Siempre hemos oído decir que los jueces hablan por sentencia, entonces, no luce que el presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, se adentre en una polémica con el doctor Leonel Fernández, ex precandidato presidencial del gobernante Partido de la Liberación Dominicana, en las recién pasadas elecciones primarias del 6 de octubre.
Castaños Guzmán se ha convertido en un gallito respondón, cuando su papel como juez electoral debe ser recibir las quejas e investigarlas, pero jamás someterse a una discusión estéril con ninguno de los precandidatos, y mucho menos con el doctor Fernández, un hombre que ha sido tres veces presidente de la República Dominicana y “presidente” del PLD.
No nos explicamos cómo un hombre tan experimentado como el doctor Castaños Guzmán cae en el desliz de instalar polémicas y discusiones públicas, o sea, tomando partido en una crisis propia del PLD, cuya discusión deben los jueces electorales dejarlas al PLD, y ceñirse únicamente, a emitir sus decisiones mediante resoluciones del pleno del alto tribunal comicial.
Castaños Guzmán, en quien muchos confiamos haría un buen trabajo al frente de tan delicadas funciones, ha degradado su estatura al enfrentar a Leonel Fernández como si el presidente del PLD y excandidato fuese su adversario.
Muchas han sido las críticas que han merecido las actitudes beligerantes del presidente de la JCE. La avalancha ha surgido de politólogos, dirigentes políticos y personas del común de la población que hablan de política en esquinas, carros públicos, autobuses, etc.
Es difícil asumir un rol imparcial en un país tan politizado como la República Dominicana. El magistrado Castaños Guzmán no se ha comportado como un árbitro; realmente perdió la compostura