¡Julia Castillo & la Revelación de Asura!

¡Julia Castillo & la Revelación de Asura!

Ante “Asura: Una Diosa japonesa en el Caribe”, la obstinación por el saber crítico casi se torna prueba exponencial en tanto que desde estas imágenes nos retan los enigmas de un mundo imagético al mismo tiempo sesgado y distante, cuyos signos y cifras metafóricas no hacen más que disparar la expectación y reavivar nuestro potencial de asombro que, al fin y al cabo, es donde radica la plenitud del viaje existencial y la misma experiencia estética…

Cuando una obra artística nos impresiona y cautiva especialmente, reincidimos de manera inevitable sobre la obsesiva ilusión de percibir y/o “calibrar” su significado radical. Y ésta es la sorpresa que me ha vuelto a estremecer al observar en silencio los grabados de la exposición “La revelación Asura: Una Diosa japonesa en el Caribe”, presentada recientemente por la reconocida artista y gestora cultural Julia Sorgia Castillo Mejía en la galería Arte Berri, localizada en la calle Hostos #105 de la Ciudad Colonial.
“Son 18 piezas que recogen una serie de expresiones sentimentales y emocionales, contenidas en una figura femenina de tres identidades que interactúan con su entorno a través de una mágica cohesión y un místico simbolismo abstracto…Cada Asura es independiente y proyecta un sentimiento distinto”, observa con admirable precisión el joven escritor banilejo Son Will Féliz Torres, curador y museógrafo de dicha muestra.

La escritura sígnica, la particular gestualidad expresiva y la energética policromía con que Julia Castillo plasma la matericidad de sus atractivos espacios gráficos, en los que prefiere las tonalidades oscuras, grisáceas, turquesas, acuáticas, terrosas, violetas, púrpuras, áureas y plateadas, operan como portales metafóricos de invocación y evocación de la huella procesual; lo profano y lo sagrado; lo cotidiano y lo extraordinario; el asombro y la emoción.

Realizadas en la técnica aditiva de la colografía e impresas en papel fabriano, con retoques a la tinta china y pigmentos acrílicos, cada obra se caracteriza por su notable grado de artisticidad, su ingenioso juego textural, su insólita latencia expresiva y su elocuente prueba reflexiva. Las “asuras gráficas” de Julia Castillo, resultan vitalizadas por signos geométricos y caligráficos japoneses de un particular simbolismo esotérico que tanto nos remite al budismo zen como a la cultura espiritual de Occidente: el triángulo, el círculo, el número 7, el cuadrado y la cruz del cristianismo.

A cada composición, corresponde un breve texto de ágil vuelo impresionista con el que Julia Castillo no sólo expresa su encuentro y fascinación con la poética del haiku, sino que también nos sitúa en los territorios conceptuales y fantasmáticos del Kotodama nipón, noción poético-filosófica que nos remite a los significados de lenguaje del alma, poder de la palabra, sonido sagrado, palabra mágica o “estado del acontecimiento”.

En su escalada en Arte Berri, la muestra se fortalece con la adición de tres pinturas sobre tela, prueba de que Julia Castillo sigue profundizando sobre las travesías, transformaciones y transfiguraciones místicas de Asura (Ashura), una de las deidades más impresionante y enigmática del budismo japonés, representada con seis brazos y tres caras, la central con expresión serena y las laterales de ira y violencia (asociadas a su origen hindú), tal como aparece en una de las esculturas del célebre templo budista Kofukuji de la ciudad de Nara, capital histórica del Japón durante el período Nara (710-794).

Asura, llevada a Japón en el siglo VI desde China y Corea, fue adoptada como deidad guardiana del “Dharma” o cuerpo de principios básicos del budismo. Esa representación tricéfala con seis brazos y tres caras distintas (de las cuales se dice expresan la naturaleza humana y el proceso de transformación espiritual en orden de izquierda, derecha y frontal), y cuya natural androginia, signo proteico y finura de rasgos, continúan fascinando a los estudiosos de las religiones y el arte de Oriente y Occidente desde el año 734, es la misma imagen maravillosa que sigue incitando a Julia Castillo desde el prístino instante en que Asura se le revela en Kofukuji (1987) como alter ego y máxima inspiración creadora.

Como signo absoluto, ubicuo y rizomático y como absurda efigie andrógina de tres rostros, tres expresiones, tres miradas y tres emociones, prolifera y arde Asura desde las sugestivas, intrigantes y “deliciosas” reacciones poligráficas de Julia Castilla. Pero, ¿quién es esta nueva Asura femenina de Julia Castillo y cuál es el significado íntimo y límite de este exótico y polisémico personaje que habita su mágico universo simbólico?

“La conceptualización de un mundo complejo, solitario, hermético y escéptico, el cual habita en el alma de una mujer caribeña, producto de un proceso de construcción basado en años de experiencias y vivencias casuísticas, fortuitas y casi karmáticas, guiadas por la Gracia Divina. Ese es el paisaje visual, poético y conceptual de “Asura: Una Diosa japonesa en el Caribe”, nos responde la propia artista.

Así, para Julia Castillo, el arte es un medio único y axiomático de conocimiento. Las pruebas de su efectividad como gestora cultural están en la jovialidad del equipo de trabajo y en la misma consistencia programática que sitúan al Centro Cultural Perelló como una de las plataformas culturales más proactivas de nuestro país. Como artista visual multidisciplinaria, Julia Castillo ha probado también su distintiva sensibilidad y su competencia. Las obras gráficas y pictóricas que reúne en “Asura: Una Diosa japonesa en el Caribe”, resultan de un proceso arduo y auténtico, constituyendo hasta ahora su producción más significativa.

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