Judas y la nostalgia de ex seminaristas

Judas y la nostalgia de ex seminaristas

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Un chico ácido, a quien los evangelios no le dan ni frío ni calor, llegó al encuentro del Grupo de Comunicaciones  Corripio con una Biblia debajo del brazo. Nadie lo podía creer por sus concepciones marxistas y materialistas. “Es que para preguntarle con firmeza a monseñor José Arnaiz y a los reverendos Lorenzo Vargas y Abraham Apolinario tengo que empaparme bien sobre la vida de Cristo”, comentó el colega.

Una chica ácida le dijo “al fin y al cabo tu vas a terminar en una iglesia cristiana, porque nada más parecido a las ideas de igualdad y justicia de Jesucristo que el marxismo”.

No hubo respuestas. El hombre solamente frunció el ceño.

Todo eso ocurrió al margen de las explicaciones que ofrecía monseñor Arnaiz sobre el origen de la conmemoración de la Semana Santa y su relación con la celebración de la Pascua de los judíos, dado que Jesucristo realizó la última cena durante un período similar.

Pero antes de que iniciara la sesión de preguntas, el sacerdote jesuita conversó con Juan Bolívar Díaz, coordinador del encuentro; con Radhamés Gómez Pepín, director de El Nacional y con Huchi Lora, productor del programa El Día, sobre el polémico manuscrito que indica que Judas no traicionó a Cristo. En ese aspecto Arnaiz es como Santo Tomás, por aquello de ver para creer, porque manifestó que no puede emitir una opinión sin antes leer lo que dicen esos papiros, aunque dejó claro que para él Judas sí traicionó a Cristo.

LA PUBLICIDAD CAMBIO LA SS

Tanto Arnaiz como Vargas se refirieron a la forma en que ha cambiado la conmemoración de la Semana Santa.

Vargas entiende que la fe no se puede transmitir a través del miedo, por lo que le parece que era inadecuado decir que “no se puede hacer aquello porque se quedaban pagados, o que la gente no debía bañarse en la playa porque se convertían en pescados”. Para ese sacerdote la Semana Mayor no es un velorio, sino una victoria. Pero  el paso de la tranquilidad, del ayuno, de  la reflexión, a la juerga que se vende y promociona en estos días, es para Arnaiz una influencia de la publicidad. Sin embargo, Apolinario destacó que durante esta conmemoración es que van mayor cantidad de feligreses a las iglesias.

Arnaiz quiso abundar en ese aspecto y dijo que cuando él llegó al país en 1961 muy pocos hombres iban a las iglesias, y que, sin embargo, ahora es lo contrario.

Una chica ácida le preguntó en qué mes vino al país y él, inteligentemente, como si le hubiesen mencionado la intención de la susodicha de saber si fue en mayo, el mes en que mataron a Trujillo, respondió “no, no, en septiembre”.

NO SE DABAN POR NADIE

Durante el receso, no se daban por nadie Díaz y Gómez Pepín, dos ex seminaristas que optaron por otros caminos. De tanto hurgar en el pasado descubrieron que tuvieron profesores comunes y coincidieron en lo difícil que eran las clases de latín. “Nos habremos perdido de algún Papa”, comentó un chico ácido anticlerical.

UNA IGLESIA POBRE

Es apariencia la riqueza de la Iglesia Católica dominicana, dijo Arnaiz cuando salió al aire el tema del patrimonio de esta y las ventajas del Concordato. Las once diócesis de la Iglesia Católica dominicana son muy  pobres, porque viven de las aportaciones de éstos y de las promesas de los ricos, refirió.

Al destacar que la Iglesia da la impresión de ser rica siendo pobre, dijo que la solidaridad de las iglesias del primer mundo, a través de fundaciones que hacen donaciones económicas, es lo que permite que puedan desarrollar programas a favor de los más necesitados. Otra chica ácida le dijo si la riqueza del Banco Ambrosiano, donde El Vaticano tenía recursos depositados, era también apariencia.

“El Vaticano tenía depósitos en ese banco, porque dejar dinero debajo del colchón que no sirva para construir cosas, a parte de una necedad, es no hacer fecundo un bien”.

“La iglesia tiene en Roma cinco universidades, y eso no se maneja con centavitos, la iglesia tiene una serie de monumentos, es un mundo económico complicado, entregaba sus recursos al Banco Ambrosiano y este tenía que darle el capital entregado y sus intereses, con los cuales se sostienen las misiones en Africa y La India”.

“¿Les ha quedado claro?” preguntó el sacerdote al término de la primera sesión de preguntas, y el auditorio respondió con un “más o menos”.

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