Hubo un momento en el vía crucis de seis años de estar secuestrada por las FARC en el que Ingrid Betancourt trascendió la condición de colombo-francesa, ex candidata a la Presidencia de su país. La notoriedad que su caso fue alcanzando llevó a verla como genuina exponente de la humanidad; mujer y madre sometida a un cautiverio cruel y cercano a todo el mundo.
Su liberación sorpresiva y memorable antier ha traído alivio al planeta. Regocijo a una nación: La Tierra. Considerada como una víctima de la barbarie terrorista que toda sociedad condena, su salida con vida del encierro junto a otros rehenes de similares sufrimientos constituye un triunfo de la razón y la justicia sobre la violencia de una banda que la historia está mandando a extinguir.
Atendible
Por casi todos lados del país lo que se ve es estrechez. Productores que se asfixian por costos altos, precios de combustibles que acogotan a los consumidores y sindicatos que reclaman con desesperación un aumento de los salarios bajos. Los diputados no pueden ser los únicos en ignorar tan dura realidad de la inmensa mayoría de sus conciudadanos. Y en todo caso, sería ya la hora de que abrieran ojos y oídos.
Viene muy al caso la petición pública formulada por la organización Participación Ciudadana en el sentido de que esos legisladores desistan de aumentarse sustancialmente los sueldos. Se trata de un ingreso extraordinario que tendría mucho de agravio para una colectividad que quisiera ver a quienes la gobiernan compartiendo una mínima parte siquiera de sus sacrificios.