista excepcional: Carlota Carretero, interpreta a Juana -adulta- y en un despliegue de recursos actorales, muestra los límites de su triste destino; el gesto, los matices de su voz, la expresión corporal, nos introduce en el interior del personaje. Mary Gaby Aguilera, es Juana -joven- con su actuación veraz consigue acercarse al personaje, sin duda estamos frente a un talento en ciernes.

La figura y el matiz de la actuación de Ernesto Báez, se adecúan a la personalidad del Rey Fernando. La sabia y controversial María de Ulloa, tiene una actriz de excepción: Karina Noble.

El aluvión de hermosas escenas con la movilidad que aporta la modernidad, no se detiene, el despliegue de creatividad de Carlos Ortega, se manifiesta en cada escena con sus particularidades, adecuándose a cada momento, siendo resaltadas visualmente por el magnífico diseño de luces, de Lillyanna Diaz, Ernesto López, Roberto De León y Darwing Tatis.

Los múltiples personajes van hilvanando la historia. La temperamental Reyna Isabel, tiene una exquisita intérprete, Elvira Taveras. Sin desmeritar su calificativo, José Guillermo Cortines, encarna a Felipe el Hermoso.

Los prelados especie de curia medieval, son encabezados por el Cardenal Inquisidor Cisneros, interpretado por un magnífico Pepe Sierra, así como los Obispos, por Miguel Lendor y José Roberto Diaz y el sacerdote por Richardson Diaz. La compañera de Juana en su cautiverio, su hija Catalina-adolescente y niña- tiene dos intérpretes, Montserrat De León, y Miranda De León, precisas en sus breves intervenciones. Otros personajes y figurantes, conforman el todo, las damas de Juana, las Damas de la reina, el Príncipe Fernando, interpretado por Josué Ureña, y Hony Estrella como Beatriz de Bravante.

La escena final es impactante, la bruma lo cubre todo, Juana se despide, su alma flota, mientras poco a poco desaparece.

Hemos sido testigos de una obra y puesta en escena espectacular. Una mano ha hilvanado cada parte, conformando la belleza del todo.

Guillermo Cordero cual ave fénix remonta el vuelo, y su estela ilumina el firmamento de nuestra escena teatral.

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