¿Jugar al tiempo?

¿Jugar al tiempo?

El tiempo pasa si uno no quiere y si uno quiere también. Para quedar registrado en el tiempo los hombres han hecho de todo.

Algunos llegaron tan temprano que pudieron inscribirse en el tiempo para siempre: Julio, Augusto y en su disputa por merecimientos que ellos reclamaban, insertaron sendos meses en el calendario que son los dos únicos que duran 31 días, uno detrás del otro.

El tiempo corre o huelga, depende, depende de quién va tras el tiempo porque no le alcanza para lo que tiene que hacer o si huelga a la espera de que algún mango bajito caiga en sus manos o al alcance de su brazo.

Es falso, el tiempo no resuelve los problemas. No es verdad que los nudos se desatan solos.

En la olla de la crisis hay ingredientes que hierven.

Desde antes de las elecciones de mayo los problemas de los combustibles crecían al punto de que el gobierno absorbió parte de los aumentos que debió hacer al gas licuado de petróleo, por ejemplo.

Los precios de los artículos de primera necesidad comenzaron a subir una escalera que parece no tiene fin.

Los pasajeros sufrieron una merma en sus ingresos con el alza de los pasajes.

Los padres comenzaron a pensar de dónde sacar el 30 por ciento del aumento de las mensualidades de los colegios.

El gobierno mantuvo una actitud dubitativa sobre el suministro de energía eléctrica y precios imposibles de pagar.

Calló sobre la posibilidad de que aumentaran el costo de los préstamos bancarios y que continuaría la recogida del dinero de manos del público para meterlos en el Banco Central y mantener un crecimiento de la economía que sólo se ve en el papel y en el número de teléfonos celulares.

Antes de las elecciones era la búsqueda de grupitos, partiditos y personajillos que tuvieran una práctica política pendular que les permite estar hoy con un partido grande y mañana con el otro, depende de hacia dónde parezca soplar el viento.

Si el toro es tomado por los cuernos en tiempo oportuno no cachará a quien quede a su alcance.

Pasaron las elecciones y el gobierno parece repetir, como tragedia, lo que escribió el decimero Camejo en su obra “Puyas de javilla” sobre la pareja a la cual el médico le prohibió mantener contacto sexual durante los meses que se escriben con la letra R. Las elecciones fueron en mayo, la pareja soportó estoicamente los meses de mayo, junio, a finales de julio el hombre preguntó: ¿vieja cuál es el mes que viene? ¡Argosto, viejo Argosto!

Los problemas son más agudos que antes de las elecciones y se publica que será en agosto cuando el Presidente de  la República hablará al país para decir  cómo piensa afrontar la crisis.

Si la olla hirviente de los problemas estalla puede que toda la culpa sea del gobierno.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas