JULIA G. MADSEN
Se dedicó al magisterio formando generaciones

JULIA G. MADSEN<BR>Se dedicó al magisterio formando generaciones

POR ÁNGELA PEÑA
Era una ferviente luterana sin veneración por María, aunque la reconocía  madre de Jesús. Pero su actitud cambió el día que vio pasar una procesión de “La Virgen de la Medalla Milagrosa”. Sintió en su corazón una emoción extraña.

Ese 27 de noviembre no sólo nació su devoción por la “llena de gracia” sino la promesa de fundar un colegio con el nombre de la que miró cruzar reverenciada en hombros de piadosos feligreses dominicanos.

 Julia Gwendolyne Madsen England era entonces la admirada danesa de ojos caramelo y piel blanca llegada de paseo a Santo Domingo desde la isla de Saint Croix que, de pequeña, se entretenía impartiendo clases a sus muñecas. El juego de maestra se hizo realidad y desde su adolescencia, hasta su muerte, se dedicó al magisterio alfabetizando niños, enseñando el idioma inglés y formando generaciones de bachilleres a partir de la instalación de su “Kindergarden Número Uno”, en la 19 de Marzo, hasta el seis de agosto de 1978 cuando cayó vencida por el desgaste tras el intenso trabajo de educar prácticamente sola a sus seis vástagos y a los alumnos internos y externos que también amaba como tales.

 Anita, la hermana que le acompañaba, retornó a Dinamarca y Julia se había divorciado de William Staffeld, el norteamericano que conquistó su amor cuando vino como soldado de las tropas yanquis en 1916. Casaron en 1922 y se separaron en 1944 después que nacieron sus hijos: Celeste, William, Charles, Alfred Ferdinand y las gemelas Patria Amada e Hilda Milagros. Las hembras continuaron la obra de su madre hasta 1991.

 Pionera y visionaria, emprendedora, disciplinada, sensible, indomable ante los caprichos trujillistas, adornada de múltiples virtudes y principios morales y cristianos,  “Mamá Julia”, como le llamaban sus discípulos, creó un equipo magisterial superior y dejó un centro que hizo historia por el perfil de sus alumnos y las innovaciones que introdujo.

 Ubicado originalmente en las calles José Reyes, Luperón, Isabel la Católica, terminó en la Juan Sánchez Ramírez, donde se expandió considerablemente el colegio “La Milagrosa”, cuyo sistema de enseñanza estuvo basado en el método inductivo, analítico, con el que después del estudio en amplitud se procedía a la síntesis. Fue el primero en contar con batón ballet, vocero impreso, laboratorio de ciencias, coro, banda de música, equipos de básquetbol, béisbol, mini básquet, ping pong, ajedrez, voleibol, transporte. Las “Olimpíadas Milagrosianas” eran tan memorables como el periódico  “Ecos Colegiales” que ideó el reconocido luchador antitrujillista Luis Gómez Pérez, entonces profesor del centro educativo. También contaba con un espacio en HIZ en el que Carlos Lebrón Saviñón, Oscar Iglesias, Monina Solá, preparaban alumnos con aptitudes para el teatro.

 “With God all things are possibles” era el lema de vida de esta ejemplar maestra que concebía la educación como un apostolado por lo que no se lucró de la enseñanza. Cuanto edificó lo avaló con su solvencia en los bancos, ejerció la docencia como “una maternidad espiritual” y cuando los cercanos se asombraban del progreso de su obra explicaba con seguridad conmovedora: “Es que ustedes no saben que Jesús se acuesta conmigo todas las noches”. Y parece que la acompañaba al despertarse pues el coloquio entre ambos era tan íntimo que los hijos no se atrevían a interrumpir ni para pedirle la bendición.

 Celeste, Hilda y Patria fueron eternas compañeras de su abnegada madre, maestra, gerente, administradora, directora,  filántropa y creativa mujer, reconocida con una calle del sector “La Julia”. Por sus mentes desfilan estudiantes, maestros, anécdotas, incidentes, progresos y la evocación de esa singular combinación de rectitud y cariño encarnada por la dama a la que perseguían gateando entre pupitres. El auxilio de sus remembranzas está en las páginas ya quebradizas del periódico, en fotos, condecoraciones, cartas, tarjetas…

Aprendizaje y arte

 Al sonido de las cornetas, tamboras, marimbas, liras, redoblante, tambor mayor, se sumaron a los desfiles en honor al Generalísimo con Odette Trujillo, Dilsia Pichardo, Priscila Resek, Roselys Reyes, Rafaela Taveras, Rosa María Vicioso, Caridad Soriano y la propia Hilda Staffeld como batuteras. Pero Julia Madsen no enalteció al tirano ni fue sumisa al régimen aunque entre sus internados estuvieron José Aníbal, Pedro José, Héctor Miguel, Plinio y Elohim Trujillo.

