Judíos y cristianos y el desarrollo del capitalismo

Judíos y cristianos y el desarrollo del capitalismo

Rafael Acevedo

La Biblia no es un documento fácil para nadie. Los católicos romanos decidieron por largos tiempos que la feligresía no se dedicara a su lectura y solo la jerarquía eclesiástica tuviese acceso a esta. Tenían temor, no solo de las libres interpretaciones que en muchas ocasiones irían a contradecir las exégesis oficiales de los expertos de Roma, sino que también a menudo se opusiesen a prácticas y dogmas de la iglesia oficial, santas o non sanctas, como en diferentes ocasiones sucedía. Porque hay cosas difíciles de entender y de aceptar desde el punto de vista del interés humano y de la vida corriente, y lo más difícil es tratar uno de ponerse en el lugar de Dios.
En todo caso, nunca ha sido fácil que los ricos puedan dedicarse a agradar a Dios, siendo más natural que los poderosos decidan hacer las cosas por su cuenta y para su conveniencia más inmediata, y, según la Biblia, aún en contra de la manifiesta voluntad de Dios. Hasta el menos dotado y capaz de los mortales demasiado a menudo decide hacer las cosas de acuerdo a su propio interés y o su muy personal noción de la lógica.
La Biblia, por otra parte, es parca en tratar ciertos asuntos cuya interpretación puede dar lugar a grandes polémicas. Especialmente en casos como determinadas conductas del gran rey David, quien cometió un tipo de rebelión poco común contra la autoridad de Dios, al intentar un plan imperialista (como se diría ahora), en base a su poderío militar, esto es, “(…) hombres que sacan espada”, sin consultar a Yahvé (1 Crónicas 21). Fue ese y no otro el mayor pecado de David, ya que se manejaba ahora con orgullo y proyecto propios alejados de la protección y el plan de Dios.
Los cristianos calvinistas, muchos siglos después, acaso imitando la estrategia nacionalista y de restauración de Sión, o sea de lo que eran los planes y status en sus más gloriosos momentos; concibieron (los calvinistas) la idea de participar con éxito en el proceso de desarrollo económico y social pos-renacentista, actuando como auténticos emprendedores, asumiendo riesgos cuales capitanes schumpeterianos, pero interpretando el éxito económico como verdadera señal de ser favorecidos y elegidos de Dios, sin conflicto alguno con la piedad y la ética cristianas.
Principalmente, los calvinistas suizos y de países vecinos fueron desarrolladores del capitalismo, sin olvidar que ya los judíos habían dado cátedra de supervivencia y emprendimiento capitalista, financiando el desarrollo de guerras europeas, de aventuras colonialistas y del propio descubrimiento de América, operando desde posiciones cercanas a los reyes y a los negociantes más emprendedores de Europa.
Desde la óptica “light” y hedonista de nuestros tiempos, los mártires en los circos romanos, las Cruzadas, la Inquisición y la Conquista de América, serían meramente brutalidades de hombres ambiciosos, pero jamás como parte del plan de expansión del mensaje de Dios a toda la humanidad que, dejado a las buenas intenciones, se estaría aún discutiendo si deberíamos o no seguir habitando en el Edén.

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