El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva habla durante un mitin en su apoyo y de la presidenta Dilma Rousseff, en Sao Paulo, Brasil, el viernes 18 de marzo de 2016. Los partidarios de Lula, uno de los líderes políticos más famosos del mundo como presidente de Brasil de 2003 a 2010, se reunieron en mítines en diversas ciudades del país, en especial en el sur industrializado, donde el ex trabajador metalúrgico y sindicalista tiene su fortín político. (Foto AP/André Penner)
RÍO DE JANEIRO. Un juez de la Corte Suprema de Brasil suspendió el viernes el nombramiento del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a un puesto en el gabinete federal en medio de una investigación por corrupción, al llamarlo un claro intento por ayudar al alguna vez popular exlíder a sortear sus crecientes problemas legales.
Era probable que la decisión del juez Gilmar Mendes avivara las de por sí altas tensiones, ya que se produjo poco después que decenas de miles de simpatizantes del gobierno centro-izquierdista brasileño se movilizaron para respaldar a Lula y su sucesora, la actual presidenta Dilma Rousseff. Las manifestaciones contra el gobierno durante el fin de semana llevaron un estimado de 3 millones de personas a las calles en todo el país. “El objetivo de la falsedad está claro: evitar el cumplimiento de una orden de detención preventiva” contra Lula da Silva que está siendo considerada por un tribunal menor, escribió Mendes en su fallo.
Hace dos semanas, Lula fue interrogado como parte de una extensa investigación sobre presuntos pagos de sobornos en la empresa petrolera estatal Petrobras. Si se convierte un ministro del gabinete, sólo podría ser procesado por una decisión de la Corte Suprema. La decisión de Mendes deja a Lula y al país más grande de Latinoamérica en el limbo. El gobierno seguramente apelará el fallo, que a la larga tendrá que ser decidido por el pleno del máximo tribunal. Sin embargo, con la Semana Santa en puerta, podría pasar algún tiempo antes de que el pleno del tribunal se reúna.
La agitación política ocurre mientras Brasil se prepara para albergar los Juegos Olímpicos en agosto y cuando la nación más poblada de América Latina enfrenta crisis en muchos otros frentes. El país es el centro de un brote del virus del zika, que científicos creen está ligado al nacimiento de niños con una extraña malformación congénita que hace que las cabezas de los bebés sean más pequeñas de lo normal. Y su economía, motor de las de los países vecinos, se ha contraído en un 4%, la inflación ha aumentado y los anuncios de despidos masivos atemorizan a la población y se han vuelto parte de la vida cotidiana.
La decisión de Mendes, quien criticó el nombramiento de Lula a principios de esta semana, fue la última volea en lo que se ha convertido en un juego legal de ping-pong toda la semana. El viernes por la mañana, una corte de apelaciones detuvo en seco un segundo intento por suspender el nombramiento de Lula como jefe de gabinete, al tiempo que miles de sus partidarios salieron a las calles a respaldar a un gobierno cercado por varias crisis.