 En una ocasión en que uno de estos “ilustres” párvulos robó el examen a un  provinciano distinguido por su conducta e inteligencia con el “Premio Ramfis”, la directora escribió al Presidente títere Héctor Trujillo exponiéndole la falta y éste respondió inscribiendo a otros dos sobrinos. Cuando la “egregia” familia escogió el colegio para sus hijos, les advirtió: “Yo los acepto, pero desde que se bajen del carro y entren al umbral se les va la T”.

 Para los años 50, los textos que recomendaba la secretaría de Educación eran cubanos, pero en 1959, cuando el dictador se enemistó con Fidel Castro ordenó que fueran incautados. “Mamá era vertical, y aun siendo extranjera no tenía temor. No protestó por la medida pero devolvió los libros a los padres sintiendo que no tenía derecho a quedarse con lo que para ellos representó un sacrificio”, cuentan las hermanas.

 Aparte de los alumnos citados, por las aulas de “La Milagrosa” desfilaron Ramón Núñez Ramírez, Niní Cáffaro, Francisco Benzo, Rafael Guerrero Peralta, Aníbal Sanz Jiminián, Manuel Cuervo Gómez, Rubén Andujar, Franklin Rancier, Guillermo Retif, Ernesto y Rafael Sánchez Molano, Dinorah Suárez, Neyda Castillo, José Arzeno Hurtado, Barón Hoepelman, Carlos Manuel Cabral, Ana Rosa Hoepelman, Héctor Soto Álvarez, Fernando Arturo Fernández, Rosely Teomil Reyes Pou, Carmen Marchena Terrero.

 También Felipe Alberto Isa, Braulio Cuevas del Villar, José Ernesto Ravelo, Manuel Figueroa Almonte, José A. Tuma, Hampton Rafael Rodríguez, Ricardo Peguero Mentor, Rafael Taveras Peña, Romeo Antonio Holguín-Veras, Miguel Antonio Rodríguez, Simón Eduardo Romero, Josefa Echavarría Mazara, José Ramón Borrell Pérez, Luis Marcio de la Concha, Enrique Newman Guilbert, José Creido, Aliro Paulino, Ramón Rodríguez Landestoy, Alma Fernández, Guarionex y Salvador Lluberes y otros.

 Entre los profesores del colegio, fundado el 27 de noviembre de 1932, estuvieron Antera Mota, Haydee Acevedo Burgos, Lilliam Capellán de Roselló, Consuelo Aybar, Antonio Ballester, Mercedes viuda Miches, Salvador Iglesias Baher, Rafael Rojas, Lidia de Jiménez, Fernando Quezada Hoepelman, Ercilia Ulloa, Antonia Molina, Antonia de León, María Dolores, Adamilka D’Óleo de Ogando, Mariana de los Santos Maldonado, Altagracia Maldonado de Duarte, Josefina Rojas Pérez, Suecia Milagros Frías, Darío Solano, Luis Gómez Pérez (Lugarex), Gladys de Lemonier, Nilsa de Ovalle, María de Custodio, Mercier Vidal… Las secretarias eran Hilda Lora de Abreu y Teresa de Montilla.

 “Mamá Julia” nació el 22 de Julio de 1891, hija de Hans Madsen y Laura England. De contextura gruesa, cabello negro, era una apasionada lectora que no necesitó aprender más allá de los estudios en Dinamarca pues poseía un instinto natural para educar. Su aporte, comunican las hijas, fueron los profesionales que entregó a la sociedad dominicana en 39 promociones de bachilleres. Su alimento básico, expresan, era la oración. “Tenía un sentimiento maternal elevado al cubo y a la décima potencia”, afirman Celeste, Hilda y Patria, inolvidables maestras de “La Milagrosa” que en tributo a su madre exhiben en sus cuellos una medalla de la Virgen que inspiró la fecunda labor de su progenitora.

 El 27 de noviembre de 1968, el Presidente Joaquín Balaguer condecoró a Julia Gwendolyne Madsen England con la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el Grado de Caballero.

La calle

 El 17 de abril de 1996, el Ayuntamiento del Distrito Nacional acogió la solicitud del ex alumno Aliro Paulino hijo y de Zacarías Payano Almánzar para que una calle de Santo Domingo llevara el nombre de la eximia educadora. Fue designada como “Profesora Julia G. Madsen”, la antigua calle “Magnolia” del ensanche “La Julia, en homenaje de reconocimiento por haber sido “educadora ejemplo de maestras”.

 En la vía, situada entre las avenidas Bolívar y Sarasota, colocaron una tarja conmemorativa que fue sustraída y recientemente, al sustituir el rótulo original, escribieron incorrectamente el apellido de la excelsa fundadora del colegio “La Milagrosa”. En vez de Madsen, como debe ser, escribieron “Madden”.

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