Julio César Castaños Guzmán – Reino de trapisondas

Julio César Castaños Guzmán – Reino de trapisondas

Nada podrá quitarle -en estos momentos- a la Ley de Lemas, aprobada inicialmente en una sesión nocturna del senado, su aliento pesado. Y nadie podrá borrar la apariencia marchita de lo que se ha urdido en las sombras; ni enderezar tampoco, lo que nació torcido bajo el auspicio de los vapores exhalados por el influjo malsano de la noche.

Ni siquiera las sonrisas de aparente afabilidad, podrán ocultarla de su verdadero aspecto, ni las tinieblas del Erebo bastarán para impedir que la descubran tal cual es. Quizás porque procede de un reino de trapisondas, ha sido recibida con tantas reservas, con tantos temores.. por un pueblo que recela de la capa falsa de las estratagemas.

A guisa de embrollo, sus proponentes pretenden hacer pasar como idéntico al voto preferencial de los diputados, un remedo inicuo denominado: voto preferencial presidencial, ofertado para operar dentro del recuadro de un mismo partido, que se expresaría por candidatos del mismo color; más disímiles y que no, facciosos; pero que van todos detrás de un único puesto al amparo de una sola cobija.

Puesto que el lema de una sola sábana no alcanza para arroparlos a todos, y esta manta despedazada, era la auténtica mayoría, que en algún momento nadie quiso contar, se pretende ahora buscar con pedazos lo que se perdió al romper la unidad.

Y, se quiere también, que los candidatos de otras agrupaciones, que agotaron el proceso de llegar (mal que bien) compactos, se fragmenten a su vez; y, se desguacen -oprimidos- bajo el imperio de una ley antijurídica.

Así como «nadie puede alegar su propia falta», nadie puede pretender tampoco, para salvarse de un naufragio, que se ahoguen también, los que están en tierra firme.

Después de iniciada, formalmente, la actual campaña electoral con la Proclama de la JCE, cambiar las reglas del juego huele a maniobra; sobretodo, porque a la fecha los tres grandes partidos ya escogieron sus candidatos presidenciales. Y por demás, nadie se va a tragar el cuento de que se trata de algo legítimo, ni mucho menos este país aceptaría, el resultado espurio de un ardid de esa naturaleza.

Aunque a los políticos les cueste aceptarlo, es posible que el Pueblo Dominicano íntimamente, haya escogido su próximo presidente, y que lo tenga resguardado del rebullicio imperante en el seno de su silencio sabio. Simplemente, está esperando que le permitan, el próximo 16 de mayo, al momento en que se cuenten los resultados, hacer público lo que su corazón ha decidido.

Aguarda esperanzado en que, sin trucos de último momento y sin leyes de ocasión, se respete la voluntad popular expresada en las urnas. Sostenido, finalmente, por la única consigna patriótica que ampara los dominicanos, por la arenga constitucional capaz siempre de unirnos en la vida republicana. El lema, que en nuestro escudo de armas reza: Dios, Patria y Libertad.

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