Jueces costosos, justicia barata

Jueces costosos, justicia barata

Pedro René Almonte Mejía.

Y como si fuera poco la pérdida de confianza y credibilidad que tiene la sociedad en la justicia dominicana, además de la parcialidad de las altas cortes, tenemos todos los dominicanos que pagar más por ellos. La Constitución de 2010 en su artículo 214 les faculta para aplicar su política salarial y remunerativa, añadimos a esto que el incremento salarial es retroactivo para ser efectivo desde el mes de enero del 2015 (según nota de prensa del TSE).

La perplejidad y el asombro me son pocos cuando nos hacen pagar tanto por instituciones, cuya inversión no es amortizable, mientras los otrora cañeros y trabajadores de la construcción llegan a mendigar una mísera pensión.

El filósofo estadounidense John Rawls definió la justicia como equidad, que consiste básicamente en «el principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia». Esta breve frase no hace falta analizarla mucho, ¿cómo se puede administrar justicia, si la misma justicia es injusta?

Una sociedad en la que imperan los privilegios para un reducido grupo de personas, mientras la gran mayoría hace malabares para sobrevivir y en ocasiones lo que realmente están haciendo no es más que vivir su muerte, porque mientras la corrupción administrativa (política y empresarial)  se lleva en sus garras millones de pesos, para el común de los dominicanos no hay recursos suficientes para una atención sanitaria de calidad, ni para una educación digna y gratuita para nuestros niños.

Mientras aquellos honorables jueces, empotrados en sus confortables butacas emiten decisiones que están muy lejos de satisfacer la sed de justicia que tiene la sociedad dominicana, mientras eso ocurre, tendremos que pagar más y más cada día.

Sócrates de Atenas formuló cuatro características que deben tener los jueces, son: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente. Tal parece, según decisiones emitidas por los jueces en los últimos días, que no escuchan, ni ponderan y muchísimo menos deciden con imparcialidad.

Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados; nuestros jueces son costosos, pero su justicia es barata.

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